Fue en 1987 cuando se grabó a fuego en nuestras retinas y nuestros oidos la maravilla de “Dirty Dancing”. Una banda sonora jovial y sexy; un Patrick Swayze imponente; y una aprendiz de baile narizuda y contestataria: Jennifer Grey. Hasta entonces sólo tuvo papeles de secundaria. La podemos recordar en “Cotton Club” de Francis Ford Coppola y en la inigualable “Todo en un Día” de John Hughes, en el rol de la hermana del protagonista. Pero después de bailar sucio todo parecía cambiar. O no. El caso es que una vez con el corazón de medio mundo ganado, los papeles que llegaron se perdieron en fracasos de taquilla y crítica. Como en “Noches de Broadway” de Howard Brookner o “La fuerza del viento” de Carroll Ballard. En unos años lo que prometía, caía en el olvido. Creyó encontrar la solución. Rinoplastia.
Jennifer Grey en la actualidad Jennifer Grey en la actualidad
La solución fue peor para ella. A todos los niveles. De creerse en el olvido paso a ser irreconocible. Incluso para gente de su entorno, según palabras de la actriz. A todos nos ha pasado. Leer su nombre en créditos, revisar la cinta y no encontrarla. Pero trabajos tras la desfiguración ha tenido. Telefilms y esas cosas. Intervenciones en series, como la de “Friends”. Es que repasamos el capítulo y nada, que no se le reconoce. Su último gran éxito fue en 2010. Ese año, y tras superar un cáncer de tiroides, ganó la undécima edición de “Dancing with the Stars”.  Pero como podéis ver esta chica siempre sale adelante. Tiene la fuerza de Baby. Y es capaz de llegar a una fiesta con una sandía y decirlo. Y, por supuesto, de no permitir que nadie la arrincone. Raúl Rustarazo