Leonor Serrano Rivas entiende al público que presenciamos sus obras como un elemento indispensable para que la experiencia artística suceda. Para ello, suele recurrir a técnicas como la lógica del sueño, la cual concibe como una realidad paralela compartida que trasciende lo individual, así como a saberes antiguos, como el nudo de grullo, los cuales rescata como forma de conocimiento totalmente válida para demostrar que arte y ciencia pueden convivir. Así es como la malagueña contribuye a que la cultura contemporánea siga siendo un pilar fundamental de nuestra identidad y legado.
«Nubes de nebulosas» 2023 ©Roberto Ruiz
Leonor Serrano Rivas: «Todavía hay mucho por mejorar en cuanto al apoyo a los artistas contemporáneos y emergentes en nuestro país»
Leonor, a grandes rasgos, tu trabajo se sirve de la instalación como medio a la hora de generar espacios en los que el espectador deja de ser un mero agente pasivo para cobrar una función capital. ¿Cuándo te das cuenta de que precisas del papel del público para que tus piezas estén completas y cómo consideras que ha evolucionado esta visión desde tus primeras creaciones?
Desde mis primeras obras, me di cuenta de que la interacción del público era fundamental para que las piezas estuvieran completas. Mis instalaciones se conciben como espacios que invitan al espectador a asumir un papel activo, transformando las obras con su presencia y movimiento. Esto se refleja en la exposición «Magia Natural», en el Museo Reina Sofía 2022, donde la disposición de las obras está cuidadosamente diseñada para provocar diferentes posturas y perspectivas en el visitante.
Para articular los tres espacios que componían esta muerta, utilicé fragmentos del poema épico de Gonçalo Tavares, «A Voyage to India», como guía narrativa. En el Espacio 1, las obras se sitúan a la altura de los ojos, permitiendo un diálogo directo y una conexión más íntima con el espectador. En la Sala Abovedada, las proyecciones están suspendidas a 4 metros de altura, lo que obliga al visitante a levantar la mirada, modificando así su postura corporal y su forma de interactuar con el espacio. Finalmente, en la Sala de Protocolo, las Tables of the Moon (Tablas de la Luna) se encuentran en el suelo, obligando al espectador a agacharse o a subir una escalera para contemplarlas desde un nivel superior. Estos pequeños cambios en la disposición en el espectador crean sutiles acciones performativas que alteran la experiencia estética y hacen que el visitante se convierta en parte activa de la obra.
Estudiaste Arquitectura y Bellas Artes en Madrid y Londres, donde has residido casi una década desarrollando gran parte de tu trayectoria artística. ¿Cómo han influido ambas capitales en tu trabajo?
Madrid fue el comienzo, el germen de mi trayectoria artística. Estudiar simultáneamente Arquitectura y Bellas Artes me permitió desarrollar una forma de abordar los proyectos desde diferentes perspectivas, combinando lo mágico y lo alquímico con lo estructural. Aprendí a moverme entre lo micro y lo macro, entendiendo el espacio no solo en términos físicos, sino experiencial. Fue como aprender a mirar con otros ojos. Pero cuando llegué a Londres, todo lo que había dado por sentado en Madrid se tambaleó. Mis referentes y mi manera de trabajar no eran tan conocidos en el contexto anglosajón, lo que me obligó a replantearme y a buscarme a mí misma de nuevo.
Estudiar en Goldsmiths y más tarde en Slade me ofreció un entorno académico y artístico muy estimulante, donde pude cuestionar y expandir mi práctica en nuevas direcciones. Los referentes institucionales y las producciones que se presentaban en Londres durante esos años fueron el germen de la conversación artística europea, lo que me permitió participar en un diálogo más amplio y transformador.
Además, mis últimos años en el Reino Unido los pasé en Oxford, un lugar con una tradición académica muy arraigada. Allí estuve involucrada en programas de estudios que me permitieron tener experiencias únicas, como asistir a una charla de Joan Jonas para solo 10 artistas. Fue un privilegio y una experiencia profundamente transformadora que influyó significativamente en mi desarrollo como artista.
«Carcasa Nº 12» 2024 ©Javier Artero
Sin embargo, hace relativamente poco volviste a tu estudio de toda la vida, en Málaga. ¿Cuándo y por qué tomas esta decisión?
