El cuerpo humano es su principal herramienta creativa y el tema principal de sus esculturas, los parámetros del cuerpo y el espacio que crea. A través de variados materiales, como la arcilla, el látex, el yeso e incluso el vidrio, esta artista comparte con el mundo su curiosidad por la experiencia compartida de la corporeidad, lo que implica y lo que genera.

Fotografiamos y hablamos con Juliana Cerqueira Leite de todo esto, de su proceso creativo, de su inspiradora comunidad y de su recién inaugurada exposición en NoguerasBlanchard, en Madrid.

Juliana, ¿de dónde viene tu fascinación por el cuerpo?

Últimamente me pregunto a qué me refiero cuando hablo de «el cuerpo». Me gusta pensar que quizá tú y yo podamos hablar de alguna experiencia compartida a raíz de estar en cuerpos. Sin embargo, inspirada por las preguntas que se hacen los artistas de las comunidades trans y discapacitadas, ahora me pregunto si cuando digo «el cuerpo» imagino algún tipo de cuerpo.

¿Hay alguna forma de hablar de este tema sin borrar ciertos tipos de cuerpos, pero también sin volverme tan específica que solo pueda hablar de mi propio cuerpo y mis propias experiencias? Tener cuerpos diferentes es algo que todos compartimos y pienso mucho en ello.

Mi cuerpo determina a menudo cómo puedo acceder al mundo que me rodea, cómo lo experimento y también cómo otros me controlan, castigan, aman o cuidan. Me interesa cómo esta experiencia compartida de la corporeidad está en la raíz de lo que crea nuestras necesidades y deseos, nuestros límites y libertades, así como la cultura, la identidad y la política. Lo veo como la raíz de muchas de nuestras luchas y también alegrías.

A través de tu arte exploras lo que significa ser humano. ¿Cómo ha evolucionado esta visión desde tus primeras creaciones?

Al principio, en la escuela de arte, hacía esculturas muy representativas. Imaginaba una imagen, la dibujaba y luego la esculpía. Empecé a entrar en crisis y esta forma de hacer arte me pareció muy problemática: ¿por qué crear cosas en un mundo que ya está lleno de cosas hechas por el hombre? ¿Por qué llevar mis ideas a la realidad material en forma de más cosas? Sentía que contribuía a agravar los problemas del mundo.

Mi forma de evitarlo fue entender que yo también era material y empecé a interesarme por cómo podía relacionarme conmigo misma y con los materiales sin separar mi cuerpo de mis ideas, sin crear una jerarquía entre mi mente y mi cuerpo, una estructura de dominación entre yo y los objetos. Así comenzó un proceso de intercambio de cualidades. Podía sostener o empujar materiales como el yeso y la arcilla contra mi cuerpo, descubrir formas y, de este modo, aprender en vez de proyectar mis ideas o suposiciones ya establecidas en el mundo material.

En las divisiones típicas de cuerpo y alma, el alma es la parte más importante de nuestro ser. Para ti es el cuerpo, la forma. ¿Qué lugar tiene el contenido, la esencia, el alma, en tus obras?

Es una pregunta profunda. Tanto mi pareja como yo practicamos la meditación zen, hablamos de este tema a menudo y tenemos ideas diferentes. A mí no me gusta dividirme en binarios: forma frente a contenido y cuerpo frente a alma, ni en mi vida ni en mi obra, porque, tal y como yo lo veo, estos elementos dependen fenomenalmente unos de otros.

Cuando me divido, me abstraigo de mis experiencias: «No me gustan las condiciones de mi vida, pero no pasa nada porque mi verdadero yo es mi alma y lo pasaré mejor cuando muera mi cuerpo». En mi opinión, eso puede convertirse en una creencia peligrosamente adormecedora que me saca de mi cuerpo.

Esta preocupación guía mi manera de concebir el arte: las ideas y la forma deben ser una para que no reafirmen este binarismo. Mis formas no representan una idea, son el acontecimiento de la idea, la única forma en la que la idea puede ser conocida por mí. ¿Cómo viviríamos si no separáramos alma y cuerpo? ¿Si creyéramos que esta es nuestra vida real y nuestro cuerpo finito y que nuestras acciones tienen sentido? ¿Cómo trataríamos a los demás si creyéramos lo mismo sobre sus vidas? Creo que seríamos más amables los unos con los otros. 

Tus esculturas son enormes y muy pesadas. ¿Sueles trabajar con otra persona durante el proceso creativo? Cuéntanos cómo es tu proceso creativo.

Me gusta mucho trabajar sola. Moldeo formas directamente sobre mi cuerpo y creo formas a partir del movimiento, así que me gusta tener intimidad.

La mayoría de las veces no dibujo planos antes de hacer las esculturas porque pienso a través de la creación. Pero, cuando trabajo en obras muy grandes y pesadas, suelo tener ayudantes conmigo tres días a la semana. Necesito al menos dos días a la semana sola en el estudio para poder reflexionar adecuadamente sobre lo que estoy haciendo y mantenerme conectada con la obra.

Los demás días, el estudio se transforma en un espacio social. Prefiero contratar a mujeres y artistas queer recién licenciadas y darles la oportunidad de tener un trabajo en un campo dominado por los hombres, ampliar sus habilidades de fabricación y probar cosas que no aprendieron en la escuela de arte.  

¿Cuánto tiempo suele llevarte crear una de tus esculturas? ¿Qué escultura ha sido la más compleja de crear y por qué?

