Hasta hace bien poco, la manida fórmula de "menos es más" era una apuesta segura en cualquier evento que se terciara. Los recogidos (des)peinados, esa tendencia que todo el mundo entendía menos las peluqueras de tu barrio, presumían de un buen número de admiradoras y conseguían precisamente lo que buscaban: Esa creencia de belleza sin esfuerzo que, obviamente, no era más que una sensación, un efecto óptico, un complot. Pero en materia de moda nada es para siempre. Con resignación o gusto, las tendencias cambian y se reinventan, se reciclan, y es precisamente esto lo que hemos presenciado en los accesorios de las recientes red carpets del celuloide. Lea Seydoux, espectacular, paseó por la ceremonia de clausura del Festival de Cannes con uno de esos tesoros de Chopard que harían resucitar a la mismísima Liz Taylor, actriz que ya se rememoró días antes gracias a una Jessica Chastain convertida en dueña de un zafiro previa propiedad de la intérprete de Cleopatra. Una suma de grandes joyas que, con cierto aire retro, recuerdan a ese antiguo Hollywood sólo apto por Garbos, Hepburns y Gardners. Alejandro Bernad Perié