Una conversación histórica en Londres con uno de los nombres más importantes y decisivos de la electrónica. Detroit, fiestas en hangares, 20 años de música, bailarines que se mueven como si fueran de plástico. Y una lección: los amantes de la electrónica son personas únicas y especiales
Richie Hawtin tiene dos dones. Es un genio de la música electrónica y de la tecnología. La importancia y la trascendencia de lo que él hace no se puede explicar con palabras. Pero él lo hace. Así que es justo y necesario otorgarle un gran don que englobe los anteriores y los que, seguramente, están por conocer. El de la comunicación. Richie Hawtin comunica a través de la electrónica y a través de sus máquinas un mensaje tan importante como simple: que la música es una de las cosas más importantes de la vida. De ahí, se desgranan mil y un detalles vitales: inspiración, creatividad, personalidad; encontrar en la música sentido a lo que uno es y a lo que quiere hacer. Richie Hawtin es uno de los artistas de techno más importantes, masivos y decisivos pero es, también, Plastikman. El que ha sido considerado su alter ego más oscuro y responsable de sus creaciones musicales más raras y underground es una parte indisoluble de su personalidad y la que le ha impulsado a hacer algo que nadie había hecho en la electrónica antes: recopilar 20 años de música en “Arkives”, una compilación faraónica de los álbumes de Plastikman, de imágenes, de recuerdos. Esto es Historia. No sólo lo que ha hecho Richie Hawtin, también esta entrevista. Como el gran comunicador que es, Richie sujeta las palabras importantes que van saliendo en la conversación y las repite cuando es necesario. Los tatuajes de sus brazos se mueven desvaídos bajo ropa de color negro, recordando que hay historias increíbles por todo su cuerpo. Esto es Historia.
Hace unos años, durante una entrevista previa a una sesión en Macumba, me dijiste muy convencido que hacer directos como Plastikman era algo que no creías que fuera a suceder. Decías que se parecería mucho a un concierto de pop, que la gente esperaría que sonasen los hits... y que eso no te gustaba.Y aquí estamos...
¡Con las canciones famosas! [Risas]. Estuve de gira el año pasado y actué en muchos festivales. Cada noche, veía los conciertos de rock, hip hop, pop, entre el público y pensaba que faltaba algo; que si yo hiciera algo así, sería... diferente. Tomaba notas en mi iPhone de cosas que se me ocurrían e, incluso, hacía setlists imaginarios del orden en que yo tocaría mis canciones de Plastikman. Una nocle le dije al artista visual que va de gira conmigo: “Me parece que es un buen momento para hacer un tour como Plastikman”. Y flipó [Risas]. En Plastikman las cosas suelen ser así: suceden cuando tienen una razón para suceder. Así fue cómo empezó Plastikman, realmente; en 1993 ningún artista electrónico editaba discos, solo mixes y compilaciones. Los conciertos de Plastikman en 2010 han sido mi forma de llevar la electrónica al nivel de un show de pop, pero manteniendo su espíritu underground. Mis canciones son muy conocidas, no hay casi partes de voz, a mí no se me ve... Es bastante intenso. Y eso es justo lo que echaba de menos en otros directos de electrónica: eran cool, tenían groove, se podía bailar... Pero no eran una... experiencia. Y eso es lo que son los de Plastikman: otra forma de expandir la oscuridad entre miles de personas.
¿Es difícil compilar 20 años de música? ¿O es emotivo?
No es difícil. Es bonito y muy emotivo. Una parte de ti descubre material, tanto sonoro como gráfico, que ni siquiera recordaba. Otra parte empieza a rememorar historias y más historias.... Escuché todas las grabaciones, leí mis notas... Y recordé. Fue genial. No es solo viajar atrás en mis recuerdos, me ha permitido dar un paso gigante en mi presente y saber quién soy y en qué punto estoy en 2010. Tú que eres española sabes cómo ha crecido mi popularidad allí como Richie Hawtin y cómo mucha gente sigue mis actuaciones por los clubes. Lo que muchos no saben o sabían es que Richie es también Plastikman, indisolublemente; y ahora lo pueden conocer. También es el momento para los fans de siempre de hacer este viaje conmigo: escuchar todos los álbumes, descubrir material nunca publicado y sentir la historia completa. Pero lo que más me emociona es pensar que cuando todos -los fans nuevos y los antiguos- escuchen mis Arkives, estarán todos en el mismo punto. Es excitante. Y eso me hace pensar en el siguiente paso: un nuevo álbum con un mismo punto de salida para todos.
Camisa de Komakino, camiseta de H&M y red de Marios
Me imagino descubrir a Plastikman ahora y poder escuchar todo de un tirón y me parece súper emocionante.
Es lo que me gustaría que todo el mundo sintiera. Que empezaran poniendo “Sheet One”, y luego “Musik”, y luego “Recycled Plastik”, y así hasta el final y que lo siguiente que digan es: ¡Joder! [Risas]. Y que piensen: “Ahora sé quién es Richie Hawtin”.
