El filme se abre situándonos en Alice Springs, ciudad donde que tiene lugar la preparación y la puesta en marcha del viaje de Robyn. Para poder sobrevivir en el desierto, la protagonista ha de aprender a adiestrar y a convivir con camellos, por lo que trabajará en una granja durante algo más de un mes. Durante esta etapa, Robyn tendrá que enfrentarse a la desaprobación de su viaje por parte de todas las personas que la rodean, y que no cesarán de advertirle acerca de los peligros de viajar en condiciones extremas y, además, sola. Sin embargo, ella no se cansará de repetir que se siente capaz de realizar su travesía, desafiando la concepción de mujer joven imperante de la época.
Aun así, Robyn no realizará su viaje como había planeado. Antes de partir, conoce a un fotógrafo que trabaja en la revista National Geographic, Rick Smolan (Driver), quien le propone que sea su publicación quien financie la travesía. La protagonista acepta, aunque no sabe que a cambio tendrá que dejarse acompañar y fotografiar por él durante algunos tramos, hecho que le agobia y le disgusta, pero que asumirá resignada. De pronto, sus expectativas de viajar en soledad, y de disfrutar de una relación íntima y pura con la naturaleza se frustran. No obstante, este inconveniente permite que la película se abra a reflexiones acerca de la fotografía documental, muestre el trabajo de estos profesionales, e introduzca un pequeño y quizá artificial componente amoroso en la historia.
Robyn huye de la noción romántica de viaje. Para ella, su experiencia no tiene un objetivo concreto, no trata de conquistar nada: su ambición es el viaje por el viaje. Está cansada de la vida en la ciudad y solo disfruta cuando se siente conectada con la naturaleza, cuando se rodea de animales y convive con ellos. A través del filme, y de su sublime fotografía colonizada por el naranja del desierto, somos capaces de observar cómo la protagonista no soporta la vida social propia de su cultura, ni los entretenimientos a los que debería entregarse. De hecho, ni siquiera aprecia la institución de National Geographic y el trabajo que realizan. El viaje se presenta como una vía de escape a cierto vacío que inunda a la joven, y que la empuja a huir lo más lejos posible.
Durante la expedición Robyn conocerá a la población autóctona del desierto y aprovechará al máximo su compañía, participando en sus tradiciones y siendo acompañada durante un largo trecho por un sabio aborigen. Todas las arduas experiencias que vive en el desierto servirán para guiarla a través del descubrimiento de sí misma, que es lo que finalmente subyace tras esta historia: hasta dónde podemos llegar. Robyn sufre, ríe, hace sufrir y ama mientras se busca a sí misma en el naranja del desierto y nos sumerge en una trama que emociona por momentos.
Por Irene Rihuete