La cercanía en avión hace de nuestro vecino una escapada más que apetecible que, a menos de dos horas, nos enseña el pulso que late con fuerza en la actualidad más rabiosa. Porque París es el origen sísmico de gran parte de las tendencias que arrasan en el resto del globo... y no solo en moda.
El hotel no puede estar mejor situado: a pocas calles de las Galerías Lafayette y Printemps, en la mítica rue de Saint-Honoré, a 15 minutos a pie del vibrante Marais y a tan solo 3 minutos del increíble Louvre.
Desde la misma rue de Saint-Honoré, jalonada a ambos lados por las tiendas que más prestigio reúnen en la órbita del lujo, accedemos a través de una entrada discreta al universo Mandarin.
Nos recibe una pléyade de mariposas de Svarowsky que desde el techo nos saludan con su aleteo lumínico dirigiéndonos a una jungla verde: el patio interior del edificio, que realmente parece exterior.
Cenamos la oferta que el Bar 8 nos propone en este espacio mágico y que va desde distintos tipos de caviar, hasta exquisitas hamburguesas. Todo regado con unos cocktails -seña de la casa- que te ayudarán a flotar en esta atmósfera tan teatral como irresistible.
Las habitaciones, por su lado, se presentan amplias, bien dispuestas y orientadas al bosque que, con vida propia, se arroba todo el protagonismo del patio de manzana que ocupa por completo.
Sus desayunos satisfacen claramente la voracidad de cualquier turista que se prepara para un día de batalla en este escenario sin parangón que es la ciudad del amor.
Y, si queremos un momento de relax en el ajetreo de nuestro viaje, Mandarin es conocido por la calidad e innovación de sus spa. Y damos fe de ello, porque no solo sus instalaciones son dignas de un retiro, sino que sus masajes, creados específicamente para toda la cadena, tienen una efectividad fuera de toda duda.
Primero nos damos un baño turco para pasar a un masaje en la camilla de tratamiento en el mismo recinto. La privacidad y el confort son lo que más destacamos de este espacio sanador. Salimos renovados y listos para ver qué nos depara esta vez la capital francesa.
¿Qué ver?
Podríamos decir que aquí se debe disfrutar de los lugares más típicos del mundo sin caer por ello en lo tópico, porque la belleza que desprenden sus edificios, sus calles y museos, hacen de la visita de todos y cada uno de ellos, un must.
Como son tantas y tan variadas las visitas -casi- obligadas para cualquier visitante, nos centraremos en novedades que puedan completar esa visión de la cosmopolita ciudad de la luz:
LA BOURSE DE COMMERCE. Esta colección privada de arte del magnate Arnault, ha sido recientemente rehabilitada con la instalación en su interior de un anillo de hormigón creado por Tadao Ando y que no está exento de polémica. Sus detractores lo encuentran excesivo en su ejecución, pues impide la visión libre en 360° del magnífico interior de este edificio del s.XIX. Sin embargo, los que están a favor arguyen que contribuye a enfocar mejor el espacio y focalizar la luz, así como a resaltar la obras que se exponen.
A nosotros nos gusta por la sedosa apariencia que el ex-boxeador nipón imprime en sus duras creaciones, impregnándolas de un movimiento y una delicadeza inusuales. Cabe destacar la lámpara en cascada que los hermanos Bouroullec crearon para el hueco de la escalera.
L’ARC DU TRIUMPH. Intervenido por Kristho, lo podemos encontrar envuelto en tela como si de un monolito anónimo se tratara, impidiendo la visión del eje pensado por Napoleón, que provenía del Arco del Carrusel en Les Tuilleries y que acababa en el reciente s.XX con el Arco de La Defense. Por otra parte, nos permite la reflexión filosófica sobre el objeto sujeto a su imagen como definición en sí misma. Aparte del sorprendente encanto que transmite sin querer al viandante. Un regalo por desenvolver.
¿Dónde comer?
4 RUE CAMBO. En un día por París hay una cosa que no puede faltar: un buen desayuno para coger fuerzas de la mano de Pierre Hermé, uno de los pasteleros más exquisitos de París. Fue durante años el pastelero jefe de Ladurée y comenzó su carrera con tan solo 14 años. Hay una tienda en el número 4 de la Rue Cambon, no muy lejos de la tienda de Chanel original, y otra en el 39 de la Avenue de l'Opéra.
CAFÉ EMPORIO ARMANI. Si estamos de compras por el centro, podemos aprovechar para comer sin salir de la boutique de Emporio Armani. En pleno barrio de St. Germain, se esconde este lugar, uno de los mejores italianos de París con diferencia, que te permitirá almorzar y continuar de compras por el barrio o de visita por los anticuarios.
