¿Es el fin de la era de los diseñadores estrella?
Demasiada notoriedad y demasiadas celebrities en el front row suponen poco protagonismo para la ropa. Los tiempos cambian para los diseñadores estrella
Una vez digerida la noticia de la marcha de Alexander Wang de Balenciaga -según Kering, el grupo francés propietario de la firma, dirigido por François-Henri Pinault, tras una decisión consensuada por ambas partes-, se augura el habitual e interminable baile de nombres para especular hasta el hastío sobre su posible sucesor. Sin embargo, puede que esta vez ni los más expertos en la materia den con el nombre clave. ¿El motivo? Comienza a ser palpable el cambio de rumbo en las casas de moda, que parecen estar más interesadas en fichar por un perfil discreto y vinculado a sus talleres, que por un diseñador mediático que acapare todos los flashes.
la nueva estética maximalista y deudora del imaginario de Wes Anderson que ha impuesto en la firma italiana, y aún más, los resultados que ya se han dejado sentir. Tras la llegada de Michele, las ventas han crecido un 12% -lo han hecho por primera vez en los dos últimos años-.
Así pues, la fórmula del creador afín a la casa parece funcionar. ¿Acaso está dejando de impresionarnos el perfil de diseñador histriónico? Sin duda, algo ha de estar cambiando cuando John Galliano ya no quiere ni salir a saludar tras sus desfiles -como sucedía durante la edición de otoño/invierno 2015 de las pasarelas, cuando el gibraltareño escapaba a toda prisa del backstage de Maison Margiela-. Quién te ha visto y quién te ve, John. O cuando nombres como el de Raf Simons son los que más interés suscitan -no es que Simons sea precisamente el adalid de la notoriedad-.
Teniendo en cuenta además que Wang es uno de los tres diseñadores que se colaba el pasado mes de abril en la lista de las 100 personas más influyentes del año según la revista Time -junto a Diane von Furstenberg y Kanye West, si es que ya le hemos otorgado a éste último el título de diseñador-, cuesta creer que la firma no quiera seguir contando con alguien tan poderoso. Pero, ¿es acaso ése el problema? Las celebrities copando el front row de los desfiles comienzan a robar demasiado protagonismo al motivo de la cita. La amistad de Wang con el clan Kardashian, la de Olivier Rousteing -director creativo de Balmain- con Rihanna y un largo etcétera de idilios más enfocados al papel cuché que a las páginas de moda, puede haber supuesto demasiada exposición, además de vincular en exceso la firma a la imagen de dichas estrellas. En resumen, se pierde información y el discurso queda deslucido.
Tal vez otro de los grandes males del "diseñador estrella" sea su carácter multitarea. En el caso de Wang, además de Balenciaga diseña para su propia firma, que lleva su nombre, y para la segunda línea de ésta: T by Alexander Wang. Una fructífera colección cápsula para H&M también le mantuvo ocupado, y, en definitiva, parecen ser demasiados frentes abiertos. ¿Se acaba la idea de que los diseñadores pueden trabajar para dos o hasta tres casas a la vez? Esto supone diseñar cuatro colecciones al año por cada firma -o cinco en el caso de las que también crean alta costura-, un terreno en el que sólo parece estar cómodo el hiperactivo Karl Lagerfeld, y que supone un ritmo creativo que suele terminar mal. Diseñadores agotados y faltos de ideas son las consecuencias más suaves de este indigesto atracón de moda.
Para Wang, la despedida oficial de Balenciaga llegará el próximo 2 de octubre, durante el calendario de desfiles de la Semana de la Moda de París. Las expectativas son elevadas, además de por lo significativo de la cita, debido a que su útima colección para la casa fue una de las más aplaudidas de su carrera. En ella dejó sentir, más que en ninguna otra ocasión, el respeto por el legado del maestro Cristóbal Balenciaga, a quien rindió un homenaje redondo. Fue su colección más aristocrática hasta la fecha. Entonces, ¿qué vendrá en octubre? Sea lo que sea, pondrá punto y final a dos años y siete meses en la firma, un tiempo que parece demasiado escaso, teniendo en cuenta la notoriedad del personaje. Jamás habríamos imaginado que Alexander Wang fuera a ser uno de esos "diseñadores puente", entre la era Nicolas Ghesquière -destituído de Balenciaga a finales de 2012- y el señor o la señora "X" que está por venir.
Tal vez a estas horas, haya un joven diseñador criado en los talleres de Balenciaga soñando con tomar las riendas de la firma. Todavía no sabe que el mundo de la moda está a punto de ser suyo... Al menos durante un tiempo.
Arancha Gamo @arancha_gm
El mejor ejemplo lo tenemos afianzado en el cuartel general de Gucci, capitaneado desde enero de este mismo año por el sencillo Alessandro Michele. Tras la salida de Frida Giannini de la casa italiana, todos esperaban un nombre escrito en la historia de la moda con letras doradas; había quien, incluso, auguraba el retorno del mismísimo Tom Ford. Sin embargo, Gucci tenía en mente a un hombre de casa. Un talento que llevaba con ellos desde 2002, y que en 2011 había sido nombrado adjunto de la directora creativa, Giannini por aquel entonces. Pero eso no es todo. Michele ostentaba también el cargo de director creativo de la casa de porcelana Richard Ginori -perteneciente a Gucci- y llevaba varias temporadas a cargo del diseño de los accesorios que Frida presentaba en pasarela. Con estas credenciales, no era difícil adivinar que, pese a no ser un dios venerado en las redes sociales, Michele sabía lo que hacía. Prueba de ello es el éxito de