Según he leído en Twitter, Alberto Ammann se encuentra en Londres, entre otras cosas, para rodar el nuevo anuncio de Chanel junto a Keira Knightley. Intento confirmarlo con su gente de prensa pero obtengo la callada por respuesta. Él me cuenta que está allí para “estudiar inglés, y ordenarme un poco”. Fin de la respuesta. Lo cierto es que, sea cual sea la razón de su periodo británico, los mil y muchos kilómetros que separan Madrid y la capital inglesa, me impiden hacerle la entrevista en directo. Le mando un mail, que primero pasa por su representante, y que me devuelve con las respuestas escritas en rojo, para diferenciarlas mejor de las preguntas, supongo. Aquí la imaginación puede volar más libre. Es poco probable que en pleno enero, Alberto estuviera contestando a mis preguntas en algún parque de Londres mientras tomaba un bagel y bebía un zumo de naranja, por lo que optaremos por creer que estas respuestas están elaboradas desde un magnífico loft que ha alquilado en el centro.

En “Eva” coincides por segunda vez con Marta Etura, ¿cómo ha sido la experiencia?

Ha sido estupenda. Marta es muy trabajadora y nos reímos mucho. Siempre está buscando, profundizando. Y lo transmite, de alguna manera te anima a que busques con ella y eso genera compañerismo y gusto.

El frío. Tenía una escena con Dani [Brühl] a eso de las 2 de la madrugada con unos 10 grados bajo cero y vestidos de verano. Fue muy agradable el caldito entre toma y toma.

Su maravilloso sentido del humor. Su inteligencia y su intuición. Desde el principo supe que nos íbamos a llevar bien. Me pareció muy agradable, simpático y sencillo; y a las pocas horas de conocernos ya nos estábamos riendo. Iba al rodaje con ganas de verle, de intercambiar los enfoques del trabajo, y él siempre estaba disponible.

Por la cabeza no pasó nada que pudiera recordar, pero por el cuerpo, de todo. Lo primero que recuerdo pensar fue al acercarme a los escalones y era algo así como “no te caigas, no te tropieces”.

Es una de las cosas que más me gusta. Mi último viaje fue a Brasil.

Se acerca la hora de comer y tengo una entrevista telefónica con Daniel Brühl. Parece que hay problemas con la transferencia y tengo que esperar, colgado al aparato, con la consiguiente sintonía de fondo. Si las entrevistas cara a cara son raras (imagina, hablar con una persona a la que no conoces de nada e intentar que de ahí salga algo medianamente interesante y personal), por teléfono, la cosa se magnifíca. Finalmente se oye la voz de Daniel. ¿Daniel? “Hola, ¿qué tal?”. Al parecer se encuentra en Barcelona rodando “Los Pelayos”, una de atracadores basada en hechos reales, junto a Lluis Homar, Eduard Fernández, Oriol Vila y Miguel Ángel Silvestre. No me lo ha dicho pero imagino que está en algún tipo de nave industrial, en plan plató de Hollywood, porque la cobertura es muy mala. Decide salir a la calle y pienso, instantáneamente, en un polígono industrial cerca de Ripollet. Solucionado el tema de las interferencias, pregunto:

Sí, era bastante duro, sobre todo para el director, porque hay muchos efectos especiales, en todos los planos. Nos pasábamos el día rodeados de verde y de gente vestida de verde, lo cual resulta un poco raro. No sentí ninguna envidia por esos actores que hacen películas como “El señor de los anillos” o “Harry Potter”, porque tiene que ser un coñazo ir cada día a un sitio verde e imaginar que estas rodeado de monstruos.

Sí, y por eso en muchas pelis americanas, incluso las que están muy bien hechas, siempre hay algo raro. Por ejemplo, en “King Kong” de Peter Jackson, hay escenas en las que no te lo acabas de creer del todo. Ahora entiendo por qué. Es muy diferente estar rodeado de cromas a estar en un sitio real. Pero claro, ése era el reto y espero haberlo hecho bien.

Es un tío muy serio y muy currante. Se lanza con toda la energía y piensa mucho en el personaje. Mmm, no sé que más decir... Espero volver a trabajar con él porque nos hemos entendido muy bien. A mí me gusta poder juntarme con los actores después de rodar y seguir hablando del proyecto. Algunos están tan ensimismados que quieren resolverlo todo ellos mismos. Sin embargo, con Alberto he hablado mucho y nos hemos apoyado el uno en el otro y eso me gusta.

Bueno, no lo sé (risas).

Eso pasa, pero por suerte, en la vida profesional, nunca pensé: “qué mal”. Siempre me he llevado bien con los directores, menos una vez en una película alemana que nadie conoce. Pocas veces me equivoco, si pienso que alguien me va a caer mal, siempre acierto. Me hace gracia porque en el mundo del cine siempre se hacen grupos, algo parecido a pandillas, y

en mi grupo de actores en Alemania a todos nos cae mal la misma gente.