Uno de los aspectos más encomiables de la errática carrera de
Sarah Jessica Parker es cómo se las apaña siempre ir vestida con ropa exclusiva de diseñadores sin tener remotamente aspecto de modelo. Y uno de los aspectos más encomiables de la estelar carrera del
poderoso guionista televisivo Ryan Murphy es conseguir codearse con lo más alto de las élites culturales a cambio de unos minutos en alguna de sus varias series, uniformemente odiadas por la crítica y masivamente seguidas por el público.
Por esta lógica, casi parece inevitable que la protagonista de
Sexo en Nueva York, la que popularizó los carísimos Manolos -
aunque en realidad lo de meterlos en la serie fuera idea de Pat Field, la diseñadora de vestuario- y el creador de la serie musical
Glee se unieran en un combo imposible para los mortales, usando como punto en común al otro gran icono que tienen en común:
la inefable editora de Vogue, Anna Wintour (
celebrity por derecho propio, sobre todo después de ser interpretada oficiosamente por Meryl Streep en
El diablo se viste de Prada).
Según anunció ayer Murphy en su recién estrenada cuenta de Twitter, uno de sus golpes de efectos para la temporada venidera de
Glee, la cuarta, será seguir las andanzas de sus dos personajes más populares en Nueva York, adonde se supone que habían ido para no volver a aparecer en ningún capítulo nuevo. Inevitablemente,
acabarán visitando la redacción neoyorkina de la revista Vogue y, también inevitablemente, conociendo a un sucedáneo de Anna Wintour interpretado por Sarah Jessica Parker.
A diferencia de la de El diablo viste de Prada, Wintour sí se ha interesado por esta versión de sí misma. Al menos eso se desprende del hecho de que ha accedido a ayudar a vestir a la actriz "adecuadamente" para el papel. Es decir, que está haciendo lo que solo ella puede hacer: llamar a
Karl Lagerfeld, Oscar de la Renta (que también es amigo de Parker),
Carolina Herrera, Derek Lam y
Marc Jacobs para pedirles que
diseñen ropa original para la actriz. O eso o, como mínimo, logrará que le adelanten algún diseño de los que tienen preparados para 2013 y se lo pongan a Parker.
Este acuerdo es uno de los mayores éxitos publicitarios de Ryan Murphy en años: con este gesto ha conseguido revolucionar a los fans de la serie, encantados de saber que van a seguir viendo qué le pasa a sus personajes favoritos (se supone que iban a desaparecer de la serie tras la temporada pasada); también a los fans de la moda, que se mueren por ver
qué vestuario ha logrado Wintour para Parker; y a los rabiosos fans de
Sexo en Nueva York, que querrán volver a ver a su actriz favorita de vuelta en la Gran Manzana con ropa de primera línea.
Seguramente el guionista también se habrá asegurado algún favor personal con el trato. ¿Hemos mencionado que la hija de Wintour,
Bea Shaffer, trabaja para él? Bien jugado, Murphy. Bien jugado.
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