La racha de acusaciones y problemas judiciales para la que fue niña prodigio de Hollywood,
Lindsay Lohan, no termina. Después de unos años de poco trabajo pero llenos de fiestas, drogas y alcohol, y tantos juicios como promesas de que va a volver a ser buena,
LiLo se ha topado con un nuevo problema legal: la pobre mujer ha devenido en sospechosa de un
supuesto robo de efectivo y joyas que suman prácticamente 100.000 dólares en casa de un multimilonario de Beverly Hills.
La cosa fue así: el 18 de agosto se supone que hubo un robo en casa de Sam Hagid, justo después de que Lindsay pasara allí la noche de fiesta. Desde entonces la especulación, policial y mediática, no ha parado. Lindsay ha aseverado que no tiene nada que ver (y a lo mejor es verdad, es solo que también la hemos oído decir muchas veces que "esa cocaína no es mía", "ese coche estrellado no es mío"...) pero la policia, que un principio no la consideró sospechosa, decidió interrogarla el día 20. No pudieron sacarle nada concreto. A las pocos días, cuando la presión mediática era tal que Lindsay estalló con un tuit en el que se metía con los medios...
De repente, a los pocos días, Magid cambió de historia y escribió una carta a la policía informándole de que, bien pensado, no le habían robado nada, que era todo un despiste. Que 100.000 dólares arriba o abajo, claro, es complicado llevar la cuenta. Desde entonces, la policia ha investigado, la elevado a "principal sospechosa" y, ante la falta de pruebas, la ha dejado en "persona de interés". De nuevo ante la falta de pruebas no se le acusará de nada, pero la duda ya no hay quien la cambie.
La implicación de Lindsay en el caso la ha pillado en un momento de reconstrucción y asentamiento de su vida, ya que hace pocos meses fue levantada su libertad provisional a cambio de dejar el volante en sus noches de desenfreno (hasta ahora, su único problema y la dilatado problema con la justicia).
Paula Delgado
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