Como si de genios del interiorismo se tratara, desde Studio Animal actúan como una especie de traductores de deseos y expectativas de sus clientes, que materializan en arquitecturas específicas para ellos. Eso sí, siempre desde una mirada ‘ultra’ que, como bien define Javier Jiménez, director de este estudio de diseño con sede en Barcelona y Madrid, consiste en estar en el presente, mirando hacia delante pero a su vez, sin perder de vista la historia.
Una forma de estar que, desde luego, se refleja en sus proyectos, alejados de la tendencia pero muy conscientes de ella y a la vez, tremendamente influenciados por el pasado.
Blue Mirror
Con Studio Animal os habéis consolidado como estudio de diseño, pero empecemos por el principio, ¿quién es Javier Jiménez Iniesta y cuándo decidió dedicarse al diseño?
Javier Jiménez es un arquitecto manchego que un día descubrió que podía aportar algo al mundo de la Arquitectura sin construir edificios - cada día me dedico a reflexionar sobre lo que puede suceder dentro de la Arquitectura y trato de ganarme la vida con ello-.
Mi historia con el diseño arranca tras debatirme entre las Bellas Artes y la Arquitectura. Ingresé finalmente en la Escuela de Arquitectura de Alicante, una escuela joven, muy experimental, nutrida de un selecto grupo de profesores que nos regalaron una manera de ver la profesión creo que muy avanzada a su tiempo, en la que quedaba muy claro que cabían muchas formas de ejercer la profesión y por tanto, muchas maneras de hacer Arquitectura con el máximo compromiso.
Aunque hice un máster de Teoría e Historia de la Arquitectura en Barcelona para completar mi formación, mis referencias cada vez están más alejadas de ella. Creo que la primera vez que entendí que esta simultaneidad era posible fue cuando escuché a Martí Guixé en la escuela hablando de sus arquitecturas para peces…
Después gané una beca y un premio con mi Proyecto Final de Carrera y desde entonces, he tenido la suerte de sentirme siempre como en casa en dos ciudades maravillosas como son Barcelona y Madrid, en las que tengo muchos amigos a los que admiro profundamente, que me han ayudado a ampliar esta visión desprejuiciada y optimista de posicionarse en el mundo.
Comb para Lugupell
En Studio Animal abordáis los proyectos desde “propuestas relacionadas con el pensamiento ultra contemporáneo y sus vínculos con el hábitat en que vivimos. ¿Es esta vuestra razón de ser?
Es un ‘statement’ muy claro: el prefijo ultra me encanta porque es en sí un futurible –después de-, y porque a la vez se refiere a lo extremo. Hay un esfuerzo permanente por comprender el mundo que me rodea hoy, desde una posición propositiva y optimista, el mundo contemporáneo al que pertenecemos y que estamos construyendo.
Me gusta pensar que estoy en el presente como un ‘ultra’, siempre mirando hacia adelante con un posicionamiento radical dentro de lo que hago y a su vez, sin perder de vista la historia. Es una forma de estar que desde luego se refleja en nuestros proyectos, alejados de la tendencia pero muy conscientes de ella, así como tremendamente influenciados por el pasado.
Vuestros trabajos van en busca de un futuro súper optimista. ¿Cómo se muestra el sentido del humor a través de objetos y espacios interiores?
No entiendo otra manera de construir el futuro si no es desde el optimismo. Yo tengo mucho sentido del humor; además el humor manchego es muy particular, tiene algo surrealista y eso se traslada a mi trabajo de una forma bastante natural. Creo que trabajar con los interiores genera una suerte de acercamiento a los proyectos que sin ser menos intenso, sí puede que sea más ligero.
Todas las circunstancias que rodean al proyecto de interiorismo son mucho más fugaces que las de proyectar un edificio. Empezando por la burocracia, pasando por los tiempos y terminando por el peso que se le otorga en la propia disciplina. Esto te permite tener un acercamiento más relajado, que te deja bromear o ser irónico, sin que por ello pierda ni una pizca de intensidad ni profesionalidad.
