Brujas, súcubos, sirenas, vampiras, gorgonas y esfinges. Todo seres híbridos con la inteligencia y sabiduría sensual de un ser humano y la fuerza de la naturaleza más salvaje, visceral y macabra, como dijo Julieta Wibel. Todas asociadas a la perdición de los hombres y todas ellas, mujeres.
Tal vez no te lo habías llegado a plantear nunca, pero hay un patrón recurrente en las películas de terror, inculcado por la sociedad, que tiene que ver con definir el rol de las mujeres y la feminidad como algo al que temer, algo monstruoso, pues a lo largo de las décadas se ha establecido un vínculo muy estrecho entre la sexualidad femenina, la figura de la femme fatale y el miedo o la monstruosidad.
Las mujeres casi siempre son las protagonistas del horror y, aunque también son víctimas y supervivientes, en este tipo de películas, sobre todo, son monstruosas. En Vanidad te explicamos por qué:
Fotograma de «Jennifer’s Body» (Karyn Kusama, 2009)
¿Qué es la monstruosidad femenina?
Aunque la monstruosidad se lleva vinculando a lo femenino desde la Antigua Grecia, fue Barbara Creed en su libro «The Monstrous-Feminine: Film, Feminism, Psychoanalysis» quien definió a la perfección este concepto, destacando las maneras en las que las antagonistas suelen ser representadas como mujeres monstruosas como una crítica del statu quo, reflejando deseos reprimidos de «aplastar las normas» que oprimen.
Así, fijándonos en los antagonistas de las pelis de terror, vemos que reflejan miedos que existían bajo los contextos sociales en los que se han creado, soliendo derivar de movimientos de liberación. Y es que la persistente recurrencia a lo femenino como monstruoso, bien tiene que ver con la incipiente liberación sexual, percibida, desde la perspectiva masculina tradicional, con profundo desconcierto.
Creed argumenta que la representación de las mujeres como monstruosas y abyectas en las películas de terror, es simplemente una construcción cultural que refleja ansiedades sobre los cuerpos y la sexualidad de las mujeres en respuesta a las estructuras de poder patriarcales que refuerzan los roles de género tradicionalmente impuestos. Y es que, evidentemente, ¿qué es más perturbador para el statu quo que una libertina cuya moral no se ajuste a los convencionalismos sociales?
El sistema reproductivo y el terror corporal
Asimismo, históricamente, la menstruación ha sido demonizada y todavía se considera un tema tabú, reflejado en el cine de terror como algo sobrenatural directamente ligado al aparato reproductor femenino. En «Carrie», por ejemplo, la protagonista descubre sus poderes tras su primera menstruación. De forma similar, en «El Exorcista», Regan también es una chica en plena pubertad, lo cual se representa de forma demoníaca, reflejando esos miedos y tabúes históricos.
Especialmente, Barbara Creed destaca la escena del baile de graduación de «Carrie» al simbolizar una de las imágenes de abyección más llamativas del cine de terror moderno: la asociación de la sangre de cerdo con la sangre menstrual. Como se repite en la película, las chicas «sangran como cerdos» cuando sus cuerpos están listos para reproducirse. Así, la sangrienta alianza entre lo animal y lo humano, combinada con la función procreadora y maternal, resume lo monstruoso femenino como confrontación con lo abyecto.
Fotograma de «Carrie» (Brian De Palma, 1976)
Por otro lado, Julia Kristeva en su ensayo «Powers of Horror», vincula el mundo animal con la capacidad de la mujer para procrear. Esto se ve reforzado por la idea del «pánico fálico», en el que Creed argumenta que cuando el hombre se hace monstruoso, se asimila a lo femenino y a lo animal al sangrar, gestar, dar a luz/crear vida, etc. Para convertirse en monstruoso y amenazar el orden simbólico, el hombre debe alinearse con la mujer y lo animal.
