Es el momento de huir de la ciudad. Nos olvidamos del polvo y del ruido. Os propongo un cambio radical. Como el que dio Santi cuando abandonó la multinacional para la que trabajaba para montar el Cluc, un hotelito que enamora. Está en Begur, un pueblo encantador en el corazón de la Costa Brava, y en el de esta que escribe también. Las mansiones indianas son aquellas que construyeron los inmigrantes que regresaban tras hacer fortuna en las Américas. Grandes ventanales, balconadas y barandillas de inspiración caribeña, para dejar testimonio de su buena estrella al otro lado del charco. En una de estas casas se encuentra el Cluc.
Cluc Cluc
Pavimentos hidráulicos y techos abovedados con molduras en tonos grises y tostados. Madera decapada y hierro en su mobiliario más moderno. Piel y terciopelo en butacas y sofás de aire clásico. El desayuno se sirve en su luminosa terraza. Una galería arqueada protegida por ligeras cortinas de lino blanco que se dejan mecer por el aire de la costa. Mesas para dos en madera natural y antiguas sillas de jardín en colores vivos. Estamos ante un hotel decorado con gusto exquisito y situado en uno de los lugares con más encanto e historia de nuestra costa: Begur. Allí donde Elizabeth Taylor rodó De repente, el último verano, sobre cuyas calas escribió Josep Pla y donde vivió la bailadora Carmen Amaya sus últimos meses. Yo estoy deseando ir, y que no sea el último verano.   Inés García