Eso pasará con gente muy joven y es genial. Pero me hace pensar en los adultos que han vivido la evolución de Plastikman, álbum a álbum. ¿No crees que la música electrónica tiende a expulsar de los clubes al público más mayor? En una sesión de techno es raro ver a adultos. Y los que siguen allí terminan pareciendo tíos raros... ¿Qué opinas?
Creo que sí pasa y que, a la vez, depende de la ciudad. El único país que es diferente es Alemania. En un club de Berlín se mezcla gente de 16 años con veinteañeros, treintañeros... y hasta sexagenarios. Pero es porque la relación con la música electrónica allí es profunda, real y larga. En otras ciudades no pasa así. La gente llega a una edad y por su trabajo, su vida y su familia pierde la conexión con las cosas que eran importantes cuando era más joven. Por eso, recordar el pasado es bueno. Quizá alguien que escuche mis Arkives se acuerde de cuando iba a clubes y lo bien que lo pasaba y quiera recuperar esa energía tan positiva. Viajar de nuevo.
Me encanta que los artistas de electrónica utiliceis la palabra “viaje”.
Es que un viaje es justo lo que yo siento que hago con cada álbum y con cada sesión. Hay quien me ha preguntado si he hecho esta recopilación porque los artistas de rock lo hacen... Por Dios, no. Lo hago porque creo que es importante mostrar que la música que tú amas ha estado existiendo, creciendo y cambiando durante mucho tiempo. En mi caso, veinte años. “Arkives” demuestra lo lejos que la música electrónica ha llegado. Algo que empezó como una fuerza muy, muy pequeña ha crecido, se ha extendido por todo el mundo y sigue teniendo una energía muy pura. La gente que escucha y ama la electrónica es diferente y muy especial.
Espero que también sirva para demostrar su fuerza, realidad e importancia a los que siguen sin creer que es “música”.
Todas esas personas que no se toman en serio la electrónica, que se niegan a ver su integridad y el trabajo continuado y esforzado de sus artistas, aquí tienen una pequeña muestra de dos décadas. A la vez, me gustaría que resultara inspirador y que dé ganas de hacer nuevas cosas. Una de mis grandes misiones es hacer bailar, pero también me gusta pensar que ayudo a encontrar el camino. Que mi música provoca ganas de crear, en definitiva.
Gran parte de mis mejores ideas las he tenido en sesiones, la verdad.
La música electrónica te conecta especialmente con tu lado más emocional y te da libertad para descubrir más cosas sobre ti mismo. Cuando eres joven escuchas música con la que te identificas, sobre todo con los versos. Música que te hace sentir feliz, triste... Que te afecta. La música es una de las cosas más importantes de la vida.
Camiseta y pantalones de seda de Lina Osterman y red de Komakino
¿Eres nostálgico?
La nostalgia me da miedo. Me asusta pensar con benevolencia en el pasado por si eso me impide avanzar. Conozco tanta gente que ha dejado de progresar por acomodarse... Ha dejado de ir a clubes, de comprar discos, de escuchar sesiones... No quiero que me pase eso. Temo que si miro mucho al pasado me ancle en él. He pasado un año viviendo en el pasado, pero he sacado mucha inspiración y motivación para el futuro. Eso me hace feliz.
Quizá por esto que cuentas de la nostalgia, la edición principal de Arkives no es la de vinilos, sino la de cd. Me sorprende bastante. Siempre hubiera pensado que elegirías el vinilo.
Es una buena pregunta. Si tuviera que elegir entre qué prefiero, si vinilo o cd, elegiría el vinilo porque es parte importantísima de mi historia. Pero, en lo que se refiere a Plastikman, solo le veo sentido para canciones sueltas. Me gustaría que la gente escuchara cada álbum de principio a fin. Y eso no se puede hacer con vinilo. La experiencia completa es en cd. Durante 77 minutos estás en mi mundo y no tienes que preocuparte por cambiar la cara del disco.
¿Cuáles dirías que son los tres hitos de la Historia de Plastikman?
El primero, Detroit. Por la ciudad, los sentimientos, mis amigos, la libertad que experimenté con mi sonido. El segundo, la Roland TB-303 Bassline y la Roland TR-606, dos máquinas que justo en el momento en que las encendí en el sótano que utilizaba como estudio en la casa de mis padres me hicieron decidir que iba a componer un disco con ellas; días más tarde nació “Sheet One”. Y el tercero, bailar en 1992 con la música de Derrick May. Tenía 22 años. Pero Derrick siempre ha sido muy importante para mí. Con 19 le conocí en un programa de radio y me dio uno de sus discos. Ese encuentro me hizo sentirle muy cerca, y más cuando llegue a casa y puse su álbum. Hasta ese momento, los DJs como él habían sido dioses; ellos estaban muy alto, yo abajo, mirándoles. Pero Derrick fue muy cercano y lo cambió todo. Me inspiró, me dio energía.
