Las mujeres se cuelan en los desfiles de las semanas de la moda masculinas, los chicos protagonizan propuestas como la de Davidelfín, Gucci y Saint Laurent juegan a confundirnos gracias a un casting de modelos rendido a la androginia. ¿Importa el sexo a la hora de vestir una prenda? Al parecer, cada vez menos.
En realidad, es un concepto que está dejando de interesar a los diseñadores. David Delfín aseguraba tras la presentación de "Inferno", su última colección, que el hecho de que sus prendas sean llevadas por un hombre o una mujer es lo de menos. La idea prevalece, y se impone por encima del género. De hecho, viendo las propuestas de estas firmas, es fácil darse cuenta de que tanto hombres como mujeres podrían vestir todas y cada una de las prendas -sí, incluso los vestidos plisados que presentaba Davidelfín, con los que lograba que sus modelos no perdieran ni un ápice de masculinidad-.
Al fin y al cabo todo se trata de convenciones sociales, de costumbres y tradiciones que la moda siempre está dispuesta a retar. Poner a prueba nuestras convicciones y aquello que asumimos como "correcto" a nivel estético es uno de sus aspectos más interesantes, mucho más allá que la creación de un vestido clásico y correcto para la alfombra roja de los Oscar.
Si buscamos las raíces de esta rebeldía en el arte, encontramos una profunda conexión con las ideas dadaístas de "descontextualización" que proponía Marcel Duchamp. Todo lo que se salga de su lugar habitual produce desconcierto, e incluso rechazo, y tendemos a necesitar que los objetos cumplan la función para la que han sido diseñados. Pero, al igual que Duchamp expuso un urinario y lo tituló "Fuente" ante la indignación de los neoyorkinos de comienzos del siglo XX, hoy la moda se atreve a enredar y desorientar a sus espectadores.
Firmas como Public School, One DNA , Rad Hourani o Hood by Air también se apuntan a los desfiles mixtos, y Nicopanda, la línea de Nicola Formichetti presenta una edulcorada visión masculina, con lazos y tutús incluídos. "69" es otra de las marcas que se identifica con esta fusión de sexos. Basada en Los Ángeles, se autodefine como "non-gender" y "non-demographic", sin género y sin una orientación hacia un grupo demográfico determinado. La idea del "target" desaparece, -para desgracia de los expertos en marketing-, pues cualquiera puede sentirse identificado con sus creaciones. En sus campañas, niños, ancianas, mujeres con el rostro quemado, personas de cualquier rincón del mundo y fieles a cualquier religión, se unen para vestir las creaciones de este diseñador, que prefiere no revelar su identidad. Su cometido no es convertirse en un fénomeno mediático, sino dejar que sus creaciones sean un instrumento de expresión de la verdadera individualidad.
Porque, si hablamos de defender la identidad de cada uno, poco ha de importar a qué sexo pertenezca. Vayamos más allá.
Arancha Gamo @arancha_gm