La actriz Keira Knightley donó la semana pasada el vestido que le había hecho la diseñadora Jacqueline Durran para la película “Ana Karenina” (de próximo sueno; no te alarmes si no te suena. Puedes ver el vestido, eso sí, en el trailer) al museo “Victoria and Albert” de Londres. No es, ni de lejos, la única pieza de un vestuario que merece estar expuesta en una vitrina. Elegimos cinco piezas de vestuario que nos gustaría sacar de la pantalla y quedarnos. La cazadora de “Drive”. Ryan Gosling comenzó a convertirse en sex symbol el año pasado, en parte gracias a su papel en la película “Drive”. En ella aparecía enfundado en esta cazadora, con su descarado escorpión que recorre la espalda, a la vez que se llevaba cada dos planos un palillo a la boca. Qué lástima que la prenda se llenase de sangre hacia la segunda mitad de la película. Las gafas de Woody Allen. Cuenta Penélope Cruz que, al final de rodar "Vicky Cristina Barcelona", el director le regaló sus características gafas. Son tan conocidas como él, tanto como lo era la silueta de Alfred Hitchcock. Por ello, queremos tenerlas y ver con ellas "Annie Hall" una y otra vez. Los zapatos de rubíes de “El Mago de Oz”. ¿Quién no ha soñado alguna vez con ponerse los zapatos de Dorothy y, tras unos pequeños golpes, volver a casa? Parece mentira que en un principio fuesen a ser plateados. Por fortuna, finalmente se utilizaron los que hoy en día conocemos, que se han convertido en uno de los calzados más icónicos del cine. Las maletas de “Viaje a Darjeeling”. Las películas de Wes Anderson siempre tienen un toque infantil. En este caso, tres hermanos viajaban a la India para reconectar unos con otros y,  como guarda-equipaje, llevaban consigo estas preciosas maletas de estampado aniñado, fruto de la imaginación de Marc Jacobs. Los vestidos de Grace Kelly en “La Ventana Indiscreta”. Es un poco de trampa, pero no podríamos escoger sólo uno de los atuendos que la mítica actriz vestía en la película de Hithcock. La estrafalaria (y mítica) diseñadora de vestuario Edith Head tocó techo creativo con los atuendos de este personaje, de clara influencia europea (si te preguntas por qué la Edith Head era tan estrafalaria, piensa que la diseñadora que hacía los trajes a la familia de "Los invencibles" estaba inspirada en ella). Tan bonitos era que Hitch le permitió el pecado prohibido a toda diseñadora fílmica: que los vestidos fueran tan bonitos que llamaran la atención por si solos. El film permanece intacto como clásico. El impresionante plató que ideó el director para rodarlo, la perspectiva de la cámara –siempre en el interior del piso del protagonista-, junto a los vestidos de Kelly, hacen de la película una de las experiencias más disfrutables del cine de Hitchcock. Por Andrés G. Menéndez