¿Antes de los sintetizadores tocaste algún instrumento tradicional?
No. Bueno, sólo en el colegio, donde teníamos que aprender saxofón.
¿El saxofón? ¡En España creo que sólo se toca la flauta en clase!
Las chicas tocaban la flauta, los chicos el saxofón. Mis primeros experimentos con la música fueron a los 16 años, cuando mi padres me regalaron un sintetizador muy simple por Navidad. No es que en aquel momento ya quisiera ser músico. Era más algo creativo. Eh, espera. ¡Me acabo de acordar que antes de eso mi madre me regaló una guitarra acústica! Pero nunca aprendí a tocarla. No podía. Quizá fue por eso por lo que luego me regalaron un sintetizador... Yo ya estaba flipado con los ordenadores, los videojuegos, me pasaba horas haciendo mis propios programas de televisión... Así que creo que entendieron que lo mío era más tecnológico.
Abrigo de Komakino
Supongo que tienes un don. Recuerdo una portada de “Wired” con, probablemente, el mejor titular del mundo. Decía: “Richie Hawtin. Él entiende la tecnología”. Creo que no se puede expresar mejor.
Los niños hoy crecen totalmente rodeados por tecnología y están listos para vivir el mundo en su plenitud. Pero eso no le pasa a la gente que creció conmigo. Ha habido momentos en los que la tecnología me ha sobrepasado y tampoco la he entendido, pero siempre he estado un paso por delante. Aunque no entienda todos los detalles, veo un sentido global.
¿Por qué no das clases? Sería increíble.
Me encantaría. Creo que Arkives es algo así como mi primera clase para esta generación y las siguientes. Me gustaría mucho poder dar charlas sobre lo que hago y la importancia de la tecnología.
¿Y tú que has aprendido haciendo “Arkives”?
Me he dado cuenta de que tengo cierta responsabilidad de contribuir a que la música electrónica siga adelante. Quiero ver la escena electrónica creciendo. Esto me hace pensar que Plastikman siempre ha sido más popular de lo que debería ser; es una música extraña, definitivamente no es para todo el mundo. Pero, por alguna razón, ha tenido vida propia. Así que creo que tengo que aprovechar esta ventaja para hacer cosas diferentes. Sé que lo hago no es para todo el mundo, pero sé que es muy especial y quiero profundizar en ello todo lo que pueda.
Me gustaría saber cómo te han afectado creativamente las ciudades en las que has vivido.
Detroit es la que más me inspira. Por la ciudad en sí misma, por la gente, por el ambiente. En Nueva York solo viví un año pero me dio algo importantísimo: la inspiración para mudarme a Europa. Y Berlín es la libertad absoluta: sé quién eres, haz lo que quieras. Es la ciudad para la gente independiente. Es un lugar tan especial... Con tanta creatividad fluyendo de lado a lado... Y sin toda la pretenciosidad que se respira en Nueva York. En Berlín hay DJs, productores, agencias de contratación, clubes, afterhours. Es como un pequeña isla en la que la electrónica sobrevivirá para siempre.
En una entrevista con Rammstein, me contaron que Berlín tiene esas calles tan irregulares porque debajo de las aceras hay montones de cuerpos, que es un cementerio gigante, del tamaño de la ciudad.
Wow. Me encanta. Qué tétrico. Te diré algo más: si analizas ese suelo encontrarás piedra, restos, tierra y... techno.
Una de las cosas que más disfruto es leer sobre las primeras fiestas de Plastikman en Detroit.
Son una parte importantísima. Me encanta hablar y recordar las fiestas de 1992 y 1993. Las habitaciones tan oscuras, una única luz estroboscópica; la ausencia, en definitva, de luz. El bajo. Un almacén. Amigos y música, la conexión entre ambos, experimentos con alucinógenos, el cuerpo entero bañado en sudor bailando.... Así nació Plastikman.
¿Es verdad que el nombre vino de un amigo tuyo que en una de aquellas fiestas dijo que “era un hombre hecho de plástico”?
No, no. Cuando estaba tocando hasta tarde, como hasta las 7 u 8 de la mañana, solía dedicar las últimas horas a pinchar muy, muy despacio; muy rollo Plastikman. Había gente que bailaba súper bien y que empezaba a hacer movimientos muy lentos, increíbles, fluidos. Al verlos moverse así me hacían pensar que eran hombres hechos de plástico. Después de las fiestas íbamos a casa de algún amigo y todavía sentíamos el ácido circulando por nuestros cuerpos. Nos tumbábamos en el suelo, escuchábamos ambient y, al rato, yo notaba como mi cuerpo se deshacía en el suelo. Y una vez lo verbalicé: “Me siento como un hombre de plástico”.
Por Marta Hurtado de Mendoza. Fotos de Antonio Mingot. Realización de Astrid Sofía. Maquillaje y peluquería de Iván Después.
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=62m5TzS6OuU[/youtube]
También te puede interesar