En el mundo (o mente) del arte siempre ha habido una necesidad directa de revolucionar, de dar salida a esos pensamientos rebeldes que cambian las ideas banales del mundo. Son muchísimas las corrientes que se han esforzado en conseguir este fin (según sus tiempos y necesidades... en algún momento fue revolucionario Vermeer). Y hoy en Vanidarte os presentamos una exposición que nos habla de un movimiento sumamente innovador en su época: el futurismo.
depero_vanidad_2 Fortunato Depero, "Ciclisti" 1922.
La Fundación Juan March expone más de 200 obras de Fortunato Depero, a partir del 10 de octubre y, como es necesario, contextualizan sus creaciones con una cuidada selección de algunas creaciones de sus contemporáneos. En esta exhibición podremos ver la evolución de un artista que fue descubriendo la esencia de su arte según avanzaba su camino. Desde que se topó en Florencia con el documento futurista por excelencia, el manifiesto del poeta Filippo Tommaso Marinetti, dónde hace un llamamiento a la evolución., Fortunato se metió de lleno en el movimiento: Muerte a lo antiguo, fuera los museos que sólo son cementerios del pasado, las máquinas son el futuro, el mundo pide movimiento… Vamos que muerte a todo lo anterior.
depero-new-york-vanidad Depero, "New York".
Claramente las reminiscencias cubistas impregnan las primeras obras. Representar geométricamente el movimiento, que era la principal y más importante intención de Depero y sus compañeros, era mucho más sencillo con figuras geométricas y colores primarios. No tan fácil era conseguir interpretar la velocidad en dos dimensiones, para ello crearon una técnica basándose en la representación sucesiva de objetos en diferentes posiciones o emborronándolos igual que, inconscientemente, lo hace nuestra visión. Y es que antes de que la alta tecnología llegara a nuestras vidas, de que las RRSS invadieran las horas, de la televisión, el aspirador… de todos esos objetos que conviven con nosotros sin que nos demos casi cuenta, un grupo de envalentonados creadores quisieron mostrar la parte más bella de la frialdad de las máquinas de todas las formas posibles: pictóricas, escenográficas, arquitectónicas o publicitarias. Ni la música, ni el cine, ni la moda, ni la poesía se libraron de caer en manos de los futuristas y su afán por enseñarle al mundo que el futuro había llegado. Lucía Ferández Alonso (Luceral)