La suya es una práctica llena de palabras y órganos que crean palabras. Y es que es en la morfología del habla y, por extensión, del pensamiento, donde se desarrolla el particular imaginario de Teresa Solar. Un universo creativo que recientemente conquistó a la Bienal de Liverpool y que, ahora, lo hace en la 59ª Bienal de Venecia.

Bocetos de Teresa Solar en su estudio ©Pablo Alzaga

 

¿En qué momento se encuentra actualmente Teresa Solar?

Diría que estoy en un momento muy dulce de mi carrera. La Bienal de Venecia llega en una etapa en la que considero que los lenguajes en los que he estado trabajando los últimos años son bastante maduros y los proyectos que han resultado y que voy a presentar son muy personales. Me siento muy cómoda y muy identificada con ellos porque me han permitido llegar a un espacio y a un estado que me parece muy interesante, muy preciso.

Estudiaste Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y, aunque a día de hoy sigues viviendo y trabajando aquí, tus obras han logrado traspasar fronteras. ¿Cómo ves tú al arte patrio? ¿Se valora lo suficiente?

Viví, estudié y trabajo aquí, pero es verdad que en momentos anteriores a mi carrera he hecho todo lo posible por salir fuera. Por ejemplo, fui profesora invitada en la Universidad de Stuttgart, he realizado proyectos en México, etc. En cualquier caso -y pese a que haya tenido estas experiencias internacionales-, es verdad que a los artistas nos da la impresión que en España trabajamos en un formato muy insular, en el que estamos muy aislados.

A mí me parece que ahora la escena de arte contemporáneo español está viviendo un gran momento, pero sí que es verdad que hay una desconexión entre los agentes estructurales que permiten esas conexiones entre nacional e internacional, los que están fuera y los que están dentro. Todo el rato hay que hacer un esfuerzo porque esos agentes cambien, intercambien, etc. Todavía hay una labor inmensa que hacer ahí.

¿Es por eso por lo que muchos artistas acaban migrando a otros países?

Desde la crisis económica del 2008, el mercado del arte y el coleccionismo español se sumergió en un momento profundamente raquítico. Las instituciones tienen muy poco dinero para comprar y hay pocos coleccionistas privados. Es por eso que entre nosotros siempre existe el pensamiento de que el mercado español y, sobre todo, las plataformas de exhibición españolas, no son suficientes para tener una carrera que se pueda extender de manera ecológica en el tiempo.

Esa es una de las grandes cuestiones que tienen que ver con esta migración a otros países, pero también esta la cosa de que en España se valora más lo extranjero que lo patrio. Me explico: hay gente que se va a hacer un máster a Holanda y entonces es cuando su carrera en España empieza a tener sentido. Así que resumiendo, te diría que las dos posibles causas son, por un lado la búsqueda de una plataforma estable de trabajo, y por otro, una búsqueda de validación continua a través del extranjero en territorio patrio.

Everything is OK (2018) ©Jhoeko

 

En tu caso, tu interés por la figura del extranjero viene dado por tu propio contexto familiar. Cuéntanos más de estos “articuladores de fronteras” como tu los llamas.

Mi madre es egipcia y esto ha influido de manera bastante poderosa en mi trabajo. Ella nos ha legado un lenguaje y una cultura que, a lo largo del tiempo, me he dado cuenta que es no una herencia fluida, pacífica, sino que muchas veces hay encontronazos culturales. 

Eso también se puede entender dentro de la idea de lenguaje, porque esta herencia lingüística tampoco es una herencia fácil, sino que en muchos casos he experimentado una resistencia afónica a la articulación de ese lenguaje, que no sale de manera natural de tu garganta.

Entonces, desde esas ideas de resistencia del lenguaje que surgen en mi cabeza, también se articula esa idea del extranjero, que se encuentra en tierra de nadie, en un territorio de resistencia de un lenguaje que no termina de salir, y a la vez con una cultura que le rodea que tampoco es la suya.

¿Cómo de importante es para la comprensión de tu trabajo el desarrollo de conceptos como resistencia, aislamiento, hermeticidad e inmunidad?

La idea de aislamiento es una idea muy profunda en el corazón de mi trabajo, que se desarrolla a través de las experiencias con el lenguaje de las que hablaba en la anterior pregunta a través de la reflexión de la figura del extranjero.

Así, creo que el concepto base es la idea de aislamiento, que luego está muy relacionada con la idea de resistencia, concretamente afónica, a expresar adecuadamente el lenguaje a través de nuestro aparato de dicción.

