Más de una y más de uno reconoce haber visitado la tienda de Abercrombie con la única intención de ver a los dependientes-modelos que recibían al comprador sin camiseta. La ropa era lo de menos, y la gran pregunta era si este baile de hormonas se traducía en ventas.  A juzgar por la decisión que acaba de tomar el nuevo consejero delegado de la firma, la respuesta es negativa. Su reacción ha sido tajante: se acabaron los torsos desnudos en sus tiendas.
Abdominales, a esto reducía Abercrombie la valía de sus dependientes Abdominales, a esto reducía Abercrombie la valía de sus dependientes
La estrategia, defendida por el nuevo presidente ejecutivo de Abercrombie, Arthur Martínez, y el director de la firma, Christos Angelides, se opone radicalmente a la imagen que apoyaba el antiguo responsable de la compañía Mike Jeffries. Jeffires abandonaba Abercrombie el pasado mes de diciembre, tras declaraciones tan polémicas como "Muchas personas no están hechas para llevar nuestra ropa, y debe ser así", o hechos tan controvertidos como no fabricar prendas femeninas de talla XL, o evitar que dependientes de raza negra trabajaran en sus establecimientos. Sin embargo, y tras un notable descenso de las ventas, Abercrombie abre una nueva etapa llena de cambios. El criterio a la hora de elegir a los dependientes no se basará en su físico, sino en sus habilidades de venta, se abogará por una mayor diversidad, las luces de las tiendas se subirán y el perfume que aturdía al comprador al entrar será más llevadero. Además, la imagen excesivamente sexualizada de sus campañas también se relajará. Ya no aparecerán modelos con los torsos desnudos en el packaging de la firma, y mucho menos en las tiendas. Un lavado de imagen en toda regla que busca reconciliar al comprador con la marca. ¿Será efectivo?   Arancha Gamo