ROJUU acaba de lanzar su octavo álbum, titulado «Los Sueños de Nube». Un disco con un gran peso visual en el que el storytelling juega un papel fundamental. Y es que el proyecto, además de por un álbum con nada más y nada menos que 25 canciones, está compuesto por un cómic de más 230 páginas creado y dibujado al 100% por el artista.

Para descubrir cómo ha sido el proceso hasta llegar a crear su trabajo más ambicioso hasta la fecha, desde Vanidad nos citamos con ROJUU en Generación X, el sitio perfecto para hablar de anime, música y cultura en general. 

ROJUU: «Me siento establecido en la industria, no hace falta ser Quevedo»

Roc, acabas de lanzar tu octavo álbum, «Los Sueños de Nube» y solo tienes 21 años. ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí siendo tan joven?

Empecé con un canal de YouTube, donde subía vídeos sobre música con 12 o 13 años. Lo dejé como a los 14 y a los 15 empecé a hacer música. Han pasado seis años desde entonces y el camino ha sido exponencial y gradual. He ido haciendo la mía y ha ido funcionando a medida que lo iba haciendo, hasta llegar al día de hoy.

A día de hoy, ¿puedes decir eso de «lo he conseguido»?

En parte sí. Al final, la ambición es una cosa que, como uno mismo, madura. También son las metas que te quieras llegar a poner… Yo, personalmente, he llegado a un punto en el que me siento establecido y me siento guay y en mi wave. No hace falta ser Quevedo para ello. Estoy en un punto en el que no quiero estancarme en una persona que me he creado cuando estaba en la E.S.O.

Tal y como concibo la creatividad -como un medio en el que si tienes bastantes herramientas con las que poder trabajarla, no te tienes que estancar-, eso me tienta más. Si puedo tener herramientas que vayan más allá del canto, como el dibujo o la pintura (por ahora, ¡vete tú a saber luego qué!), también me mola explorarlas sin sentirme que estoy en una barrera de solo poder hacer música. En ese sentido, sí que me mola poder expandirme sin estancarme en una decisión tomada con anterioridad.

¿Es muy diferente la escena musical a la que perteneces de lo que te imaginabas de pequeño?

Ha mutado mucho... De hecho, antes, en 2018 o 2019, no tenía nada que ver con lo que es hoy. Me acuerdo que, cuando empecé, no existía casi el pensamiento de poder ser un artista de U.S.A en plan Rosalía. Ni siquiera imaginabas que podías cruzar el charco más allá de Latinoamérica, es decir, más allá de una barrera lingüística.

Rosalía realmente abrió muchas puertas a las que la peña que está saliendo ahora ya es consciente que puede llegar.

Haciendo cuentas, tu primer disco lo lanzaste con más o menos 16 años. ¿Cómo consigue un adolescente crear un álbum desde 0?

Lo hice en mi casa…

¿Autoproducido?

Trabajaba con un productor de Venezuela, que nos conocimos por Internet y ahí lo currábamos. Así fue hasta 2022. O sea, pasaron unos 3 o 4 años en los que me mantuve en la misma línea de trabajos, de dinámicas… Y ya luego fiché con Sonido Muchacho en su día y la dinámica cambió un poco más hacia ir a un estudio. Hoy en día ya casi ni trabajo en casa a nivel musical.

¿Y lo echas de menos?

Un poco sí. En concreto, «Los Sueños de Nube» una parte está hecha en estudio y otra en casa. El tema cómic en casa y, a nivel musical, hay algunas canciones, sobre todo hacia al final, que también están trabajadas en casa. Al final son 25 temas... Quizás 6 o 7 los hice en casa y los demás son de estudio con diferente gente.

«Los Sueños de Nube» no es un simple disco al uso, pues es una narración multimedia. Para ti, entonces, ¿la parte visual del álbum es igual de importante que la parte musical? ¿Crees que tus canciones quedarían incompletas sin ese storytelling visual?

