No es la primera vez que se adueñan de la pasarela, pero de cara al próximo invierno los furry shoes despuntan como una sólida propuesta. La pregunta es ¿triunfarán en el mundo real?
Si hacemos una lista de todos los diseñadores que se han empeñado en que nuestros zapatos se llenen de pelo el invierno que viene, veremos que no se trata de un par de casos aislados. La nueva mujer Gucci ideada por Alessandro Michele los lleva, las excéntricas creaciones de Galliano para Maison Margiela también han caminado sobre ellos, al igual que las propuestas de Fendi, Ferragamo, Antonio Marras, Monique Lhuillier, BCBG Max Azria, Tibi, Derek Lam, Christian Siriano... No, no se trata sólo de un puñado de ejemplos casuales, como sucedió la temporada pasada con Céline o Rochas, sino que la tendencia está preparada para expandirse. Primero serán los informes de tendencias en las revistas, más tarde tomarán los editoriales de moda y después... ¿Saldrán a la calle? He ahí la cuestión.
Lo cierto es que, si este tipo de accesorios puede triunfar en un periodo determinado, es exactamente en este en el que nos hallamos inmersos. La estética del feísmo y el triunfo de los llamados "ugly shoes" con las Birkenstock como bandera -éxito de ventas mediante-, nos han llevado a enfrentarnos con la definición de estética cara a cara, pasando por alto ciertos requisitos y asumiendo como aceptables formas y combinaciones que en la década pasada ni siquiera habríamos tenido en cuenta. Una simple cuestión de gustos y de cambio de criterio.
Si hablamos de ser prácticos, es innegable que, por mucho que resulten útiles a la hora de plantarle cara al frío, caminar con ellos es otra cuestión. Sin embargo, cada casa ha puesto su sello, y aunque quizá algunas versiones sean demasiado extremas, otras podrían ser dignas compañeras de un total look sin desentonar -especialmente los botines y las sandalias-. Para Fendi se transforman en una versión chic de las botas de montaña, en Gucci o Maison Margiela se rodean de un carácter orgánico, casi primario, mientras que en los diseños de Monique Lhuillier se reducen a una referencia en la parte frontal de las sandalias, que las dota de una irresistible sensualidad cercana al fetichismo.
La calle dictará sentencia. ¿Cuál será el veredicto?
Arancha Gamo