Si el martes echaba el cierre la London Fashion Week y su extravagancia, ayer por la tarde abría sus puertas la pasarela de Milán y su visión de una mujer muy femenina. Su inauguración venía de la mano de dos exponentes de la ‘vera moda italiana’: Gucci y Alberta Ferretti. Viva Gucci en technicolor. La intensidad cromática iba de la cabeza a los pies y de principio a fin de la colección. La oscuridad del negro sólo se permite para la noche lo mismo que el blanco. Para romper con el ‘total color’, Frida Giannini saca un par de estampados pero el que nos convence es el print floral que se asemeja a anémonas gigantes. Los volantes de gran magnitud ondeaban por doquier como si fueran la bandera de la casa, bajando por las mangas, envolviendo el cuello, la espalda... La diseñadora ha recurrido al pasado – ¿qué diseñador no lo hace?-, a la encrucijada entre el final de los 60 y principios de los 70, para recuperar algunos de sus hitos como las túnicas sobre pantalón o los vestidos rectilíneos de largo infinito. ¿Quién necesita una máquina del tiempo para viajar al pasado si se puede poner un vestido?   Ayer también salieron a escena las mujeres etéreas de Alberta Ferretti. Todo tejido que suene a delicado entra en su vocabulario, gasa, organza, encaje, así como las filigranas con lentejuelas y abalorios. Sorprendentemente, la italiana se anima con un tejido de brillo irisado para componer un look más moderno y tecnológico. Aunque sabe diseñar pantalones, Alberta Ferretti es genial con los vestidos. En las múltiples posibilidades de sus patrones, largos y escotes muestra su potente creatividad. La paleta para la Primavera/ Verano 2013 se mueve entre el color hueso, plata y las más variadas tonalidades de azul, como las del mar, que nos hacen pensar que las modelos son sirenas. Hasta tienen el pelo mojado, como si acabaran de salir del agua… La pasarela de Milán no ha hecho más que empezar. Aún quedan cinco días por delante con algunos de nuestros favoritos –deseando ver qué trae Miu Miu-. Mañana te relatamos la jornada de hoy.  

Por María Díaz del Río