Cortina para Kriskadecor
¿Qué elementos son los que más suelen repetirse en la ‘wishlist’ de vuestros clientes?
Todos nuestros clientes son personajes particulares por una razón u otra, y en realidad son bastante conscientes de sus particularidades. Nuestro trabajo consiste en ayudarles a convertir eso que es característico de ellos y de nadie más, en un valor en términos espaciales y arquitectónicos.
La mayoría de las veces tienen intuiciones muy acertadas y son capaces de articularlas y transmitírnoslas. Otras veces no es así, pero están ahí latentes, y entonces actuamos como una especie de traductores de sus deseos y expectativas, materializándolas en arquitecturas específicas para ellos.
¿Y serías capaz de nombrar los elementos sin los cuales no podría entenderse el trabajo de Studio Animal?
Sin duda, la experiencia espacial, el color, la geometría y el humor son las cuatro constantes en nuestro trabajo. Siempre trabajamos desde un posicionamiento profundamente arquitectónico. Esto ha impregnado nuestra forma de abordar todos los proyectos, donde el trabajo con el espacio y la experiencia del habitar siempre están primero. Nunca diseñamos de fuera hacia dentro, sino al revés, con la conciencia de que los interiores son los espacios que realmente acogen y dan cabida a las vidas, los sueños y las fantasías de los hombres. La geometría y el color son las herramientas que nos ayudan a conformar estas experiencias espaciales y, por último, el humor, lo surreal, lo lúdico… sobrevuela nuestra manera de hacer de forma casi inconsciente.
Trap, para Kaydy Cain
En Studio Animal os movéis desde la pequeña escala del diseño industrial, hasta el diseño integral de la propuesta espacial, pasando por la planificación de la imagen de marca y ofreciendo proyectos a medida para cada cliente. ¿Qué proceso creativo seguís para confeccionar estos trajes a medida arquitectónicos?
Detrás de un buen proyecto siempre hay un buen cliente, que ha entendido la importancia de nuestro trabajo y busca diferenciarse a través del valor añadido que le podemos aportar. Nuestro proceso pasa por trabajar de manera muy específica con cada encargo y siempre arranca con un minucioso ejercicio de conocer al cliente.
Siempre empezamos cuestionando el propio encargo, intentando que el cliente vaya más allá de aquello que conoce. Tratamos de poner en crisis cualquier solución preestablecida. No hay fórmulas que resuelvan los proyectos y nunca repetimos soluciones: entendemos que cada proyecto es una oportunidad para trabajar en una nueva dirección. Sin embargo, sí hay líneas de trabajo o de investigación que permiten ir saltando de unos proyectos a otros, y que de alguna forma acaban generando pequeñas familias, como nuestra serie de proyectos para Munich.
Tent para Munich
¿Cuánto tiempo dedicáis a buscar elementos únicos que puedan marcar la diferencia y crear una identidad para el cliente? ¿Soléis seguir tendencias?
La tendencia va en contra de la identidad, ¿no? Si lo piensas bien, la tendencia homogeneíza y acaba generando productos parecidos que además, para colmo, siempre son una versión descafeinada del original. Nuestro objetivo precisamente es ayudar a nuestros clientes a encontrar una identidad espacial que les diferencie del resto, más allá de modas. Esto no significa que no tengamos en cuenta las modas, o que necesariamente vayamos en contra de la tendencia: nuestras reflexiones no se fundamentan únicamente en esto sino en procurar ir un paso más allá. Creo que este es un elemento de diferenciación clave en nuestro trabajo.
Munich ha entendido esto a la perfección. Como marca, no tiene que parecerse a nadie. Es una marca con una tradición histórica y una relación con la vanguardia suficientemente intensa como para definir su propia imagen. Llevamos siete años trabajando de la mano y el proceso siempre está abierto y cada día es más enriquecedor. En nuestros últimos proyectos creo que hemos conseguido un buen equilibrio entre identidad de la marca, experiencia memorable y optimización de tienda en términos más funcionales. Las tiendas de Málaga y Madrid son para mí dos trabajos que de alguna manera sintetizan el trabajo de todos estos años, así como los valores de la marca, a la perfección.
