La primera entrevista que yo publico en Vanidad debió de ser en el año 1994 ó 1995 a los Killer Barbies. En mi afán de querer ser periodista gonzo buscaba grupos y gente que me gustaban y después ofrecía las entrevistas. Fui a Santa Coloma de Gramanet a seguir a los Killer Barbies e hicimos una sesión de fotos en un supermercado y a los miembros del grupo subidos a los carros. Esto es antropología. A mí siempre me ha gustado la revista. Bueno, mi suegra, América, colaboró también en Vanidad haciendo el horóscopo. Vanidad siempre ha formado parte de mi vida.
Aunque lo comentas de alguna manera en el prólogo del libro, ¿cómo surgió la idea de escribirlo? Los editores te lo propusieron, pero ¿cómo elegiste los temas? Yo nunca he tenido ninguna pretensión de hacer una carrera de escritor, o subescritor (como salgo en la tele, me consideran un escritor mediático). Pero tenía una deuda con la editorial (Espasa Calpe) porque si hay un libro que he perseguido hacer es “Fabiografía”. Cuando escribí “Haciendo majaradas, diciendo tonterías”, que era un libro por encargo, llegué a un acuerdo para poder sacar el de Fabio. Y al estar en deuda me encargaron este nuevo libro. Cuando les pregunté: “¿Qué queréis que haga?”. La respuesta fue: “lo que quieras”. Entonces, me inventé el “Vaquerizismo”. Y como Mario Vaquerizo es periodista, tiene esa parte alocada, y otra más seria y puede juntar tres palabras, la editorial sigue invirtiendo en mí. De ahí, ha surgido el “Vaquerizismo”, un nuevo ismo para la vida moderna.
¿Y a quién le recomiendas practicarlo?
Esto no es una religión. Además, no me gustan los dogmas, no pretendo imponer ni aleccionar. Creo que la gente que lo puede seguir es aquella que no sea prejuiciosa, que sepa reírse de sí misma, los que no sean políticamente correctos. Esta es la mayor tiranía y censura del siglo XXI.
Y también el "postureo"...
Bueno, siempre lo ha habido. A las “postureras” yo las llamo las “supuestas”. Siempre ha habido gente así: maquilladoras, estilistas, modernas, petardas... Simplemente, cambia el término. Es gente maleducada que intenta proyectar una seguridad en sí misma que no deja de ser mala educación y demuestra inseguridad. Pero yo abogo por la buena educación y la sencillez. Se puede ser muy divino sin la necesidad de ser borde. Yo he conocido a Deborah Harry de Blondie y me ha recibido en su camerino de forma muy normal, después vienen cuatro indies que están muertas de hambre y te preguntan qué haces en su camerino. En esta vida hay que ser auténtico y sincero con uno mismo.
Todo el mundo conoce al Mario de los programas y la diversión pero ¿es duro escribir un libro? ¿Qué rutina seguías y cómo puedes hacerla compatible con el resto de compromisos de tu vida?
Hasta para ser divertido y estar en el mundo de la tele tienes que ser disciplinado. Cuando me veis en la tele u oís en la radio, estoy trabajando. Otra cosa es que yo tenga un espíritu muy lúdico y contemple desempeñar mi trabajo con una faceta que es la que me pide ese medio, la de gamberro, despropositado. Pero después como manager, como agente de prensa soy muy germánico. Para meterme en este libro, me lo he currado: empecé a escribirlo estando con Fangoria en Londres. Había días que editaba sin parar y otro día paraba.
