Soledad Vélez bebe de la fuerza de divas del blues como Billie Holiday pero también de la fragilidad de cantantes folk, ahí está la clara influencia de Karen Dalton. La chilena afincada en Valencia nos cuenta por teléfono sus sensaciones después de "Wild Fishing" -su disco de debut-, algunas claves de lo que será su próximo disco y nos habla de las relaciones con su familia, pilar imprescindible en su vida a pesar de que les separe un océano y una distancia de 11.000 kilómetros.
Soledad Vélez Soledad Vélez
Acabas de grabar tu segundo disco. ¿Te ves más positiva respecto al "Wild Fishing"? Creo que sí, con el paso del tiempo y cuando vas haciendo música se abren un montón de caminos. Te vuelves más seguro de ti mismo  y respecto a la música que quieres hacer. Te sabes manejar mejor en el estudio. ¿Te sientes mas tranquila después de ese primer disco? En él hablabas de la angustia y la ansiedad. Sí, aunque creo que también habrá algo de eso en mi próximo disco por eso de que parecen dos cualidades que ya están incluidas en mi carácter (risas). También hablaré sobre las relaciones personales y sobre la persona en sí, problemas extremos. ¿Historias propias o ajenas? Todo son experiencias personales. ¿Crees que el hecho de ser cantautora te supone llevar una personalidad atormentada?  No, no creo. En mi caso puede que sea así (risas), pero creo que puedes ser cantautor y llevar una vida normal. No es que yo haya sufrido demasiado, ¡no me quiero plantear de esa forma ante el público! Pero expresar musicalmente las experiencias que cargo en mi espalda me hace sentirme definitivamente mejor.
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Estuviste estudiando arquitectura un tiempo. ¿Te ha servido para hacer tu música de una manera más metódica? Estudiar arquitectura fue una piedra en el camino. Lo dejé al año porque me estorbaba, cuando estaba en la mitad del curso más o menos, sentía una ansiedad terrible y finalmente asimilé que lo que quería de verdad era hacer música. Mis compañeros de clase me preguntaban si la arquitectura era la profesión a la que me quería dedicar y yo siempre decía que no, que lo que me gustaba era la música. Ahora que llevas tres, cuatro años dedicándote de forma profesional a esto, ¿piensas que has podido sacar toda esa ansiedad, o necesitas liberar más? El hecho de estar haciendo lo que me gusta libera ansiedad y tensión, pero por otra parte está la distancia, dejé todo literalmente al otro lado del charco y muchas veces lo echo mucho de menos. Mi familia es muy importante para mí y estando lejos he tenido muchos altibajos, pero se justifica con que por fin estoy haciendo lo que me gusta. ¿Qué fue lo que te atrajo para venir desde tan lejos siendo consciente de que ibas a estar sola? En principio me iba a ir a Buenos Aires a estudiar, pero un amigo que vive aquí escuchó mi proyecto y me animó a venirme. Lo pensé durante tres meses porque no era cualquier cosa, sabía que iba a estar muy lejos y se me empezaba a hacer cuesta arriba, pero lo tomé como una aventura más.
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Has comentado alguna vez que tu padre no pudo dedicarse a la música por la dictadura. ¿Has pensado en rescatar sus grabaciones y publicarlas? Tiene casettes e hice el amago de traérmelas pero son un tesoro familiar (risas). Es cierto que mi padre es una gran influencia a la hora de hacer música, siempre lo veía componer, cantaba cada semana y me pedía que le hiciera los coros. El hecho de ver cómo lo hacía, era fascinante,  cuando lo escuchaba sentía como si cantara con una gran tristeza y eso me animó bastante. María Clara Montoya Fotografía: Mara Cózar