7 doors
Otro de vuestros últimos trabajos que llama la atención es la espectacular reforma que hicisteis en una vivienda ubicada en un edificio de 1913 en Madrid (7 doors). ¿Cómo lograsteis dar una dimensión completamente nueva y contemporánea a elementos con más de 100 años?
‘7 Puertas’ es un proyecto que nos ha exigido entender de forma muy precisa el peso de la historia y reflexionar acerca de la preservación del espíritu de un lugar. Para trabajar en lugares así, tienes que ser capaz de discernir sobre qué es valioso y qué no, y dónde radica ese valor. La antigüedad por sí misma no otorga necesariamente valor a los lugares. La estructura espacial de la casa, sin embargo, sí tenía un gran valor, así que la propuesta la pone en valor y trabaja sobre ella para adaptarla a las exigencias y la flexibilidad de la nueva vida en la casa. La sencilla operación de mover las puertas a otro lugar altera radicalmente esta forma de habitar y abre la casa a la calle.
¿Cuáles dirías que son los proyectos que mayores retos os ha presentado? ¿Cómo se gestionan estos momentos de crisis a nivel creativo?
En realidad, cada proyecto para nosotros es un reto, no solo porque no se repiten soluciones, sino porque no las conocemos a priori. Nos fascina lo desconocido y la incertidumbre, lo que se traduce en una sucesión de ejercicios que, casi a modo de experimento, intentan resolver determinadas problemáticas. Este modo de hacer es precisamente el que ha acabado generando la propia identidad del estudio. En este sentido, somos un estudio que arriesga mucho. Y esto nos lo podemos permitir porque tenemos unos clientes que confían mucho en nosotros, pero también porque siempre hay un equipo de producción detrás que no solo acepta estos retos, sino que los afronta con el mismo entusiasmo que nosotros.
En este momento estamos diseñando unos elementos para la nueva vida del museo Ca2M de Móstoles que ni siquiera sabíamos cómo se tenían que construir cuando los dibujamos. Acabamos de fabricar los prototipos bajo la producción de Novodecor (que construyen todas las tiendas que diseñamos para Munich). Sin la complicidad y la sabiduría de los oficios, este tipo de trabajos es inviable.
Proyecto ganador para la sala VIP de ARCO 2021
Echando un vistazo a vuestros últimos proyectos, está claro que desde Studio Animal ya os habéis adaptado a esta nueva normalidad. ¿Hacia dónde se dirige vuestro estudio en el futuro? ¿Estáis trabajando en algún proyecto del que queráis hablarnos?
Hay dos proyectos sobre la mesa que trabajan específicamente con esta nueva normalidad y que nos han permitido reflexionar sobre esta manera nueva e inesperada de relacionarnos en el espacio interior. Por un lado, hemos ganado el concurso para la sala VIP de Arco junto a Gonzalo del Val y Toni Gelabert, en la que construiremos la ilusión de estar en un exterior dentro de la feria a partir de una retícula de 82 abedules que acaban materializando un bosque onírico. Por otro lado, el proyecto para el Ca2M del que te hablaba, que trata de visibilizar las relaciones entre humanos y no humanos en la nueva vida del museo, en el que aparecerán nuevos habitantes que bailan con los visitantes.
También estamos trabajando en un nuevo proyecto de oficinas, que surge a raíz de esta nueva normalidad y el concepto de tener el lugar de trabajo junto a tu propia vivienda, evitando desplazamientos pero preservando la independencia necesaria para una perfecta convivencia entre lo personal y lo profesional. Además, este proyecto está en la Colonia de la Prensa, en Carabanchel, una joya en los suburbios madrileños... Por último, estamos con un proyecto de vivienda en Barcelona que nos apasiona por la naturaleza del encargo: ya sabéis, hacer un traje a medida.
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Texto: Anna Alarcón @_annalarcon
Imágenes: José Hevia y cortesía del estudio