Redacción Vanidad - @vanidad
Cómo actuar ante los pequeños dramas cotidianos: guía de supervivencia
A todos nos pasan y creemos que nos morimos de la vergüenza. Pero: hay salida. Aquí, una guía de supervivencia para esas situaciones embarazosas cotidianas basada en hechos reales
Hoy es de esos días en los que mejor que no te hubieses levantado de la cama. Los rayos de sol han hecho acto de presencia 10 minutos antes de que suene el despertador y a partir de ahí el café esta frío y un chicle ha querido pegarse en tu zapato. ¡Dichoso ese chicle!
Con todo y con eso pones tu mejor sonrisa y te encaminas a pasar un día de lo más entretenido en tu trabajo (ironía floreciente), pero ocurren una serie de situaciones embarazosas a lo largo de la jornada... ¿Te ayudamos a superarlas?
Coges el metro en la parada de Tribunal. Sí esa parada que SIEMPRE está llena de gente, da igual la hora que sea. Se abren las puertas del metro y durante segundos hay una lucha encarnizada por conseguir un asiento.
Eres de los pocos afortunados pero tu alegría prematura se esfuma rápidamente. Te das cuenta que a tu vera una mujer, se apoya en tu hombro ella... y, mientras duerme serenamente, expulsa una sustancia liquida comúnmente llamada saliva.
¿Qué hacer? Claramente un codazo sigiloso para que se dé cuenta de que tú no eres una almohada andante.
Llegas al trabajo y… ¡Endemoniadas esas puertas automáticas! ¿Quién es esa persona que ha limpiado con tanto ahínco ese invento del diablo?
Miras a ambos lados y como si fueses Carmen Sandiego te escondes tras tu gabardina y sigues con paso decidido hacia el ascensor.
Ya en tu sitio y tras tres largas - muy largas - horas trabajando, decides tomar tu descanso de media mañana bajando al bar de la esquina...Pides un pincho de tortilla, le insistes a ese camarero sexagenario y tras 7 minutos cronometrados te entrega ese delicioso manjar. Con las ansias y las prisas la tortilla cae. Tu cara es de apocalipsis nuclear.
Tienes dos opciones: Aplicar la ley de los 5 segundos o irte con el rabo entre las piernas y con el estómago vacío.
Si has aplicado la famosa ley puedes correr el riesgo de tener que acudir a la llamada del “Sr. Roca”. No pasa nada, todos hemos hecho buenas migas con él alguna vez. La situación incómoda puede llegar cuando tu compañero de mesa y tu os cruzáis...
Disimula, sigue tu camino y no le mires ni le hables en toda la mañana.
Ya en la hora de comer, te encaminas a darte un paseo por la zona para comprar esos regalos de Navidad y te encuentras con ESE ex al que has puesto 2 velas negras. Tú, digno, crees que nunca harías un esfuerzo por saludarle. Pero decides ser una persona educada y según te estás acercando… Se percata y sale por peteneras. Aquí lo siento amigos, pero no hay una actuación digna posible ante tal desplante.
Ves un letrero de "Rebajas al 50 %" en tu tienda favorita y ni las balas van tan deprisa... Allí también está tu ex. Sí o SÍ, ahora eres tú el digno. Pues bien, pasa a tu lado y te saluda como si no te hubiese visto anteriormente… ¡Será cínic@!
¿Qué haces? Sonríes y educadamente le preguntas por esa vida que lleva -realmente te importa más la subida del Ibex 35 -.
Pasa la tarde mientras cuentas los minutos exactos que quedan de suplicio y de mails innecesarios. Pero tu ansiedad por terminar esta vez está justificada: has quedado con esa persona que amas perdidamente, pero en secreto.
Después, “LA cita” - carteles luminosos inclusive -, como tú llamas a ese acto social, va sobre ruedas... Todo es perfecto hasta el momento de la despedida, te armas de valor y decides ir a la búsqueda de sus labios. Su acto reflejo: ¿Qué c*ño haces?
Disimuladamente dile que ibas a quitarle una mancha que tenía en el moflete derecho. No cuela pero tú por lo menos lo has intentado. ¡Run baby, run!