Uno de nuestros sueños recurrentes es viajar a California con nuestros mejores amigos. Sería un grupo pequeño -como los mejores amigos- y pasaríamos mucho rato en la playa. Aquí no nos gusta ir demasiado, pero allí el sol brilla de un modo especial y las olas parecen especialmente divertidas. Alquilaríamos un coche un poco antiguo y quizá con la parte trasera abierta -¿se podrá, de verdad, viajar por las rectilíneas carreteras americanas sintiendo todo el aire y sacando los brazos por los lados de las camionetas?- y nos haríamos toneladas de fotos. Para ese viaje rescataríamos la Polaroid e intentaríamos conseguir esas imágenes perfectas, un poco veladas por el sol, de pieles morenas, pecas, cabello rubio y vestidos cortitos de verano. Escucharíamos Best Coast todo el rato y estaría genial recorrerse Los Ángeles e ir a Opening Ceremony a ver los vestidos de estampado cósmico de Christopher Kane y comer tacos y burritos en un restaurante mexicano. Y también una hamburguesa en Johnny Rockets porque están riquísimas y te dibujan con ketchup una carita sonriente en el cuenco de las patatas fritas. Todo culminaría con un tatuaje de un corazón "old school" en el brazo y un sentimiento de amistad eterna que durará para siempre. Mientras este sueño se cumple -quizá sea antes de lo que esperamos- vemos las imágenes de la campaña de primavera/verano de Roxy y nos imaginamos apoyadas contra una pared, guiñando los ojos a la cámara, con el sol californiano de frente. untitled-1_1 untitled-2_1 untitled-3_1 untitled-4_1 Por Marta Hurtado de Mendoza