El maquillaje que viene: el nuevo nude de Valentino
Desnudo, pero con definición. Así es el nuevo maquillaje que salta de las pasarelas, de la mano de Valentino, para conquistarnos...
Tensión entre idealismo y naturalismo. Cuando los expertos en arte analizan el retrato italiano de la época renacentista esta frase se repite en sus conclusiones, que bien pueden aplicarse al maquillaje actual.
En una época tan fructífera y enriquecedora en términos históricos como ésta, los artistas debían navegar por las aguas turbulentas. Mezclaban la representación natural, pegada a la realidad, y los cánones de belleza ideales que marcaron el momento.
Frentes amplias y despejadas, nariz pequeña y delgada, ojos piadosos y boca de piñón. El cabello largo y ondulado recogido de forma sobria en la nuca. Gracias a esos famosos perfiles de Botticelli o da Vinci o reconocemos al instante cómo debía lucir una muchacha considerada atractiva entonces.
Que la firma Valentino también lo ha tenido en mente a la hora de crear el maquillaje de su último desfile de Alta Costura parece claro. No en vano Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli siempre han bebido del arte italiano como fuente de inspiración para su moda. En este caso además, parece que han querido plasmar esa tensión que comentábamos al principio, ya que en los rostros de las modelos podíamos percibir esa lucha entre un look ideal, entendido como más recreado, y otro antagónico más natural.
Muchas veces cuando hablamos de tendencias en el ámbito del maquillaje no suele haber medias tintas. Buscamos acabados ultra-trabajados y perfectos, superponiendo diferentes capas de producto, creando efectos de contorneado o destacando los rasgos con atrevidos colores.
O por el contrario, lo que se lleva son maquillajes ligeros, aplicados con los dedos y con aires despreocupados. Ese punto intermedio, esa tensión es la que se ha trabajado desde Valentino mediante la creación de un look desnudo, pero con definición, que verás por todas partes este otoño.
La predominancia del negro en las prendas de la colección, se contrastaba con los adornos de suntuoso dorado. Muy al gusto de una Lucrecia actual. Para aliviar la tensión, cuellos elegantemente rizados que iluminaban el rostro. Frente a la severidad del vestido, la suavidad y el acabado pulido del rostro.
El despliegue de lujo que se produjo en el Renacimiento se plasma en la habilidad con la que el maquillaje esculpe las facciones del rostro.
Un look tremendamente favorecedor, obra de Pat McGrath, que parte de una tez luminosa y uniforme, pero convenientemente contorneada. Un minimalismo muy trabajado, resplandeciente, muy en la línea de lo que se esperaba de una madonna de la época. No hablamos aquí de contouring extremo, sino de potenciar mediante el claroscuro los rasgos de cada modelo.
La misma operación se realiza en el ojo, mediante sombras color piel que hunden la cuenca y hacen sobresalir el párpado móvil. Después, un fuerte punto de luz en el lagrimal y presencia destacada de eyeliner negro y una pestaña bien rizada. La ceja, de aspecto tupido y grueso, se consigue mediante el trabajo del lápiz, sombra y gel de fijación.
El pómulo, desnudo de colorete, sí se toca con iluminador, para imitar el resplandor de una Venus venida de las aguas. Por último, en los labios se aplica un suave color melocotón rosado para no parecer mortecinos.
Tampoco pasemos por alto el cabello de Guido Palau, que anuncia también tendencia. En este caso sirve de marco para este lienzo, con su severo peinado con raya en medio y recogido bajo. El único toque de brillo lo aportan las aplicaciones en forma de anillas, parecidas a los adornos de unas rastas o a los piercings capilares, que adornan los mechones más cercanos al rostro.
Berta Almagro - @bertaalmagro