Algunas de mis obras más rápidas me han llevado una semana y hace poco terminé una escultura llamada «Otras simetrías», en la que llevaba trabajando más de un año. Algunas de las esculturas más complejas implican la construcción de moldes de madera muy grandes que lleno de arcilla (a veces con dos o tres toneladas de arcilla húmeda) y estos moldes de madera tienen que ser estructuralmente fuertes para aguantar tanta presión y peso y también seguros para que yo pueda meterme dentro. 

Has trabajado con una gran variedad de materiales, como arcilla, látex y yeso. ¿Cuál es el material con el que aún no has trabajado y te gustaría experimentar?

A veces sueño con inventar un material que sea reutilizable, como la arcilla, pero que no pese tanto. Lo que he aprendido es que los materiales tradicionales siempre se han utilizado para esculpir porque son muy abundantes y baratos, no son tóxicos y tienen una memoria asombrosa.

Hace poco tuve la oportunidad de trabajar con vidrio por primera vez al hacer un encargo para las oficinas de Google en Nueva York. Hice unas lámparas para la sala donde estaba colocada la escultura y utilicé la técnica muy sencilla del vidrio colado en moldes planos. El vidrio es un material maravilloso, por la forma en que juega con la luz, y me enamoré.

Ahora quiero trabajar con pâte de verre, que es una pasta de vidrio que se puede colar en formas más tridimensionales utilizando moldes de yeso.

¿Tiendes a crear como resultado de una disciplina autoimpuesta (digamos que un rato cada día) o solo cuando te sientes verdaderamente inspirada?

No creo que para la mayoría de los artistas sea posible hacer arte solo cuando se sienten verdaderamente inspirados. Yo estoy en el estudio casi todos los días, aunque ahora estoy aprendiendo a no ir los fines de semana.

A menudo encuentro que la inspiración viene de crear suficiente espacio para la curiosidad -o suficiente aburrimiento- sentándome en el estudio con regularidad y comprometiéndome con esa práctica. Es fácil llenar ese espacio con e-mails o redes sociales, así que, por regla general, mi portátil no entra en mi estudio. Necesito relajarme de la ansiedad de no hacer nada para empezar a hacer algo. 

¿Qué es lo que más te ha inspirado últimamente?

Puede parecer cursi, pero mi comunidad me ha inspirado mucho este año. Me ha sorprendido ver que estoy rodeada de tanta aceptación. Tuve un comienzo de año difícil, por motivos personales, y hace poco decidí mostrarme más abierta sobre mi bisexualidad.

Siempre había tenido tanto miedo de ciertos aspectos de mí misma, por temor al rechazo, pero aprendí que subestimaba a mi comunidad. He estado rodeada de gente que me apoya como soy todo el tiempo. 

El cuerpo y la perspectiva femeninas son una constante en tu trabajo. ¿Cómo te aseguras de no limitar tu arte a tu experiencia y hablar colectivamente?

Mi obra es un gran experimento para intentar comprender y cuestionar cómo se da significado a la corporeidad, en general. Adopto muchas formas diferentes en mis esculturas: amplío mis límites y pongo a prueba mi alcance, me fundo, repito y fusiono, me deformo y distorsiono. No me interesan los autorretratos, ni la autobiografía. Al habitar estas formas diferentes, intento descubrir algo sobre el ser humano, liberado de los límites esperados de una forma reconocible.

Considero que en mi trabajo, la transformación, la intención y la representación, definen el ser un cuerpo, más que las imágenes reconocibles. Espero que la gente pueda encontrar algo en ella por sí misma.

¿Qué nos puedes contar de la exposición que has inaugurado este mes de noviembre en Madrid?

La exposición en NoguerasBlanchard tendrá esculturas, collages y dibujos que consideran formas de movimiento repetitivo. Empecé a fijarme en cómo nuestros movimientos cotidianos están influenciados por objetos con los que interactuamos habitualmente, como pomos de puertas, zapatos, llaves, etc. Hice una serie de dibujos titulada «Movimientos repetitivos que hacen y deshacen el mundo», basada en coreografías sencillas de estos movimientos, como atarse los cordones de los zapatos o lavar un plato.

A partir de esta serie tan doméstica, empecé a cuestionarme cómo el trabajo ha cambiado nuestros movimientos cotidianos. Para mucha gente, trabajar es sentarse en una silla y mover las puntas de los dedos y las muñecas sobre un ordenador portátil, pero esto es muy diferente en el trabajo agrícola, así que empecé a fijarme en la historia de cómo el trabajo industrial utiliza movimientos que en los últimos 200 años se hicieron cada vez más cortos, especializados, repetitivos y abstraídos de la persona que realiza el trabajo.

¿Estás trabajando en alguna otra nueva escultura? 

Actualmente estoy trabajando en una escultura para mi exposición individual en Madrid y también en los planos de construcción de un molde de madera muy grande que construiré para una exposición colectiva en el Instituto KW de Berlín en febrero.

La escultura de Madrid, que se llama «Lift» (Levantar), está hecha con alambre de acero inoxidable y vendas de yeso. Esto revela diferentes formas generadas por el movimiento, formas que no existen en la realidad, pero que parecen existir. Las formas sugieren figuras anatómicas -costillas, huesos, órganos-, como si la anatomía del cuerpo humano estuviera impresa de algún modo en las acciones cotidianas que produce.

Estas obras están sorprendiendo y ampliando mi comprensión de lo bellas que son las formas que describimos en el espacio, incluso cuando estamos haciendo algo sencillo, como recoger un objeto del suelo o pasar la página de un libro.

 

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Texto: Carla Tomillo @carlatomillo

Fotografía: Santiago Neyra @santiagoneyraa