Russian Red, o lo que es lo mismo Lourdes Hernández, es ya una gran estrella de la industria musical en España. Ahora publica segundo disco y nos cuenta cómo ha sido el proceso desde Austin y Glasgow. UN DÍA, QUIZÁS SOLEADO, DESDE GLASGOW. Lourdes, ¿dónde estás ahora? En la calle Argyle. ¿Qué ves desde la ventana? Te contesto estas preguntas desde el estudio. Aquí la única ventana que hay da a la sala de grabación. Aunque suene un poco claustrofóbico, este aislamiento para trabajar es indispensable. Durante este mes y medio no ha existido nada más que las 14 canciones que hemos estado grabando, y es muy placentero notar que en este microuniverso todo está controlado. (Aquí freak del control compartiendo percepciones). ¿Cómo son tus días allí? ¿Qué te ha gustado de la ciudad? El apartamento y el estudio están en la misma calle, a 10 minutos de camino. Para que te hagas una idea de lo personaje que es Tony, el productor (quien en este momento sostiene un catálogo de herramientas de bricolaje para el hogar mientras asegura que va a comprar la mitad de los productos que en éste se muestran), cada día nos recoge en coche para venir hasta aquí. También nos conduce por la noche de vuelta a casa, y, a la hora de comer, único momento en que volvemos a ver la luz del día, nos lleva a comprar unos sandwiches y unas sopas a Piece, una cafetería que está también en la calle Argyle, frente a nuestro apartamento. Y sí, lo has adivinado, vamos en coche. Cada día, sin excepción, repetimos esta rutina. Después de varios años sin rutina, Rutina se ha convertido en mi segundo nombre. Había olvidado ya la certidumbre sana de saber qué va a pasar mañana. Vi hace tiempo un vídeo en el que recordabas cómo cada vez que ibas en coche con tu padre él te ponía siempre las mismas canciones. Decías que a ti no te importaba, porque te encantaban y esa repetición las hacía universales. Me gusta mucho todo lo que inspira ese recuerdo: ir en coche, escuchar canciones, pensar tan pequeña en que una canción es “universal”. ¿Sigues manteniendo esa noción de universalidad para algunas canciones? ¿Podrías describirla? Esa sensación de universalidad sigue siendo sagrada e intocable y le corresponde sólo a esas canciones que escuchaba en los primeros años de mi vida. Aunque mi madre también ponía mucha música en casa, el sonido se diluía más que en el interior del coche, donde había que escuchar lo que sonaba, sin poder escapar, mientras duraba todo el viaje. Michael Jackson, Mecano, The Beatles, The Mamas and The Papas, Buffalo Springfield... ¿Podrías recordar para mí con un poco de detalle uno de esos viajes? ¿Dónde fuisteis? ¿Qué hicisteis? ¿Te gustaba pasar tiempo en el coche? Me gustaba mucho ir en coche, me parecía dificilísimo cambiar de marcha y todo eso. Solíamos ir todos los veranos a un pueblecito de Cantabria. Pensaba que las carreteras por las que íbamos para llegar hasta allí eran todas de mi padre, se las conocía muy bien. Justo antes de entrar en el pueblo, al final del viaje, a la altura del cartel con el nombre del lugar, solíamos chasquear los dedos como si hubiéramos aparecido allí por arte de magia. Ahora, cuando vas de gira, ¿sigues poniendo esas canciones cuando viajas? ¿Se han convertido un poco en ‘tu banda sonora de viaje universal’? Las escucho de vez en cuando. Algunas me ponen triste, con esa sensación buena del sentirse joven todavía, pero también con el temor de no poder escucharlas cuando hayan pasado (si Dios quiere) algunas décadas largas. Disfruto mucho con tus declaraciones porque eres muy “visual” recreando escenarios y momentos pasados. Me gustaría que lo hicieras con varias situaciones que te voy proponer. ¿Cómo era tu habitación de pequeña? ¿Y la de adolescente? Lo que más me gustaba de mi habitación cuando era pequeña eran las largas cortinas semitransparentes de color azul claro (me cubría con ellas y me hacía vestidos), y un muñeco de tela que era un hipopótamo y servía para guardar el pijama. De adolescente mi habitación era muy normal: escritorio bajo la ventana, una cama a la derecha y lo único que colgaba de las paredes era un cuadro de cerámica que mi padre me había traído de Fuerteventura, un espejo y un corcho con fotos y recortes de revistas. Por Marta Hurtado de Mendoza. Fotografías de Rafa Gallar. Realización de Adrián González. Si quieres leer el resto de la entrevista y ver todas las fotos, corre al quiosco y hazte con el número de abril de Vanidad. Aquí, la portada de abril de Vanidad protagonizada por Russian Red. SI TE HA INTERESADO ESTE ARTÍCULO, VISITA: -TAYLOR MOMSEN. -HA NACIDO UNA ESTRELLA.

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