Regresé a Málaga de forma temporal y casi accidental, pero ha sido el mejor de los accidentes. Estoy feliz de estar de vuelta porque me permite trabajar de manera mucho más cercana con una serie de colaboradores, a quienes me gusta llamar «cómplices». Ellos hacen posible que mi trabajo alcance unas materialidades increíbles. En Londres, la producción artística era complicada: los estudios eran pequeños, y acceder a ciertos oficios y materiales era difícil, lo que limitaba la improvisación y la experimentación.
Mi trabajo, especialmente en los últimos años, se ha enfocado en explorar nuevas metodologías de creación y en desafiar procesos artesanales y para ello necesito establecer relaciones estrechas con estos colaboradores, casi como si fueran parte de mi familia profesional. Esto era difícil de conseguir en Inglaterra.
En Málaga, estoy en mi territorio, entiendo la idiosincrasia y la adoro. Puedo ir a un taller, compartir una idea y ellos abren sus puertas, aceptando el reto de materializarla. No todas las producciones las realizo aquí, pero sí las gestiono desde Málaga, viajando a distintos puntos de España según el proyecto lo requiera. Todo es más fácil y cercano, y creo que esto se refleja en mi trabajo.
En una entrevista admites haber tenido bastante apoyo institucional en España desde tus inicios. Sin embargo ¿crees que, en términos generales, se da suficiente mimo a los artistas contemporáneos o emergentes en nuestro país? ¿Por qué?
Sí, he tenido la suerte de contar con apoyo institucional en España desde mis inicios, lo cual ha sido fundamental para el desarrollo de mi carrera. Sin embargo, creo que en términos generales todavía hay mucho por mejorar en cuanto al apoyo a los artistas contemporáneos y emergentes en nuestro país.
El problema del apoyo al arte contemporáneo en España es, como dices, de base. Por un lado, es fundamental acercar el arte contemporáneo al público desde el comienzo, en las escuelas, para que la gente lo entienda y lo valore como parte de la cultura y riqueza de un país. La educación artística debería ser una prioridad, y no solo en las etapas iniciales, sino en toda la formación académica, como propone el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), que aboga por un estudio más profundo del arte en el sistema educativo español y una mayor conexión entre la comunidad artística y las instituciones educativas.
En cuanto al apoyo económico, no se puede depender únicamente de las ayudas públicas. Es necesario crear una red de apoyo privado de calidad, promoviendo el coleccionismo y ajustando políticas fiscales como el IVA cultural, que en España es considerablemente más alto que en otros países europeos. Esto provoca una fuga de capital y dificulta el acceso al arte contemporáneo, ya que muchos optan por comprar fuera del país debido a la diferencia de precios (pues son más bajos en otros de la zona euro).
Además, es crucial fomentar una cultura de mecenazgo. La colaboración entre el sector privado y el artístico debe ser más sólida, y la sociedad debe comprender la importancia del arte para el desarrollo cultural del país. A diferencia de otros países europeos, donde el mecenazgo está respaldado por incentivos fiscales más generosos, en España, los beneficios fiscales para quienes apoyan la cultura son limitados, lo que desincentiva la inversión privada en proyectos culturales.
Tenemos la suerte de pertenecer a un país que ha sido un ejemplo de exportación cultural a nivel mundial. Desde nuestro extraordinario patrimonio arquitectónico, con ejemplos como la Alhambra o la Sagrada Familia, hasta figuras icónicas del arte moderno como Picasso, Miró y Dalí, quienes, aunque tuvieron que buscar oportunidades fuera, terminaron siendo reconocidos globalmente y valorados en su tierra natal. El reto que enfrentamos ahora es seguir apoyando y fomentando la cultura contemporánea para evitar que los talentos actuales sigan ese mismo camino y puedan desarrollarse plenamente aquí.
Todos formamos parte de la creación del patrimonio de mañana, y es responsabilidad de todos, tanto de instituciones como de la sociedad, contribuir a que la cultura siga siendo un pilar fundamental de nuestra identidad y legado. Es un desafío que requiere un cambio de mentalidad tanto en la educación como en la valoración del arte a nivel social y económico.
Documentación de la performance «Te dejo la profundidad» 2024 @Victor Hugo Martin
Para presentar al público como actor y agente imprescindible en el espacio expositivo como hablábamos al principio, sueles recurrir a la lógica del sueño. ¿De qué manera los acontecimientos más fantásticos y las escenas más inverosímiles que se desarrollan en nuestros sueños te inspiran?
El sueño, en mi obra, va más allá de una experiencia individual y se convierte en un sueño colectivo, una realidad paralela compartida que nos conecta en un nivel más profundo. Me inspiro en la idea de Roger Caillois de cómo los sueños y la imaginación pueden construir realidades alternativas que desafían lo conocido y nos permiten explorar posibilidades que van más allá de la lógica racional.
