Después del impacto que supuso el sida en las décadas de los 80 y 90, la sociedad se encuentra más relajada ante un posible contagio, sobre todo los más jóvenes, que ven la enfermedad como algo lejano y ajeno.
Los responsables sanitarios y las ONG alertan de que la bajada de la percepción de riesgo conlleva prácticas sin protección y, por lo tanto, nuevas infecciones.
Aprovechamos que es el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida para tomar conciencia –real- de su gravedad.
Hasta un tercio de los enfermos con el virus del sida presentes en España, ha asegurado el Ministerio de Sanidad, desconoce que está infectado. Este hecho da lugar a un diagnóstico tardío en el 48% de los casos, favoreciendo nuevos contagios en un 60%, de los casi 4.000 nuevos casos registrados cada año.
Nuestro país se encuentra lejos de alcanzar uno de los objetivos fijados por la ONU para el año 2010: el correcto diagnóstico del 90% de los afectados por el VIH. Sin embargo, en los otros dos objetivos; que un 90% de quienes conozcan el diagnostico puedan acceder al tratamiento antirretroviral y que además tengan un nivel de carga viral no detectable; damos bien, con cifras incluso superiores. El problema es el diagnóstico.
El número de muertes de adolescentes a causa del sida se ha triplicado desde el año 2000, según datos recientes del Fondo para la Infancia de la ONU (UNICEF). Esta enfermedad es la principal causa de muerte entre los adolescentes en África y la segunda entre los jóvenes de 15 a 19 años a nivel mundial, ha asegurado la organización. Y ha subrayado que entre las poblaciones afectadas por el VIH, los adolescentes son el único grupo en el que las cifras de mortalidad no disminuyen.
Una de las causas del infradiagnóstico es el miedo al resultado positivo y el estigma que se sigue asociando a la enfermedad.
La dura realidad es que en 2017 en Europa se han infectado con el virus del sida más de 160.000 personas. Esta región es la única donde el número de casos ha aumentado con respecto a otras áreas del mundo. En España se estima que viven entre 140.000 y 145.000 personas con el VIH.
El diagnostico precoz es fundamental para retrasar la evolución de la infección.
La enfermedad ya no es mortal y temida como en los años 80, cuando empezó la epidemia, pero todavía no dispone de una cura definitiva. De ahí el importante papel de la prevención.
¿Por qué no somos capaces de diagnosticar el 100% de la población infectada, si el diagnóstico se hace con un rápido test que cualquier persona puede interpretar en menos de 15 minutos, y en cualquier parte del mundo? ¿Por qué se tiene miedo a esta enfermedad? ¿Dónde falla la cadena de cuidados? ¿Por qué las personas dejan de tomar el tratamiento? ¿Existe el tratamiento para todos? ¿Y el preservativo, no lo usan? Todas estas preguntas necesitan una respuesta urgente.
Sólo con un abordaje holístico y mucho esfuerzo por parte de toda la comunidad involucrada —gobiernos, ONG, sociedad civil, comunidad científica...— será posible la mejora de resultados. Todavía quedan grandes retos que afrontar.
Alejandro Bernad —
@alejandrobernad
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