MAISON BREGUET. Un espacioso restaurante en la zona de Bastille que te permite dar un paseo precioso por los alrededores del alegre y vibrante Canal Sant Martín mientras degustas la auténtica comida francesa casera pero bajo una ejecución exquisita. Nos encantaron los higos, avellanas y champiñones y la carne está deliciosa también. Cuidado con el maridaje con los excelentes Burdeos... Aunque tienes la oportunidad de dormir allí mismo, porque también es hotel. La verdad es que te invita a quedarte.
YAKUZA. En el Japanese Quartier se ubica este restaurante de comida nipona con nombre propio que parece arrasar desde hace poco tiempo por la frescura de sus ingredientes, sus cortes y la preparación de su chef. El público es variado, aunque tiende a ser joven y el ambiente, divertido. Damos fe porque el saque es tan bueno que al final pasamos la noche en el hotel donde está enclavado: la Maison Albar Vendome y nos alegramos porque al día siguiente disfrutamos de su magnífico spa. Así que ya sabes, reserva un completo y no te arrepentirás.
ODETTE. Justo al lado de la canopy de Le Halle, en el corazón mismo de Chatelet, encontramos este restaurante recomendado por la guía Michelin durante 4 años seguidos porque ofrece una comida francesa, sincera y de calidad con un ambiente relajado que invita a la diversión a su clientela.
¿Dónde beber?
No se puede terminar el día sin una buena copa. Los bares de los hoteles son una maravilla en París, tanto el Grand Hyatt Vandôme, como el Ritz o el Plaza Athénée, son excelentes para quedar con alguien o tomar un club Sandwich en cualquier momento.
En el Hotel Costes, en el 239 de la rue de Saint-Honoré, se pueden tomar aperitivos sobre las 21h y copas absolutamente sofisticadas a partir de las 23:30h. Es el lugar favorito de las chicas y chicos más guapos de París, así que tal vez encuentres el amor, ¡quién sabe!
¿Qué comprar?
LE BON MARCHÈ. Esta galería de la Rive Gauche reabierta en 2019 y totalmente restaurada, sirve de contenedor para todas las marcas de renombre y algunas emergentes, convirtiéndose de nuevo en lo que siempre fue: el epítome del lujo. No dejéis de visitarla aunque no compréis nada.
LE SAMARITANE. Estas galerías decimonónicas, ejemplo del mejor Arts & Crafts del s.XIX, han sido restauradas con tal pulcritud que parecen un museo. Sus decoraciones en forja, mosaicos, así como las vidrieras, merecen una visita por sí mismas. Y si además le añadimos el nuevo ala que ha añadido SANAA, está claro que se convierte en el place to be para cualquier amante de la arquitectura y el diseño. Un verdadero templo para la modernidad más refinada.
THE CONRAN SHOP. Situada junto a Le Bon Marchè, nos muestra de la mano del que fuera su creador, el arquitecto británico Joseph Conran, lo mejor del diseño de mobiliario tanto suyo como de otros destacados diseñadores del s.XX.
TRUDON. La tienda de velas más reputada del mundo tiene su origen en la sede principal que nació en el barrio de Saint Germain en el s.XVII y que hoy en día continúa siendo un referente en los hogares más refinados, alumbrándolos y perfumándolos.
CASA DE TÈ. Diseñada por nuestro admirado Kengo Kuma, aquí podemos disfrutar de la ceremonia del té en todo su esplendor (aparte de la excelente selección de tés japoneses que harán las delicias del paladar más exquisito) y de la lección coherente con la que el maestro aprovecha y nos muestra el espacio.
RUE SAINT HONORÈ. Esta calle alargada es una de las arterias por excelencia de la capital, donde la moda comenzó a mostrarse sin interrupción hasta nuestros días. Desde el mítico atelier de la polémica Coco Chanel, hasta los recién llegados al Olimpio del lujo como Loboutin. Sin duda, es un largo paseo trufado de las mejores marcas del momento y de siempre. Solo con disfrutar del escaparatismo ya os merecerá la pena, porque son auténticas exhibiciones de arte efímero, solo comparables a las de la Quinta Avenida y el sin par Bergdorf Goodman.
L'ECLAIREUR. Una visita imprescindible a una de las mejores boutiques en la rue de Sevigne.
ANTIGÜEDADES. Los anticuarios se asentaron hace algunos siglos a la espalda del Musée D’Orsey. Aquí podemos encontrar verdaderas joyas, tanto en mobiliario del período Napoleónico o Art Decó, como en esculturas singulares. Sin duda, un paseo estimulante descubriendo las maravillas que estos conocedores de la historia del arte nos ofrecen.
¡Que lo disfrutéis!
Carlos Sánchez
Imágenes: Cortesía de Hotel Mandarin Oriental, París