Sus colecciones se nutren de la esencia y las historias que se esconden detrás de cada uno de sus viajes. Su placer por un verano continuo, el gusto de andar descalzas a todas horas y la satisfacción por encontrar verdaderos flechazos artesanales en países tan ocultos como Indonesia.
Claudia en Canggu con vestido y bolso de la colección SS19
Debemos confesar que, antes de iniciar este viaje, teníamos la curiosidad de conocer si el destino del que tanto habíamos oído hablar, nos iba a gustar a no. Estábamos intrigadas por saber si íbamos a pertenecer al bando de los fanáticos, o al de los haters. Tan solo teníamos 10 días para averiguarlo con lo que descartamos desde el inicio las rutas alejadas de la isla de Bali. Para no jugárnosla solo con conocer Bali, altamente turístico, buscamos opciones viables cerca de la isla y dimos con la Isla de Flores.
Claudia en el barco por Isla de Flores
Además, teníamos muchas ganas de conocer la artesanía que planteaba este país. Lo que más nos hace disfrutar de un viaje, es dar con un lugar que nos permita adentrarnos en sus tradiciones y su artesanía. Valoramos el producto local por encima de cualquier otra cosa, el hecho de acercarnos al artesano y aprender del pasado y el presente del país de una forma tan pura... En el caso de Indonesia, nos costó mucho encontrar artesanía tradicional que encajase con nosotras y con nuestra esencia. Destaca el mobiliario de madera y fibras naturales, pero también mucho producto made in China.
Los arrozales en Ubud
Empezamos el viaje en Ubud, donde solo estuvimos un día y pasamos la madrugada subiendo el conocido Mount Batur, el cual visitan diariamente cientos de personas (y miles en temporada alta). La intención fue ver el amanecer, pero no tuvimos nada de suerte. Solo lluvia y mucha niebla, parecía que estuviésemos en una aventura de Jesús Calleja.
Visita a una isla desierta en Mar Flores
Nuestro siguiente destino fue Flores. Decidimos conocer la isla embarcándonos en un barco de lo más auténtico con una ocupación para 8 personas y durante tres días. Al ser low season (y encontrarnos en plena época de lluvias), pudimos disfrutarlo entero para nosotras acompañadas únicamente de tripulación local. Fue lo más.
Compartimos una gran pasión por el fondo marino y el snorkeling, así que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo dentro del agua. Es maravilloso ver los tesoros que te ofrece el fondo del mar: desde peces de colores, tortugas, delfines, hasta mantas raya... Y la sorpresa continuó fuera del agua. Islas volcánicas, verdes, salvajes, playas paradisíacas, alejadas de la invasión turística de Bali. Idílico para los aficionados al trekking y para aquellos que con una puesta de sol y buena compañía son felices.
Pueblo de Labuan Bajo
La tripulación estuvo formada por cinco jóvenes y excelentes chefs locales, con lo que pudimos mantener una relación cercana y conocer la cultura y las tradiciones en primera persona. La comida fue el gran descubrimiento en Flores ya que, en Bali, la mayoría de restaurantes están completamente influenciados por la tendencia healthy, los ya míticos poke bowls y los batidos de fruta.
Visita a un pueblo indígena de Isla de Flores
Fue únicamente en Flores donde probamos auténtica comida indonesia y la verdad es que fue una delicia: pescado fresco diario. Eso sí, según la suerte da la pesca matutina…
Fue cuando pasamos tres días en alta mar completamente incomunicadas (algo que parece que cada día es más difícil de conseguir), cuando encontramos el verdadero sentimiento vacacional.
Sayana y Claudia en moto por Uluwatu
Seguimos el viaje a Canggu y Uluwatu. Allí pudimos entender y percibir ese sentimiento de vida relajada, de libertad, del buen rollo del que nos habían hablado y finalmente, entendimos por qué tantos extranjeros habían decidido quedarse ahí. Bali tiene algo que te atrapa. Fácilmente te sientes cómoda y acogida por su slow life, su estética europea y la amabilidad de los locales. Sin duda, ir en temporada baja, fue un gran acierto. Pudimos disfrutar de auténticos paraísos y lo mejor de todo, de hacerlo en solitario.
The Temple Lodge Uluwatu
Uluwatu nos robo el corazón. Un pueblo surfista pequeño y salvaje. Nos quedamos con ganas de descubrir más rincones de este variado país como Rajampat. No nos queda otra que volver…
Texto e imágenes: Claudia y Sayana Durany