Entonces, no desfalleces nunca… A la gente le sorprende mucho pero soy todo eso. ¿Y cómo te da tiempo? ¿Sabes lo que es? Llevando una vida ordenada. ¿Y tú también te haces listas como Alaska? No porque yo no estoy loco. Es vivir en una frustración. Tienes que tener una perspectiva pero no te puedes autoprogramar y tratar de programar a los demás porque no somos robots. Eres todoterreno, periodista, manager, dj, cantante en las Nancys, colaborador en programas de radio y televisión, ¿qué te queda por hacer? Dirigir una revista, ser fotógrafo… Terminar por fin de hacer mis scrapbooks, algo que me encanta, como hacían Grace Kelly, Cecil Beaton… Luego, todo lo que hago, más comprar en todocolección, más ir a merendar con Fabio McNamara, más los Burger parties. Pero lo más importante en la vida para poder hacer todo es dormir una media de siete horas al día e ir al gimnasio. Tener una vida ordenada es lo que te permite hacer todas estas cosas que haces. Y ahora has vuelto a la universidad… Ahí tengo crisis por la mierda de la internet. Yo empecé la facultad en el año 92, iba con mi carpetita forrada a clase y tenía cinco asignaturas anuales. Me quedé con eso y hace dos años quise volver a ser universitario así que me matriculé en Información y Documentación. Siempre le digo a la gente: estudiar, si ser universitario es total. Ahora que se hace todo por el campo virtual, me he desilusionado mucho. Sigo matriculado porque yo hasta para ser estudiante quiero ser profesional, o saco sobresaliente o nada. Pero me cago en el plan Bolonia, no quieren que la gente joven estudie, la quieren desmotivar. Porque cuanto más sabe, la gente es más crítica, incomoda y contesta. ¿Por qué elegiste esa carrera? Para perpetuar todos mis archivos y saber ordenarlos. Porque todos tus libros como tus discos son un reflejo de lo que eres. Está la banda sonora de tu vida, que es tu discoteca, y la banda literaria de tu vida. No ordenas de la misma manera una biblioteca pública que una privada. Pero sobre todo, es la importancia de mantener el papel. En este libro reivindicas un montón de personajes y cuentas que John Waters te dijo de aparecer en una película suya, ¿en qué quedó esa anécdota? En nada. Como yo nunca he sabido inglés, que no es algo de lo que no me vanaglorio, porque ha sido producto de la vaguería en mi adolescencia, cosa que me pasa factura porque me estoy perdiendo cosas maravillosas. Pero tuve la oportunidad de entrevistar a John Waters y, como no quería perder el tiempo con el traductor, dije que yo sabía inglés y me aprendí las preguntas de memoria. Alaska, que entonces hacía de mi sexy secretaria y me traducía la entrevista me dijo: "¡Mario, te acaba de decir John Waters que te invita a ser uno de los personajes de su próxima película!". Él lo diría de manera agradable. Menos mal que no lo entendí porque si no, yo me voy a Baltimore y estoy ahí hasta que John Waters me saque en su película. He tenido muchas experiencias de esas porque me he dedicado a hacer en todo momento lo que me apetecía. Y eso no quiere decir que no te lo tomes en serio y tengas una responsabilidad. Bueno, de hecho, le escribí una vez para que dirigiera un videoclip de Nancys Rubias y me dijo que muchas gracias pero se lo habían pedido también todos sus amigos y les tuvo que decir que no a todos.En tu libro hablas de que cuando se adquiere el estatus de famoso lo mismo se tienen fans que detractores, ¿qué opinas del fenómeno de los haters en las redes?
Te lo digo así: “Que les den por culo”. Porque a mí no me gusta la negatividad y por otro lado, me da mucha pena. A mí me gusta decir las cosas bonitas y si algo no me gusta, lo obvio y no le presto atención. Cuando los haters se dedican a criticar a todo tipo de gente que les quede claro que en el fondo son unos perdedores porque a los que insultan nos sentimos superiores. Porque si a ti que no te intereso, pierdes el tiempo en hablar de mí y cuestionarme es porque no tienes el trabajo que yo tengo. Tengo tanto trabajo, gano tanto dinero, me gasto tanto dinero en Saint Laurent, me lo paso tan bien con mis amigos, que jamás tengo tiempo en prestar atención a lo que no me interesa. Con lo cual, los haters son unas pobres desgraciadas. Lo único es que mi madre lo puede pasar mal, pero a ella no se lo hace pasar mal nadie porque ahí me pongo como un talibán. Entonces, que tengan cuidadito. Pero que no me presten tanta atención.Volviendo a lo bonito. El final del libro me ha parecido optimista: “porque no olvidemos que todos podemos ser héroes aunque sea por un día, como cantaba Bowie. Otro freak. Así que bienvenidos al freak show”. Es un reconocimiento a la singularidad de las personas, ¿no?
Pues sí porque muchas veces nos vemos metidos en un mundo… Como bien dices, además la palabra es freak, que no freaky. Porque la gente que usa el término freaky no saben quién es Tod Browning y cuál es la etimología original de freak que significa raro y diferente, pero en condiciones. Entonces, según escribía este libro, pensaba que tenemos que alzarnos un poco los que somos freaks y entiendo por ello, ser diferente, singular, dueño de tu vida más allá del cuestionamiento de unos y de otros. Yo quiero ser un freak. Esto lo escribí antes de que muriese Bowie. Y le dije a Olvi: tradúceme la canción, porque yo no entendía bien la letra. Y esa frase es preciosa: “podremos ser héroes aunque fuera por un día” para los demás porque seguimos siendo héroes cada día. Hay que creer en uno mismo, por eso, somos héroes. Por eso, viva el Vaquerizismo y a tomar por culo. María Díaz del Río - @distritoeme Fotografía: Pedro Agustín Agradecimientos Dear Hotel, Gran Vía 80, Madrid