De Mariah Carey cabría decir que ha andado relativamente ociosa estos días; o, cuando menos, que su actividad profesional se ha ralentizado bastante desde que anunció su embarazo a allá por noviembre de 2010 (soplando ella 39 velitas nada menos), sobre todo en los meses que rodearon al parto en cuestión en marzo de 2011. Por eso esta noticia es doble: por un lado, Mariah Carey se estrena como juez en el reality más longevo y rentable de la televisión estadounidense, American Idol (más o menos, un Operación triunfo made in Hollywood) por unos 18 millones de dólares con los que suponemos que podrá ir tirando. Pero por otro, y esto casi parece más importante, es que la diva quiere volver a la carga. El trato parece mutuo: la presencia de Carey no solo la devuelve a la primera línea de la actualidad, de cara a un nuevo disco que, según anunciaba la semana pasada, está preparando; también sirve para revitalizar ese American Idol que en su día,  hace diez años (¿se acuerdan? ¿Aquel mundo sin crisis, sin series de calidad, ni redes sociales, ni prácticamente ADSL?)  era todo un acontecimiento televisivo y ahora es como una especie de fenómeno cultural rancio que se niega a dejar de existir. Los anteriores jueces, a los que Carey sustituirá, son Jennifer Lopez y Steven Tyler, lo cual da una idea de lo que desconectado que estaba el programa de la actualidad musical. No es la primera vez que Carey trabaja para el programa. Ya tuvo un rol menor en la temporada de 2008 que le terminó saliendo por la culata: los tabloides estadounidenses se empeñaron en crear una especie de falsa rivalidad entre ella y la otra diva latina, Jennifer Lopez (lo que le gusta una rivalidad entre divas a los tabloides) a base de hablar bien de esta última y de repetir una y otra vez que trabajar con Carey "era una pesadilla" y que era una persona de lo más desagradable. El vídeo lo tienen arriba. Esta vez, el mundo (el de Carey, el de los tabloides, el del programa y sobre todo el nuestro) está muy cambiado. Veremos.