En la exposición «El sueño de la aventura» en el C3A de Córdoba 2019, este enfoque se ve reflejado en la forma en que los vídeos y las esculturas se entrelazan para crear un entorno más onírico si se quiere. En obras como «Estrella» y «El sueño de la boca», utilizo la metáfora del agua y la interacción con la luz para transportar al espectador a un mundo donde la percepción se distorsiona, invitándolo a participar en una especie de sueño lúcido. Las proyecciones, las sombras y los reflejos se convierten en elementos casi etéreos que desafían la realidad del espacio expositivo y evocan la sensación de estar inmerso en un sueño, donde cada movimiento y cada perspectiva revelan una nueva capa de significado.
Los sueños, con sus imágenes cambiantes y su narrativa fluida, me permiten explorar cómo la mente humana puede transformar lo cotidiano en algo extraordinario. Y, al igual que en los sueños, mi intención es que el espectador no solo vea, sino que sienta y se deje llevar más allá de la linealidad del tiempo y el espacio. Es decir, una experiencia no solo visual, sino donde otros sentidos y lo irracional se vuelvan tangibles.
Tu último gran proyecto fue una residencia en Abadía Retuerta, organizada por Frenesí. Estuviste un año investigando y trabajando y el resultado fue una serie de obras nuevas y específicas que culminaron en una performance, un tapiz, y una pieza de exterior, todas bajo el título «Te dejo la profundidad». Ya que también diseñaste y produjiste todos los elementos –incluyendo vestuario, ramos y arreglos florales–, ¿qué parte de todo el proceso disfrutaste más?
Disfruté todos y cada uno de los momentos del proceso, desde la investigación inicial, los viajes a los archivos locales, hasta el trabajo junto a la asesoría científica. Sumergirme en la historia y los detalles específicos de Abadía Retuerta fue fascinante y también me apasionó la producción de cada elemento: diseñar el vestuario, crear los ramos y arreglos florales, pensar en cómo cada componente se integraría en la performance y en las obras finales…
Lo que más me gusta de un proyecto es precisamente la creación de un imaginario colectivo, un universo que toma forma gracias a la colaboración de todos y cada uno de los agentes involucrados. En este caso, éramos un elenco de más de 30 personas orbitando en torno a ese imaginario que he creado, aportando sus talentos y conocimientos. El proceso creativo se enriquece con estas interacciones y la obra final se convierte en un reflejo de esa sinergia compartida, donde cada detalle y cada aportación forman parte de un todo cohesivo y significativo. Ver cómo ese imaginario colectivo se materializa y cobra vida es, sin duda, una de las partes más gratificantes de mi trabajo.
Documentación de la performance «Te dejo la profundidad» 2024 @Victor Hugo Martin
En los próximos meses te esperan tres solo shows. Dos con tu galería Carlier Gebauer: el primero en Madrid, durante ARCO, y el otro en Berlín, y uno en Le Lait, Albi, Francia, en marzo. Ya que este último es en un centro de arte que ha estado cerrado durante 3 años, ¿cómo estás preparando la que supondrá la exposición de su reapertura?
Para la exposición en Le Lait, Albi, estoy tomando como punto de partida todo lo investigado en Abadía Retuerta, tanto a nivel conceptual como formal. Estoy trabajando en una nueva película que se centra en los herbarios y las plantas, explorando cómo estos elementos naturales guardan historias y conocimientos transmitidos a lo largo del tiempo.
Además, ahora tengo la oportunidad de profundizar en otras formas de producción que en el proyecto anterior solo se esbozaron. Estoy experimentando con la cerámica, el tejido natural en lana, los tintes naturales y, en un sentido más amplio, con la alquimia. Me interesa explorar cómo estas prácticas tradicionales pueden dialogar con el presente y cómo, a través de ellas, podemos rescatar y reinterpretar saberes antiguos en un contexto contemporáneo. Esta exposición será un reflejo de ese proceso, un espacio donde naturaleza, historia y técnica se entrelazan para crear un imaginario renovado.
Para las nuevas producciones también continúas con las investigaciones y vídeos que iniciaste en la residencia, centradas en cerámica y textiles hechos a mano, pero esta vez usando la técnica del nudo de gurullo. ¿Qué es lo que más te atrae de la misma?
