La flor de la camelia es fácilmente identificable por el simbolismo que le confirió
Gabrielle a lo largo de su carrera en
Chanel. Sin embargo, en el mundo de la belleza es todavía un desconocido que tiene mucho camino por recorrer. Dada la reciente recuperación de los aceites como productos de belleza indispensables, está despertando más interés entre los entendidos y argumentos para apoyar este movimiento no faltan.
Conocido como aceite de tsubaki en Japón, el aceite de camelia lleva siendo usado en este país desde hace cientos de años, aunque originariamente en la cocina. Paso a paso se fue haciendo un hueco en el tocador femenino hasta convertirse en un icono absoluto de la belleza oriental, tanto como lo son las geishas, también usuarias de este aceite, por cierto.
Por tanto no es un secreto, ya que su uso está tan generalizado que se puede adquirir en lugares tan insospechados como gasolineras del país del sol naciente, y sí un cuidado imprescindible para el pelo y la piel. Las razones por las que ha alcanzado el estatus de producto de culto están claras, descúbrelas a continuación.
El aceite de camelia se extrae de la nuez de la flor mediante presión en frío y se caracteriza por penetrar fácilmente en la piel sin obstruir los poros, nutriéndola intensamente gracias a los nueve ácidos grasos omega-9, los antioxidantes polifenoles, la vitamina E y las proteínas que contiene. El 82% de su composición son ácidos grasos oleicos, unos lípidos similares a los que se encuentran naturalmente en la epidermis para protegerla frente a agresiones externas, por lo que no tiene un tacto graso y consigue ser absorbido rápidamente por el cuerpo.
Naturalmente es un excelente suavizante de la piel, resultando un tratamiento muy adecuado en los casos del tipo seco y en momentos puntuales de deshidratación en el resto. Al ser un agente hidratante tan permeable y no comedogénico, los casos mixtos y grasos no deben tener miedo de que cause acné derivado, a pesar de ser un aceite.
La clave siempre está en la aplicación “a la japonesa”, consistente en no restregar el aceite sino en calentar unas gotas en la palma de las manos frotándolas entre sí y luego palmeándolo sobre el rostro.
De esta forma sabemos que solo aplicamos la cantidad justa de aceite y no saturamos la epidermis. Si además queremos potenciar la acción antioxidante de la vitamina E que contiene podemos aplicarlo junto con aceite de germen de trigo. Nunca mezclados porque interfieren en la efectividad de cada uno, sino uno detrás de otro, ya que en 15 minutos tras emplear el primero la piel ya está preparada para recibir el segundo.
Aunque el uso clásico es facial, el aceite de camelia también hace maravillas con el pelo seco. En Asia las mujeres lo han utilizado para
acondicionar el cabello, aplicándolo como un tratamiento sin aclarado tras el lavado en puntas y medios, principalmente. De hecho, las recolectoras tradicionales de la flor en la isla de Oshima, de donde procede el mejor aceite de camelia en Japón, son conocidas por poseer largas y lustrosas melenas que cuidan con el producto finalizado.
Tras su uso continuado la melena se muestra más manejable, sedosa y brillante, y el cuero cabelludo sale beneficiado, especialmente si se sufren irritaciones, sequedad o caspa. En casos extremos puede funcionar como tratamiento de choque antes de lavar el pelo, simplemente aplicando unas gotas en seco y cubriendo la cabeza con un gorro y una toalla para mantener el calor.
Después de entre 30 minutos y una hora se lava y acondiciona como se acostumbre en la ducha.
¿Y en el resto del cuerpo?
El aceite de camelia puede ayudar a suavizar zonas rugosas como rodillas, codos o talones aprovechando el momento después de la ducha al estar el poro más dilatado. También puede ser de utilidad en el neceser de manicura, ya que las cutículas quedan perfectas tras usarlo empapando un algodón.
En definitiva, las razones por las que usar el aceite de camelia son múltiples, sobre todo por la polivalencia que ofrece. Así que siéntete como una geisha e incorpóralo a tu rutina de belleza.
Berta Almagro - @bertaalmagro
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