Miriam Giovanelli es una chica no demasiado alta, con una media melena castaña y unos preciosos mofletes de color melocotón. Miriam es guapa, muy guapa. Es una chica que llega a nuestra cita con una camiseta negra, unos mini shorts más cortos que los bolsillos de los mismísimos mini shorts y unos mocasines marrones, unos días antes de que España se proclamara campeona del mundo, cuando la euforia se esquivaba por las aceras. Una de esas chicas que tiene tanto que contar que dos horas y media de conversación se quedan cortas y con la que te apetece quedar para que te cuente más cosas mientras tomáis una Coca Cola aunque acabéis de tomar, precisamente, una Coca Cola. Tan, tan especial que dan ganas, aunque suene un tanto psicópata, de empaquetarla para llevársela a casa y zampársela. Una chica a la que no se le daban bien las mates porque funcionan por convención no puede ser una persona típica. Miriam es actriz y es tan carismática que empezó su carrera por donde muchos desearían acabarla, por un taquillazo (el de “Mentiras y Gordas”), que visita la tele sólo de paso y que siempre es honesta consigo misma. Seguramente este pequeño retrato robot solamente servirá para hoy porque Miriam, como Feyerabend, exigirá su derecho a contradecirse, a no permanecer inmóvil y romperse para volverse a construir. Ahora está en Roma rodando su primer protagonista, “Gli sfiorati” de Matteo Rovere junto a Asia Argento. Además tiene pendiente de estreno “Todas las canciones hablan de mí” de Jonás Trueba y prepara su desembarco en el mundo de la hostelería madrileña con un encantador local situado en un antiguo estanco de la calle La Palma del que os daremos más señas próximamente. Miriam vale tanto que sería una buena candidata a presidenta del gobierno, medidas no le faltan. Si quieres leer la entrevista, corre a tu quiosco y hazte con el número de septiembre de Vanidad. Por José Ganga. Fotos de Rafa Gallar. Realización de Natalia Ferviú. SI TE HA INTERESADO ESTE ARTÍCULO, VISITA: -HA NACIDO UNA ESTRELLA: MIRIAM GIOVANELLI.