Conversamos con el hombre detrás de los sonidos folk y electrónicos de The Pictish Trail. Johnny Lynch, la mente detrás de Lost Map Records, se conecta a Skype para hablar de música.
The Pictish Trail es el álter ego de Johnny Lynch, un personaje hiperactivo que ha conseguido despertar la curiosidad de la crítica y de los oídos más exigentes. Pero lo suyo, a diferencia de otros hypes de estéticas dudosas y oportunistas no es una historia de tres días. Tras la maraña de barba que completa su perfecto look de leñador se esconde una personalidad poliédrica, capaz de reunir como nadie en un mismo álbum géneros tan dispares como la electrónica de club o el folk experimental, haciendo de cada uno de sus trabajos un ejemplar raro. Compositor, productor y capo del colectivo y microsello con más rollo del momento, Lost Map Records, Lynch es el culo inquieto que se echaba en falta en una escena tan efímera como esta. Aprovechamos el lanzamiento del segundo volumen de “Secret Soundz”, que publica con la disquera Moshi Moshi (Hot Chip, The Wave Pictures, Au Revoir Simone…), para conectar por Skype con un pequeño pueblo al sur de Escocia, donde Johnny vive rodeado de vacas y lejos del bullicio. Un contexto ‘tecnorural’ que engrana a la perfección con el universo que rodea a su nuevo disco.
“Secret Soundz” es un álbum ecléctico y extremadamente personal. Cinco años después de publicar el primer volumen, vuelves con una segunda parte con cortes que van desde el dream pop o la electrónica casera hasta el folk más raruno. ¿Cómo definirías este trabajo? Es muy variado porque es un proyecto en el que llevo trabajando desde 2006. Si tuviera que calificarlo, diría que es un disco de música pop. O mejor dicho, un disco de pop muy lo-fi.
¿Existen algunas diferencias claves entre ambos volúmenes? Sí. Ha pasado mucho tiempo entre la publicación de un álbum y otro. El primer álbum lo publiqué con mi propio sello y, ahora, Moshi Moshi ha decidido lanzar ambos juntos. Cuando pones uno al lado del otro puedes ver que hay varias cosas similares, aunque diría que los temas nuevos son más personales. Siempre he colaborado con otra gente a la hora de producir, ya sea solo o con mi otro proyecto, Silver Columns. Sin embargo, esta vez quise hacerlo todo yo y que nadie “arreglara” absolutamente nada en las canciones. Encontrar el confort en el aislamiento es lo que ha hecho posible este disco. Tengo entendido que te aislaste literalmente del mundo para componer y grabar estas canciones. Asía es, todo el álbum está grabado en una caravana en la isla de Egg, en Escocia. La historia empezó porque fui a visitar a mi novia, que estaba pasando unos días en una granja que tienen allí sus tíos. Cuando vi el lugar, me quedé impresionado con el paisaje. Todo allí es increíble. Al tiempo volví y me fui a vivir a una caravana, donde pasaba el tiempo escribiendo apartado de cualquier distracción. Escribir es mucho más fácil cuando uno se encuentra a gusto y en un sitio como ese. Es una inspiración constante. ¿Cómo es tu proceso natural de composición? Pues… (De pronto, oigo un ladrido y Johnny se disculpa para ausentarse unos segundos. Cuando vuelve, me enseña a través de su webcam el exterior de su casa, donde puedo distinguir una escena de lo más surrealista: un perro ladrando a un grupo de vacas). ¿Dónde estábamos? Ah, sí, mi método de escritura. Las melodías llegan casi siempre solas y luego voy añadiendo otros elementos como la letra. Aunque también me pasa que antes de tener la música ya tengo una letra rondando en mi cabeza. Todo es muy intuitivo. Eso sí, hay canciones que las hago en un rato y otras que tardo dos años hasta acabarlas (Risas). La mejor y la peor parte de grabar un disco en una caravana… Lo mejor sin duda poder concentrarte en lo que haces y nutrirte de una inspiración constante. La calma que experimentas viviendo rodeado de mar es impresionante. Quizás lo peor es que no hay ni una tienda allí, ¡ni buenas birras! Aunque siendo honesto, cuando no tienes nada de lo que tienes en tu ciudad, al volver a casa lo ves todo con otros ojos. El año pasado creaste el sello Lost Map Records, poco después de que tu otro label, Fence, se disolviera. ¿Qué ocurrió? La otra persona con la que monté Fence decidió irse del sello hace un tiempo. Desde entonces, me ocupaba yo de todo. Además de hacer mi música, tenía que organizar todos los eventos, ocuparme de las bandas, etc. Fue demasiado de golpe. Mientras estaba en la isla pensé que lo mejor era partir desde cero con un sello nuevo. Las bandas que estaban en Fence (Rozi Plain, Randolph’s Leap, Eagleowl, Kid Canaveral, Seamus Fogarty y Monoganon) se vinieron conmigo. Al principio fue triste poner fin a diez años de sello, pero ahora sé que fue lo mejor. Em 2010 lanzaste “In Rooms”, tu proyecto más bizarro hasta la fecha. ¿Qué te impulsó a hacer un álbum como este? Es una grabación loquísima. Lo grabé en 2007 junto a mi amiga, la cómica Josie Long, y la idea era hacer una canción cada día que durase 30 segundos. Josie fue quien me sugirió en cierto modo la idea y más tarde me ayudó con la producción. Me sirvió para jugar con sonidos de la guitarra, con mis teclados y descubrir sonidos nuevos que tenía en mis máquinas y que no conocía. ¿Qué pasó con Silver Columns? ¿Habéis pensado en volver a sacar algo o habéis puesto punto y final a esa etapa? A Adam (la otra parte del grupo) y a mí nos gustaría reunirnos de nuevo para grabar juntos y darle continuidad al proyecto. Desde 2011, cuando acabamos la gira del disco “Yes and Dance”, no hemos hecho nada como Silver Columns, ya que Adam tenía que responder a una vida familiar y yo andaba muy liado con mi proyecto, el sello… Seguimos hablamos mucho por teléfono y, por supuesto, me encantaría volver a hacer algo juntos. Creo que nos saldría algo muy bailable. Si el mundo fuera a acabar mañana, ¿qué harías esta noche? ¡Oh, Dios! Creo que me llevaría a todo el mundo de fiesta a la isla de Egg y me bebería todo lo que cayera en mis manos… Por Dani Mesa