Se cumple medio siglo de la muerte de la poetisa, uno de los grandes iconos de la cultura popular estadounidense. Su única novela, ‘La campana de cristal’, publicada un mes antes de su suicidio, aparece en manos de personajes como Lisa Simpson, la bruja Sabrina o Rory, en la serie ‘Las chicas Gilmore’. “Sylvia Plath. Una poetisa interesante cuyo trágico suicidio fue interpretado como romántico por la mentalidad de las chicas universitarias”, dice Alvy Singer (Woody Allen) mientras sostiene en la mano un ejemplar del poemario ‘Ariel’ en su primera visita al apartamento de Annie Hall (Diane Keaton). En 2001 Ryan Adams publica una canción titulada ‘Sylvia Plath’ en su álbum ‘Gold’. En 2003 Gwyneth Paltrow da vida a la poetisa en la película ‘Sylvia’. En 2009 Lady Gaga la cita en su canción ‘Dance in the Dark’. Este mes se publica Estados Unidos un volumen dedicado exclusivamente a los dibujos realizados por Sylvia. Poeta maldita, ‘niña bien’, pionera del feminismo, modelo de revista para jovencitas, romántica suicida, ama de casa… Sylvia Plath reunía buena parte de los elementos que fascinan a las mentes inquietas y muchas mentes, por desgracia, sólo son inquietas durante la adolescencia. Cuando consiguió suicidarse, en su casa de Londres, en 1963, era un ama de casa que escribía al alba, antes de que se despertaran sus hijos. Preparaba la comida, los llevaba al parque… Había sido abandonada por su marido, el poeta Ted Hughes, quien la dejó por otra poetisa, Assia Wevill (que también se suicidó metiendo la cabeza en un horno). Pero antes Plath, depresiva crónica, ya había intentado suicidarse en dos ocasiones.
Sylvia Plath Sylvia Plath
Nacida en Boston en 1963, Sylvia vivió una infancia feliz que desapareció a los ocho años, cuando su padre Otto murió. “No volveré a hablar más con Dios”, dijo entonces. A los 11 años comenzó un diario que nunca abandonaría. En él cuenta su vida en el Smith College, un colegio de señoritas donde los hombres no podían subir a la primera planta y donde las alumnas se vestían especialmente para la cena. Sylvia recibió un premio de la revista femenina ‘Mademoiselle’ que le permitió pasar un mes en Nueva York. Allí experimentó una tensión que nunca resolvería: o ser una ‘buena chica’ americana, que posaba en traje de baño al estilo de Betty Grable y tenía la obligación de gustar a los hombres, o convertirse en una intelectual reconcentrada que rompiera con el destino que para ella había dictado el patriarcado. Esa misma disyuntiva es la que vivían miles de mujeres, jóvenes y maduras, que se vieron reflejadas en la obra de Plath y también en su vida. A la vuelta de Nueva York, después de desaparecer durante tres días y salir en los periódicos, convertida ya quizá en la primera ‘It Girl’ de la historia, intentó quitarse la vida. “Éste ha sido mi último acto de amor”, dijo entonces. Tras pasar por el psiquiátrico y recibir terapia de electroshock, Sylvia se recuperó y viajó becada a Reino Unido, a Cambridge. Allí conoció al hombre de su vida, Ted Hughes. Empezaron a escribirse poemas mutuamente y Sylvia comenzó a exponer sus angustias más íntimas en sus versos, es la llamada ‘poesía confesional’. Se casaron en 1956 (fueron a Benidorm de luna de miel) y regresaron a Estados Unidos. Tuvieron dos hijos, Freida y Nicholas. Éste último, por cierto, llegó a ser un eminente zoólogo. En 2009 se quitó la vida colgándose. Pero volvamos a Sylvia. En septiembre de 1962, ya de regreso a Reino Unido, descubre la infidelidad de su marido. La poetisa sufre un accidente de coche, un segundo intento de quitarse la  vida. Sobrevive y escribe ‘Ariel’, una de sus obras maestras, que muchos consideran “una larga nota de suicidio”. Sylvia encontraría la muerte un año después y su fama empezaría a crecer. Su historia dejó tanta huella que incluso existe el llamado ‘efecto Sylvia Plath’, término que acuñó en 2001 el psicólogo James C. Kaufman para describir la tendencia a la enfermedad mental de determinados tipos de escritores. Sylvia Plath murió víctima de una decisión que marcó su vida: se vio obligada a elegir una única forma de ser mujer. Ella dio la voz de alarma ante esta silenciosa forma de opresión machista. Afortunadamente hoy cada vez son más las mujeres pueden elegir cómo quieren ser, y pueden hacerlo sin excluir ninguna de las facetas que constituyen la íntima razón de ser de todo diamante. Toño Fraguas Ilustración de Carlos Egan