Estas cuestiones, que también han sido desarrolladas a través del barro -que para mí empieza a ser una metáfora muy activa de estos conceptos-, termina completando la idea de hermeticidad y de inmunidad, porque el barro es una materia completamente aislante. De alguna manera, el propio material de trabajo que he escogido es una metáfora directa a la hermeticidad. Es una materia que todo el rato nos habla del aislamiento al mundo, de la inmunidad, etc. En esta época de pandemia, además, ha sido muy esclarecedor para mí trabajarlo.

Tuneladora (2021) ©Marta de Muga

 

Tuneladora (2021) ©Jhoeko

 

En los últimos años has desarrollado instalaciones de gran formato en las que familias de esculturas hermanas varían en forma y tamaño, creando complejos ecosistemas de pensamiento. ¿Cuándo y cómo surge esta nueva necesidad artística?

Realmente esta idea de instalaciones en las que las piezas se van dando la mano las unas a las otras, es un sistema de trabajo que diseñé específicamente para el proyecto de Matadero: ‘Cabalga cabalga cabalga’. Sin embargo, lo he seguido utilizando y teniendo muy en la mente porque, de alguna manera, me permitía hacer un paso narrativo muy interesante entre el trabajo de vídeo y el trabajo de escultura.

Yo vengo de un contexto en el que hacía películas y donde eran muy importantes las narraciones, los guiones, etc, y esta cuestión del ecosistema escultórico ha sido una manera de traducir la sintaxis a un concepto escultórico entre diferentes elementos de una misma instalación. En 2018 me pareció un gran avance y a día de hoy sigo trabajando con ello.

Además de diferentes formas y tamaños, en tus obras suelen convivir piezas de muy diferente materialidad: arcilla, objetos encontrados, cerámica… Sin embargo, ¿serías capaz de decirnos con cuál te sientes más cómoda?

La cerámica es quizás el material con el que estoy más ligada, pero realmente no solo es la cerámica, sino es la cerámica en relación a otros materiales. Para mí la cerámica es un motor inmenso de ideas y de conceptos, entonces me interesa mucho la realidad primitiva del barro, un material que se extrae directamente de nuestro suelo, de la Tierra.

También cómo la relación de esta realidad arcana nos lleva a un pensamiento contemporáneo a través, otra vez, de la combinación con otros materiales, como puede ser la resina, que es en lo que más estoy trabajando ahora. La relación que se establece entre materiales es lo que más interesante me parece ahora mismo.

 

Intraterrene (2022) ©Pablo Gómez-Ogando

 

Recientemente te han nombrado finalista del Premio Generación Futura 2021-2022 en la Fundación Pinchuk en Kiev, ¿cómo te sientes? ¿cómo estás viviendo la horrible situación que se está dando en Ucrania?

El hecho de estar en Kiev en septiembre y ver lo que está ocurriendo ahora desde la comodidad de mi casa, está siendo profundamente entristecedor. Sobre todo porque lo contrasto mucho con la experiencia que tuve allí.

Cuando fui vi una ciudad llena de gente joven, guapa, que tenía una voluntad inmensa por estar a la última, por ser modernos… una sociedad prometedora queriendo mejorar. Y me resulta muy paradójico. Aparte tengo contacto con algunas de las personas que conocí en Kiev y te dicen que tienen miedo, que se han tenido que ir de su casa... Seguramente los chicos jóvenes que nos ayudaron a montar la exposición de manera tan generosa, ahora tengan un fusil en la mano. Es muy fuerte.

Actualmente te encuentras presentando la 59° Exposición Internacional de Arte de La Biennale di Venezia con ‘La Leche de los Sueños’, curada por Cecilia Alemani. ¿Podrías contarnos un poco más sobre tu labor en esta muestra?

Cecilia me contactó hace casi un par de años. Ella estaba empezando a trabajar en el proyecto, pero todavía era muy prematuro, pues estábamos metidos en plena pandemia… Tuvimos unas primeras charlas en las que yo le expliqué un poco más sobre la idea de ecosistema del que hablábamos con esas grandes instalaciones y también de metamorfosis, donde las formas se van dando la réplica las unas a las otras, cambiando poco a poco de materiales.

Cuando finalmente me invitó a la muestra y me contó el contexto de la exposición, me vi muy identificada en él. Es un trabajo que llega desde un punto muy maduro de mi carrera y, ahora que las obras ya han salido del taller, solo puedo esperar que os gusten mucho. Yo estoy muy satisfecha.

Teresa Solar en su estudio ©Pablo Alzaga

 

¿Algún proyecto en marcha que puedas contarnos? ¿Qué es lo próximo que podemos ver de Teresa Solar?

La Biennale ha supuesto un esfuerzo inmenso, así que ahora voy a cogerme un poco de vacaciones –que las necesito mucho- y luego ya voy a empezar a preparar mi exposición individual en el CA2M.

 

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Texto: Anna Alarcón @_annalarcon

Imágenes: Cortesía de la artista y de Travesía Cuatro