Es probable que cuando intentemos describir  la obra del Ricardo Cavolo debamos definir un primer concepto, el de la creación fuera de los límites de "la cultura oficial". Más allá del "copia y pega" tan común se observa una repetición y una búsqueda, impuesta por esa necesidad que siente el artista de verse aceptado, no tanto por el público, sino por el gremio. Vamos que la opinión general te puede dar igual pero a la hora de la crítica, el profesional es la vara más dura a la que te puedes enfrentar.
La obra de Ricardo Cavolo en el hotel Urban de Madrid La obra de Ricardo Cavolo en el hotel Urban de Madrid
Defender el poder transmisor de la obra de este artista es más fácil de lo que en un principio se podría imaginar. Algo tan sencillo como trasladarse a aquella canción de Los Secretos que invitaba a "volver a ser un niño... volver a ser, un niño...".  Para poder difundir el significado hay que comenzar, como es normal, por el principio. Éste como de costumbre es la básica inspiración de la mente creativa. Podría nombrarse el movimiento de arte outsider, o el arte marginal, o el art burt, o para que nos entendamos: ese punto naïf que nos lleva a los trazos infantiles dando un significado, pero no podemos llegar a clasificar la obra de Cavolo dentro de esta corriente, ya que partimos de que tiene una formación académica, Bellas Artes; y no ha estado en ningún psiquiátrico (como paciente por lo menos); ni se ha criado en un pueblo recóndito dónde dibujar sea la única forma de expresión que le pudiera liberar de las presiones de una mente ermitaña. Lo que si podemos asegurar, ya que son palabras del propio artista, es que su punto inspiracional  proviene del low art, que nació de la mano de Dubuffet; esa corriente que descalifica la imagen tradicional en el arte en función de una expresión más auténtica y humanista.
La obra de Ricardo Cavolo en el hotel Urban de Madrid La obra de Ricardo Cavolo en el hotel Urban de Madrid
Cavolo se inscribe en esa influencia de arte más terrenal (si se le quiere llamar así) y su última obra puede dar pie a la afirmación: de que el arte camina con nosotros. No se habla de un graffiti que se ve a las siete de la mañana de camino al trabajo. Actualmente las galerías están tomando la calle de la mano de iniciativas diversas. Una de ellas la auspicia el hotel Urban (Carrera de San Jerónimo, 34), que ha convertido en lienzos al aire libre los cristales de su Glass Bar (como parte de la quinta edición de Glass Art). El arte invade la metrópoli, y en el caso de la obra de Ricardo Cavolo, llena de fuego y calor los gélidos días que asedian Madrid. Lucía Fernández Alonso (Luceral)