Si emprendemos un viaje en el tiempo, descubriremos que los orígenes de las piscinas se remontan a la antigua Roma, aunque su imagen glamurosa se debe a la magia del cine. Puede que muchas estrellas de la era dorada de Hollywood se fotografiaran en bañador, pero el gran culpable de este fenómeno fue Johnny Weissmuller, que se convirtió en el Tarzán más famoso de la gran pantalla después de ganar cinco oros olímpicos en natación. En 1950 Billy Wilder tocó el cielo como director con “Sunset Boulevard”, mostrando los peligros que acechaban en las piscinas de las celebridades con la insólita narración de un protagonista ahogado, y Marilyn Monroe se atrevió con un sensual baño nocturno en “Something’s Got to Give”, aunque esta película quedó incompleta a causa de su repentina muerte en agosto de 1962. Dustin Hoffman recibió su primera candidatura al Oscar por “El Graduado” y su memorable escena en la piscina consagró al dúo Simon and Garfunkel, responsables de la banda sonora. Con la década de los 80 llegó el striptease de “Fast Times at Ridgemont High”, que ya presagiaba el éxito del cine de adolescentes y las fiestas desmadradas de títulos como “Project X”. Aunque las mayores juergas son las que protagoniza David Duchovny en la serie “Californication”, que siempre acaban con un chapuzón en alguna mansión de Beverly Hills. El circo del rock también cuenta con una buena colección de anécdotas asombrosas. Durante la época de la segregación racial, el Lorraine Motel de Memphis era el único lugar donde podían juntarse los músicos blancos y negros de la ciudad, ya fuera para bañarse en su piscina o componer canciones a ritmo de soul. En agosto de 1967, Keith Moon (batería de The Who) celebró su cumpleaños en una habitación de un hotel cerca de Detroit. Mientras la gente bailaba en ropa interior sobre la cama, él hundía un coche robado en la piscina y pasaba la noche en comisaría. Más trágica fue la historia de Brian Jones, el rebelde guitarrista de los Rolling Stones, que murió ahogado en la piscina de su casa en 1969 e inauguró el célebre club de los 27. Los Red Hot Chili Peppers recuperaron la fama de antaño gracias al álbum “Californication”, cuya portada mostraba una piscina con el reflejo de un atardecer, y cantantes con aura de diva como Britney Spears o Lana del Rey no han dudado en rodar provocativos videoclips en piscinas de lujo, como el oscuro “My Prerogative” o el omnipresente “Blue Jeans”. La cultura alternativa también le debe mucho a estas construcciones acuáticas. No en vano, la revolución del skate en los años 70 empezó en las piscinas vacías de las mansiones de Los Ángeles durante una sequía estival, tal como relata el documental “Dogtown and Z-Boys”. Incluso el surf puede practicarse en ciudades alejadas de la playa gracias a piscinas que generan olas perfectas y, puestos a hablar de deporte, no podemos pasar por alto a Michael Phelps. Sin duda, el nadador más condecorado de todos los tiempos, con 22 medallas olímpicas y varios récords mundiales a sus espaldas.
Fotograma de “Dogtown & Z Boys”, foto de Pat Darrin; Sony Pictures Classics Fotograma de “Dogtown & Z Boys”, foto de Pat Darrin. Sony Pictures Classics
Después de este recorrido frenético por la vertiente más pop del verano, solamente nos queda atrevernos a lucir un bigote como el de Mark Spitz (icono de la natación vintage) o saltar a una piscina desde un tejado, como el protagonista de “Almost Famous”. El resto forma parte de la leyenda. David Moreu