También se ve repetida la idea de monstruos gestantes con rasgos físicos groseros como características bestiales y desproporciones exaltadas por el terror corporal, por ejemplo, en la saga de «Alien» y en «Cromosoma 3». Es el cuerpo femenino «impuro» el que simboliza lo abyecto por excelencia: la sangre menstrual, los espacios intrauterinos como vientres monstruosos y las madres aterradoras como criaturas obsesionadas que no pueden desprenderse de su descendencia corporal.
Tanto «Alien» como «Cromosoma 3» perpetúan la idea de la madre partenogenética, la madre que puede dar a luz sin la ayuda de la contraparte masculina. Las razas alienígenas amenazan a la humanidad con el parasitismo y la repoblación, como en «La invasión de los ladrones de cuerpos» y ejemplifican tales ansiedades retratando escenas de parto natural y el crecimiento de otro ser dentro del cuerpo de forma grotesca.
Fotograma de «Cromosoma 3» (David Cronenberg, 1979)
Estas películas también juegan con el mito histórico de la «Vagina Dentata», esa idea del aparato reproductor femenino con dientes, aludiendo visualmente a ello a través de monstruos o extraterrestres con muchos dientes, como en «Predator». Asimismo, el repetido uso del color rojo perpetúa un ambiente psicológico interior que invoca tanto el peligro como a la curiosidad.
El vampiro femenino es el «monstruo menstrual» por excelencia, además de ser una figura materna arcaica, que da y quita vida, eternamente, como en «La Hija de Las Tinieblas».
La maternidad
Las madres idas de la cabeza o directamente malvadas son también un cliché bastante repetido en las películas de terror. «El legado del Diablo», «Babadook», «Evil Dead: El Despertar» o incluso en «Coraline», podemos observar esta idea de la madre que se identifica tomando prestado un término de Sigmund Freud. La madre arcaica es omnipresente, omnisciente y una amenaza para cualquiera que desafíe su dominio. Y, volviendo a la idea sistema reproductivo y terror corporal, la madre arcaica es «la primera nutricia y la primera seductora» en palabras de Freud.
Cabe destacar que en «Viernes 13», el asesino no era Jason aún, sino la madre: Mrs Voorhees. Su motivación era maternal y su rabia está relacionada con su condición de ser madre. Su deseo psicótico de prolongar su maternidad incluso más allá de la muerte de Jason, vengándose a su nombre, fue lo que la llevo a cometer esos asesinatos... El sonido también importa, ya que la semiótica remite al momento de la relación madre-hijo en la que la figura materna se asocia directamente con la irrupción de sonidos abyectos, como aullidos, gruñidos y gritos.
Fotograma de «Alien 3» (David Fincher, 1992)
Otro de los tropos más repetidos en el cine de terror, es el de las figuras femeninas como seductoras y explícitas con su sexualidad, únicamente con fines de engañar a los hombres para poder matarlos, comérselos o castrarlos. Es el caso de la mayoría de las vampiras cuya sexualidad se presenta como un arma con la que atrapar al sexo opuesto.
Precisamente, Fue Freud quien relacionó el miedo del hombre a la mujer con la creencia de que la mujer ya estaba castrada. Y esto, más el mito de la «Vagina Dentata», despierta una ansiedad de castración literal o simbólica donde un hombre se siente insignificante por las expectativas de género.
En «Psicosis», Norman Bates es metafóricamente castrado por su madre al existir en su cabeza y presenta al asesino como el producto de una madre controladora. Muchos fantasmas femeninos también representan ansiedades masculinas de venganza por violencia ejercida sobre ellas, como por ejemplo en «La Maldición» o «Kuchisake-onna».
Lady Gaga en «AHS: Hotel» (2015)
Sin embargo, la monstruosidad femenina ha cerrado un círculo y ahora es algo celebrado por amantes del terror y del cine. Implicaciones malvadas y figuras femeninas como la bruja, la madre loca o la niña poseída, se han convertido en heroínas a su manera y, al final del día, resulta catártico ser temida por algo por lo que anteriormente la sociedad te avergonzaba o condenaba...
Kaan Korukcu: @kaankorukxu
Imágenes: Fotogramas oficiales de las películas y YouTube