Crónica: Así fue el Sónar 2014
Así fue el Sónar 2014. Otro festival que se va y nos deja con resaca musical. Sónar 2014 nos deja una edición más de música y arte. Te contamos cómo se vivi
Otro festival que se va y nos deja con resaca musical. Sónar 2014 nos deja una edición más de música y arte. Te contamos cómo se vivió el festival más vanguardista del momento.
¿Qué es el Sónar? Por definición, un festival. Por descripción, cada uno tendrá la suya. Concretamente 109.000 descripciones de cada una de las personas que se dieron cita en la que ha sido la segunda edición más exitosa del Sónar Barcelona. El Sónar es un festival, sí, pero también una feria, una verbena, una muestra y sobre todo un escaparate de lo que, imaginamos, será el futuro.
Calor, mucho calor, durante los tres días que ha durado el Sónar Barcelona. Pero como rezaban los visuales de MØ, "Who cares?" Allí estaban los madrugadores, los que no querían perderse ni un minuto del festival, viendo cómo Karen Marie Ørsted ofrecía "Pilgrim" con un contoneo de rodillas que ríase usted de la sentadilla de Madonna. Ataviada con unas medias negras a más de 30º a la sombra, se regaló al público adentrándose en la masa y disfrutando su crowdsurfing. Refugiarse en el espectáculo de danza que nos tenía preparado el japonés Daito Manabe parecía un buen remedio para el calor, amén de la expectativas depositadas en su performance. Videomapping sobre los cuerpos de tres bailarinas y un ballet de drones, dejaron al público con la boca abierta.
Podríamos habernos quedado durante horas en aquel espectáculo dance y funk que era Despacio, la experiencia que James Murphy y 2Many Djs nos tenían preparada. No se miraba a los Djs aquí, que permanecían en un segundo plano en la oscuridad del recinto, sino a cada una de las siete torres de altavoces y amplificadores que rodeaban al público. Eso era al fin y al cabo esta experiencia, dejarse llevar por la música, olvidar a la persona y moverte casi sin entender cómo. Un carpe diem musical, eso y no otra cosa es lo que se desprendía de la filosofía Despacio.
La primera jornada del Sónar 2014 seguía con el desconcertante concierto de Nisennenmondai, en el que aquello parecía no arrancar nunca. El tiempo no pasaba, pero tampoco se hacía pesado. Allí, sencillamente, el tiempo sucedía. El último plato del día vendría de la mano de Ben Frost, cuyo espectáculo de ruiditos dolorosos que ponían los dientes largos y los pelos de punta funcionaba a la perfección con las baterías enfrentadas. Esto siempre es un win.
El viernes se presentaba duro teniendo en cuenta el doblete Sónar de Día y Sónar de Noche. Pero sarna con gusto no pica, y música con ganas no duele. Abría la programación del SonarHall, aquel escenario Twin Peaks de cortina roja, la mezcla de electrónica, disco, house y techno que es la música de Henry Saiz. Acompañado esta vez de unos instrumentistas y vocalistas que hicieron crecer sin duda su directo, allí vivimos momentos post rockeros, juegos de voces entre los vocalistas y visuales sencillos y elegantes que hicieron del ayuno (o del brunch) la mejor decisión. Ya a media tarde los islandeses FM Belfast pusieron los tobillos del público en solfa, haciéndonos saltar como si no hubiera mañana. Y es que ¿cómo no hacerlo con aquellas versiones de "Wonderwall", "Pump up the Jam" o "Fight For Your Right?". Claro que las serpentinas y los meneos del bajito tocador de maracas también inducían a la euforia, pero el efecto espejo era prácticamente inviable a no ser que fueras un atleta de pro. Bonobo resultó ser un buen acompañamiento para el atardecer, como si de un beso en la playa se tratara. No esperó nada para soltar su hit "Cirrus" y con él abrió, para seguir su set acompañado de una sección de vientos que nunca defrauda. Tampoco esperó mucho para la traca Jon Hopkins, que abría con su éxito "Breathe This Air". Eso sí, sin la parte vocal de Purity Ring. Los visuales al estilo Paranoid Park hicieron que dejáramos de mirar cómo tocaba los botoncitos. Una lástima que después se pasara a otras películas menos atractivas y que aquellos bajos que vibraban en nuestras camisetas fueran más de miedo que de emoción. Para cuando llegó la preciosista "Light Trough The Veins" el mal sabor de boca era difícil de quitar.
