Corría el año 2006 cuando Marc Jacobs conoció a Yayoi Kusama. "El carácter obsesivo y la inocencia de su trabajo me emocionaron", decía de ella el diseñador. La conocida arrogancia y ensimismamiento de la artista japonesa, nos hizo saber en su momento que ella no conocía más arte que el suyo propio, ni siquiera el de sus admiradores y compatriotas Yoko Ono y Haruki Murakami. Sorprendentemente en esta ocasión la admiración es mutua, y una foto de "cuando Marc encontró a Yayoi" cuelga en la pared del estudio de Kusama.

Louis Vuitton Yayoi Kusama

El diseñador y la artista viva más influyente de Japón, comenzaron una amistad basada en la admiración que seis años después se ha traducido en una colaboración donde los puntos -"Polka Dots"- insignes de la japonesa son los protagonistas de la colección estampando zapatos y accesorios en lona Monogram.

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Estos inconfundibles puntos, junto con las "redes infinitas" y espejos, fruto de las alucinaciones que sufre desde la infancia, la han obsesionado durante sus 83 años de vida hasta el punto de internarse por voluntad propia en un centro psiquiátrico de Japón donde reside desde 1977 -¿hecho que inspiró "Tokio Blues" de Murakami?-y del que sale, únicamente, para recrearse con sus puntos entre las paredes de su estudio. Además, la obra que Kusama empezó en la década de los 40 y la convirtió en la chica de moda del pop art neoyorquino de los 60, se ha recogido en una retrospectiva respaldada por la firma, que ha pasado por el Reina Sofía de Madrid, la Tate Modern de Londres o el Centro Pompidou de París y ahora está expuesta en la Gran Manzana hasta el 30 de septiembre, en el Whitney Museum of American Art.   Amanda Cámara