A la vuelta del fin de semana, vendremos con un resumen de lo mejor que se verá estos días sobre la pasarela. El calendario promete. Os esperamos en este mismo canal el lunes.
María Díaz del RíoParís Fashion Week: jueves 27
Con la expectativa ante la primera colección de Raf Simons para Dior hoy, os traemos recién sacado del horno el resumen de lo acontecido ayer en la pasarela de París: grandes diseñadores presentando colecciones de igual magnitud.
Si tuviéramos que ponerle un nombre a esta colección de Balenciaga para la Primavera/Verano de 2013 sería “La Piel que Habito”, porque piel, y mucha, es lo que se ha visto en este desfile. Nicolas Ghesquière, responsable de la reinvención de la casa, se ha vuelto a superar. Ha tirado por un camino diferente reinterpretando con una visión moderna los archivos de la casa. Los volantes rígidos –la severidad en los tejidos es sello Balenciaga- han dominado la primera mitad del desfile, alternándose con pantalones de cintura alta y chaquetas armadas. Tras ellos, los trajes de tweed en mini falda y vestidos en tejidos de confecciones visionarias. Y dando unidad, los crop tops que dejaban mucho a la vista, y los largos más cortos, hicieron de ésta su colección más sensual.
Piel, aunque menos, enseñaron también las modelos en el desfile de Carven. Y es que las aberturas en las prendas aparecieron por doquier creando perspectivas inusuales. La selección textil, como vimos en los desfiles del miércoles, ha sido rica y variada: seda, cuero, lana, encaje de guipur o charol. Los tonos oscuros de la primera mitad –negro, azul, marrón, verdoso- y algunas prendas de abrigo desconcertaron pues nos situaban ante una colección otoñal. Cada vez se diluye más la línea que separa unas temporadas de otras. Como contraste, los estampados inspirados en las toiles de Jouy con motivos de safari resultaron un guiño naif y pícaro en una colección un poco seria por momentos.
Y fundido a negro. Lanvin se introdujo en un universo negro con notas blancas que se combinaban, por momentos, con apliques dorados o de plata. Sólo al final del desfile subió la nota de color a un azul pavo real, verde oliva, morado y fucsia en la seda más brillante. Y es que en cuanto a color, Elbaz no puede dejar atrás sus obsesiones. La piedra angular de la colección es el smoking que se interpreta una y otra vez con juegos de asimetrías y la mirada puesta en Oriente. Los cinturones Obi lo delatan pero, además, las estructuras escultóricas de las piezas tienen un marcado carácter japonés, inspirado en la rigidez del kimono sobre el cuerpo femenino. ¿Por qué, como se ha visto en otros desfiles, tantos diseñadores miran a Oriente? Será que hay que agradar a los nuevos mercados.