La técnica del nudo de gurullo que utilizo en las nuevas producciones me atrae por su profunda conexión con las tradiciones artesanales y su capacidad para tejer historias a través de un proceso repetitivo y manual. Este nudo, que pertenece al pueblo, se utilizaba en las labores de las mujeres mientras transmitían saberes populares en forma de canción. Representa la transmisión de conocimientos y valores comunitarios a lo largo del tiempo, lo cual contrasta con otros nudos, como el nudo español, que estaba asociado a la nobleza y al lujo.
El nudo de gurullo se enriquece en el saber popular y en su capacidad de conectar a las personas a través del trabajo manual y el canto. En el contexto de Abadía Retuerta lo utilicé para confeccionar un tapiz que funcionaba como un mapa del territorio, integrando los elementos naturales y culturales de la zona. En mis nuevas obras, continúo explorando esta técnica porque encarna esa idea de conexión y transmisión de conocimientos que quiero plasmar, uniendo materiales, personas y territorios en una narrativa que celebra lo popular y lo artesanal.
«Carcasa Nº5» 2024 ©Andrea Rossetti
¿Cuánto de importante es para tu proyecto rescatar y acercar los saberes antiguos a la actualidad a través del arte como forma de conocimiento totalmente válida?
Mi trabajo busca ser un nexo entre esos conocimientos ancestrales y nuestro tiempo presente, utilizando el arte como una forma válida de conocimiento. A través de elementos como el tapiz tejido con nudo de gurullos, los injertos cerámicos o la performance, intento rescatar y reinterpretar técnicas y tradiciones que aseguran un futuro sostenible.
Este enfoque no solo recupera prácticas del pasado, sino que también se convierte en una metáfora de cómo estos saberes se entrelazan con nuestro entorno y nuestra forma de habitar el mundo.
¿Consideras que esta idea puede convivir con, por ejemplo, la Inteligencia Artificial?
La IA jamás podrá reemplazar a la artesanía. Lo que busco es precisamente crear formas de hacer e inventar nuevas tecnologías donde los archivos y fuentes históricas me permitan tensionar y explorar la artesanía.
Me interesa rescatar métodos antiguos y adaptarlos a nuestro tiempo, siempre desde el máximo respeto, porque los conocimientos de los artesanos son infinitos en comparación con los míos. Al inventar nuevos métodos, busco una evolución, un cambio, pero manteniendo la esencia de lo manual y lo ancestral.
La IA puede ser una herramienta de investigación valiosa, ayudándonos a explorar y documentar, pero no puede replicar la esencia de un proceso artesanal. Puede copiar con precisión en láser o hacer réplicas, pero la artesanía implica un conocimiento profundo, un hacer con las manos y un vínculo emocional con el material y el proceso. Es un saber que se transmite de generación en generación, cargado de historia y humanidad, algo que ninguna tecnología podrá replicar.
Ya has reivindicado en varias ocasiones la separación total que existe en la actualidad entre arte y ciencia, ¿por qué piensas que a día de hoy se entienden ambas disciplinas como polos opuestos?
Parece que el arte y la ciencia se perciben como disciplinas opuestas porque se les ha asignado roles muy específicos y separados en nuestra sociedad: la ciencia como búsqueda de verdad objetiva y el arte como expresión subjetiva. Sin embargo, históricamente, especialmente en períodos como la Edad Media y el Renacimiento, estas dos áreas del conocimiento estaban profundamente interconectadas.
En ese entonces, la ciencia y el arte no solo coexistían, sino que se complementaban y enriquecían mutuamente. La alquimia, por ejemplo, era tanto un proceso científico como una búsqueda espiritual y artística.
Creo que es necesario volver a ese entendimiento más holístico, donde ambas disciplinas se nutran mutuamente y permitan una comprensión más completa y enriquecedora de la realidad.
Vista de exposición «Rewilding», Kunsthaus Baselland, Basel (2024) ©Kunshausbaselland
En paralelo a estos grandes proyectos de los que hablábamos, estás trabajando en esculturas y tapices en el estudio, las cuales defines como una vía de escape que te da fuerzas para los proyectos más largos e intensos. Cuéntame más.
Ahora mismo tengo unas cinco vías de escape o formas de producción nuevas, cada una con su temporalidad y metodología distinta. Todas coexisten, pero no estoy trabajando en todas a la vez constantemente. Vas y vuelves a ellos, investigas en paralelo y cada experiencia alimenta a las demás. Es una forma de mantenerme activa y creativa, alternando entre proyectos más largos e intensos y estos momentos de creación más íntimos y pausados.
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Anna Alarcón: @_annalarcon
Imágenes: Cortesía de la artista