A ver, no se queda incompleto, porque está hecho para que puedas consumir las dos, pero sobre todo para comerte la experiencia full. Al final, un álbum en streaming es mucho más consumible que un cómic físico, entonces, partiendo de esa base, tuve que hacerlo de una forma concreta para que se pudiese disfrutar por separado. Es verdad que muchas letras hablan del cómic, pero intenté jugar con segundas y tal para que tú en tu cabeza te hagas tu paranoia y luego te leas el cómic y digas: «Ah, vale, es por esto o por esto», por lo que realmente la idea principal y la mejor es consumir ambos medios.

Me parece un método de trabajo que tiene mucho jugo. Si puedo estancarme con estos dos medios y fusionarlos, me parece todo más interesante. A mí, personalmente, me resulta divertido de hacer, de consumir y me parece original.

En cuanto al sonido, cada canción es muy diferente a la anterior. ¿Has interpuesto la cohesión de la historia a la cohesión sonora?

Sí. Al principio lo estaba viendo como un problema, sobre todo a la hora de consumir el álbum, porque al ser canciones tan diferentes… En un álbum normal de 25 canciones lo que haría yo sería una primera parte de un estilo sonoro y otra de otro, como para tener dos cosas separadas y que el público pueda acceder al álbum y pueda decidir cuál le gusta más. Pero en un álbum que sigue una cronología de otro medio, en este caso del cómic, no podía no hacer una canción agresiva si en el momento está pasando algo agresivo. No puede haber una continuidad sonora cuando en la vida misma todo el rato pasan cosas y en un cómic también.

Entonces, al inicio me podía suponer un problema y lo veía como que podía rayar a cierto público, pero ese nexo que faltaba, que en otro caso serían esas dos partes separadas, tenía que ser el cómic. Si te falta ese nexo, realmente lo que está faltando es consumir el cómic, así que ya me puedo despreocupar porque el nexo existe. Que no se consuma o esté a parte, es algo artístico. No me supone un problema.

El cómic tiene más de 200 páginas y lo has escrito y dibujado tú de principio a fin. ¿Cómo y cuándo se te ocurrió esta idea? ¿Qué surgió primero el cómic o el disco?

Había hecho cómics en mis ratos libres, pero nunca los acababa porque tenía un show, pasaba una semana, jugaba a la Play, volvía… y no me apetecía seguir con esa historia. En cambio, álbumes he hecho siete u ocho, entonces, hay una cosa en la que soy muy resolutivo y otra en la que no (risas), por lo que dije: «qué tal si lo junto y así ayudo a la que no es resolutiva y le dedico el tiempo que hace falta».

Ahí aprendí y me hice una idea del grosor que es hacer un cómic de esas magnitudes y de su sacrificio, porque, tú haces una canción y, por ejemplo, quizás para un álbum solo necesitas 12, que realmente puedes hacerlo en 20 días si haces un lockdown. Además, estás con gente como el productor, socializando y hay un ambiente como de extraescolar. En cambio, para hacer un cómic tienes que encerrarte, porque no puedes hacer un cómic con el de al lado tomando crack y viendo Los Simpson. Tienes que estar en tu hábitat de tranquilidad y eso requiere estar centrado y con las mínimas distracciones.

¿Cuánto tiempo estuviste para hacerlo?

Seis meses o así, como de mayo a diciembre. La forma de evadirme del cómic era ir a hacer el álbum y, del álbum, seguir con el roleplay del cómic, entonces había días que dibujaba y hacía canciones. Eso fomentaba que el proyecto avanzase y no se retrasase. También es cierto que hice solo una semana de vacaciones en septiembre porque salió el Baldur’s Gate 3 para la Play y quería jugarlo (risas).

Hablando de contar historias, «Los Sueños de Nube» relata una historia con su trama, personajes, localización… ¿Es algo ficticio? Es decir, ¿decidiste abstraerte de todas tus experiencias personales y componer algo desde una perspectiva de unos personajes o también hay una parte de vivencias personales?

Al final, en cualquier concepto artístico, pese a que intentes darle personajes y hacer un rol, siempre acaba habiendo algo de uno porque no te puedes separar tanto del concepto creativo y no mezclarlo con vivencias tuyas. Entonces, sí que hay algo, pero también habla de cosas completamente externas a mí. 

