Cuando el rosa no es tu color. Manual básico para prevenir y tratar rojeces

En términos de belleza, el rosa puede ser un rubor o un color de labios inocente. Pero aquellas personas que sufren rosácea, no lo verán como un aliado.

El rosa es un color icónico. Y no hablamos solo de su valor simbólico en la celebración del Día del Cáncer de Mama… Olvidando clichés y estereotipos, resulta evidente que estéticamente el rosa es un color favorecedor, alegre y atractivo para todas. Excepto cuando aparece en lugares que no debería.

En términos de belleza, el rosa puede ser un rubor universal o un color de labios inocente. Pero aquellas personas que sufren rosácea no lo verán como un aliado. Al ser una enfermedad inflamatoria crónica no existe una solución definitiva. Pero sí que existen algunas recomendaciones para evitar fomentar ese enrojecimiento característico. En líneas generales, y aunque cada caso se trate de forma particular, se aconseja evitar la exposición directa a la radiación solar. También los cambios bruscos de temperatura (especialmente aquellos consistentes en calor intenso). Y los alimentos o preparados grasos, especiados, picantes o lácticos.

También el ejercicio físico, los factores emocionales o algunos productos cosméticos densos o con alcohol y perfume pueden desencadenar esta reacción. Porque la parte cosmética es importante en esta afección hay que extremar la precaución. Y apostar por productos diseñados específicamente para estas pieles tan sensibles y delicadas. Descubre nuestros básicos a continuación.

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