Uno de los platos fuertes del festival era el esperado concierto de Röyksopp y Robyn del que lamentablemente muchos compartimos la misma sensación: mucha Robyn y pocas nueces. Durante la primera media hora los noruegos repasaron todos sus mejores hits acompañados en ocasiones de Susanne Sundfør que en temas como "What Else is There" era difícil distinguir de Karin Dreijer. Sin embargo cuando le tocó el turno en solitario a Robyn, y aunque ella se entregara sobremanera con sus bailes desenfrenados, el show no despegó hasta el ansiado Dancing on my own. Mereció la pena, aún así, para poder verla finalmente junto a Röyksopp, ataviados con el que ha sido uno de los triunfos de esta edición, el glitterismo, y defendiendo sus canciones en conjunto, destacando clarísimamente esa emocionante "Monument". Y tras el concierto de este trío, la electrónica de otro: medio set de Moderat bastó para saber que la unión de Apparat con Modeseleketor lo tiene. "Rusty Nails" y "Bad Kingdom" consiguieron lo que los detractores de la electrónica no se creen: un karaoke de emociones que hermanó a los allí presentes.
El sábado comenzaba en el Sónar Día trasladándonos a lo que más nos gusta del verano con la sesión de Vallès. Sólo faltaron los cócteles y la arena de la playa para hacer de aquel momento algo mucho mejor que esos anuncios de cerveza en los que todos queremos vivir. En el otro extremo, Machine Variation, la instalación de Bernier + Messier, nos acercaba al instrumento de cuerda y percusión más raro que veremos en mucho tiempo.
Bajo un sol de justicia, Dj Spoko y Andre Geldenhuys le abrían paso a Spoek Mathambo, que apareció rapeando y consiguiendo ipso facto el movimiento de manos de todo el personal. Sonreían sobre el escenario, y eso siempre es de agradecer. Ellos lo pasan bien, nosotros lo pasamos bien, así es como funciona. "She Losts Control", su loca cover de Joy Division, estará muy arriba en el ranking de versiones que sonaron en el SonarVillage, que no fueron pocas. Continuamos la racha con Clipping, que curiosamente estaba programado en el SonarComplex. No fue impedimento para que el público se agolpara en las primeras filas, como pidieron desde el escenario para sentirse más arropados.
Para la traca final del Sónar de Día, la seguidilla de Kid Koala con su espectáculo Vinyl Vaudeville (regalos para todos e invasión de escenario incluída) y WhoMadeWho defendiendo su álbum "Dreams", funcionó bastante a la perfección. "Satisfaction" de Benny Bennasi en voz de los daneses sería la última versión que se escucharía en el ya popularmente conocido como Escenario Cover, transportándonos a aquellos dos miles en los que la mayoría estábamos hechos unos chavales. Una lástima que con este subidón James Holden dejara sin frío ni calor, por lo que dimos por cerrada nuestra asistencia al Sónar de Día y nos dirigimos a la última sesión del Sónar de Noche.
Massive Attack lo estaba dando y lo estaba regalando, pero decidimos que Lykke Li merecía toda nuestra atención. Las referencias de sus directos ponían la miel en los labios y ella otra cosa no, pero carisma tiene un rato. Lamentablemente la primera parte del concierto fue muy introspectiva para estas horas en las que apetecía moverse un poco más. Así que gracias a una carrera hacia el SonarLab se podía disfrutar del directo de Yelle, con doble batería, otro infalible de los directos, y en ocasiones a la propia Julie Budet aporreando otra para ella solita. Imposible no enamorarse de esta divertida francesa que más allá de "A Cause Des Garçons" consigue, y parece que conseguirá siempre, poner de buen humor a cualquiera.
El plato fuerte del festival estaba al caer con el despliegue de hits que fue el concierto de Chic. Y algunos dirán, ¿no es este un festival de música avanzada y new media art? Bueno, quizá, pero ver el concierto de Chic con Nile Rodgers en el centro fue entender de dónde viene todo esto. "Le Freak", "Lady (Hear me Tonight)", "We Are Family" o la más actual que tocaron, "Get Lucky", transformaron aquello en una fiesta en la que absolutamente todos éramos amigos. Sólo algunos hipsters despistados miraban atónitos y sin sonreír aquella explosión de felicidad que vivía el resto.
El festival acababa para nosotros y de la mejor manera posible. Sintiendo que llámalo techno, llámalo dance, llámalo electrónica o como quieras. Pero llámalo siempre alegría. “Despacio is happiness”, decían James Murphy y los 2ManyDjs. Y desde aquí decimos que no se apropien ellos el término, que happiness para nosotros ha sido todo el Sónar.
Por África Moya
Fotografía Miguel Ángel Moya