Por ejemplo, en el cómic y en el álbum hay canciones que hablan específicamente sobre la relación con una madre y con una hermana y yo en mis temas jamás hablaría de la relación con mi madre y, además, no tengo hermana. Estaba cansado de hablar de los mismos temas, que estaban muy ligados al instituto y ya había hablado de ello en cinco álbumes, por lo que este proyecto me ha permitido hablar de personas que no existen, meterme con ellas y demás…

En vez de tirarle a alguien en la vida real que después te responda y te parta la cara, pues le tiras a cosas que no existen y además, ¡que has hecho tú!

¿Cómo es tu relación con las redes sociales?

Pierdes ese sentido de la realidad, porque de repente toda la opinión importa. No es lo mismo que alguien te diga algo a la cara, que entonces hay una comunicación directa y es todo más crudo y puedes hacer una gestión más directa. La peña no te viene a decir cosas porque sí a la cara y, en redes, sí que dan su opinión y eso es irreal.

A mí personalmente que me ha tocado vivirlo a una corta edad y no es traumático, pero desinhibirse de eso es un trabajo de pico y pala un poco por culero. Tienes que aprender que, lo único que puedes cambiar, es cómo tú te tomas lo que digan de ti. Ese proceso es injusto porque sería mucho más maravilloso que lo que se eliminara fuese el insulto o el comentario, pero eso no va a pasar. Por eso intento ir con pies de plomo. Ya aprendí en su día que lo mejor es eso, porque te puede absorber o comer un personaje que no eres. ¡Yo ya paso!

Has trabajado con muchos artistas en este álbum y en tu Instagram hemos podido ver que has asociado a cada personaje de la historia con un colaborador. Las colaboraciones, entonces, ¿surgen para encontrar una voz y un artista real para el personaje o esta idea se te ocurre después?

Cuando iba haciendo el cómic se me ocurrían artistas a los que les encajaría muy bien un personaje y de ahí salen las colaboraciones. Es verdad que, en el propio álbum, hay colaboraciones que están muy relacionadas con los personajes y, a nivel cronológico, salen cuando sale el personaje, se autodenominan ellos mismos como ese personaje y sí que juegan un muy buen papel como ese personaje, pero también hay colaboraciones en las que está todo más camuflado.

Por ejemplo, las de Sticky M.A o Leo Rizzi son colaboraciones que van más asociadas a los personajes, porque hablan en primera persona, algunos de ellos mencionan el nombre del personaje y hacen el mismo rol que el personaje. Pero luego, hay colaboraciones como La Élite, que son un poco más fantasma, porque hablan de lo que está pasando, pero no se asocian tanto a un personaje, sino más a una situación. 

¿Habrá gira de «Los Sueños de Nube»? ¿Cómo planeas llevar todo esto a un escenario?

Se ha planteado que sí, pero está por ver... Como el proyecto a nivel creativo y conceptual ha sido tan ambicioso, la gira también tiene que serlo y es complicado. Hay una idea en mente, pero otra cosa es llevarla a cabo de forma eficiente o hacerla para un gran show. 

Tras este octavo álbum en el que te has volcado completamente… ¿Sientes que necesitas tiempo para resetear o ya estás pensando en tu próximo trabajo?

La verdad es que estoy todo el rato pensando. De hecho, antes de lanzar el cómic, me fui a Japón y había estado tanto tiempo dibujando, que se me hacía raro no dibujar. Tenía un regustillo de querer seguir y, cuando volví, continúe con el cómic («Los Sueños de Nube»), con la segunda parte. Ahora que he seguido con esa segunda parte, se me han ocurrido otras historias, me he puesto con ellas y estoy intentando tener todo controlado.

Y, tras una semana más o menos del lanzamiento, ¿cómo percibes que ha recibido la gente el proyecto? ¿Crees que se ha valorado la parte visual, el cómic, la historia, etc?

A nivel de álbum, es decir, la parte sonora, la recepción crítica que he recibido la verdad es que ha sido muy buena, y mira que es largo. El cómic justo le está empezando a llegar ahora a la peña así que, a partir de ahora, supongo que recibiré recepción de eso que, a mi parecer, teniendo la obra en conjunto es cuando… ¿Como el meme ese de Ratatouille en el que el crítico se mete la comida en la boca y es como la que le hacía su madre? Pues así.

 

Alba Ramos: @alba_rr22

Imágenes: ©Iván Salvador

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