Para ser un "Miserable" (es decir, protagonista de esa adaptación del existérrimo musical londinense que se ha rodado en relativo secreto y que ahora se ha adueñado del panorama cinematográfico en una sucesión de tráilers, reportajes y alfombras rojas), Hugh Jackman tiene su estilo. Cuando se paseó por Nueva York la semana pasada, más concretamente la alfombra roja del teatro Ziegfeld, donde se preestrenaba el filme, fue él el protagonista de
premiere internacional junto a esa compañera que ya no hay quien la separe del Oscar de la Mejor Actriz Secundaria, Anne Hathaway.
Fue de hecho ella la que se llevó los primeros flashes, posando de lo más sexy con vestido y sandalias negras de Tom Ford, y nada de ropa interior, cosa de la que se hicieron eco enseguida todas las cámaras allí presentes. Otra que no pasó desapercibida fue
Amanda Seyfried ya que en contraste con su belleza natural (a la cual nos tiene acostumbrados), rompió con un estilo
rockero de la mano
Alexander McQueen.
Pero las actrices llevan toda la vida siendo guapas y estilosas. Lo novedoso aquí fue lo impresionante que estaban Hugh Jackman y Rusell Crowe con un buen esmoquin negro Pero no uno cualquiera. Una cosa es que con buena percha todo lo que te pongas sienta bien, pero otra es plantarte en una
premiere con
un diseño de Louis Vuitton y sentar cátedra para los anales de hasta dónde puede llegar la elegancia. Acompañado por su mujer Deborah Lee-Furniss (momento cotilleo: ¿no es absolutamente adorable que el hombre más sexy del planeta esté con una mujer de físico normal, no una supermodelo imposible?), así pudimos verlo en la Gran Manzana.
Resulta bastante interesante comprobar cómo el protagonizar (y, ojo, bordar) una película musical está cambiando la imagen de Jackman. Se presentó ante el público hace una década como Lobezno, el superhombre que todo lo hace bien y que es más macho que el pelo en pecho de Chuck Norris. Y de esa imagen vivió, más o menos, este hombre con alma sensible, experiencia en el teatro musical (con disculpas a sus aficionados, posiblemente lo menos macho que hay) y capacidad para el drama.
Por fortuna ahora, tras años de verlo como Lobezno y de no comprenderlo como protagonista de dramas como "Australia", parece entreverse en la percepción que el público tiene de él una imagen más tridimensional, menos estereotipada; más dispuesta, vamos, a derretirse al verlo llorar al hablar de su madre en una entrevista que hizo para el mítico "60 Minutes" hace poco:
Otra muestra de su nueva imagen, jovial y cercana, es el relativo éxito viral que ha tenido verlo, despreocupado y derrochando glamour despreocupado (el único que cuenta, al y fin al cabo), cantando una sección de "Los miserables" con su compañero, Russell Crowe (otra estrella masculina que empezó siendo macho y todavía no ha encontrado la forma de redefinirse para mantener el interés, a pesar de sus notables habilidades para la actuación) en un piano bar de Nueva York. Así como quien no quiere la cosa.
Es una buena época para ser Hugh Jackman. Todo lo que pase a continuación en su vida se comparará siempre con la época en la que el público general, tan (comprensiblemente) vago a la hora de estudiar a fondo a sus ídolos, empezó a verlo más allá de Lobezno.
Texto: Paula Delgado
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