Hace una semana cogíamos el móvil y apuntábamos en las notas una retahíla de propósitos de Año Nuevo que hoy, 3 de enero, todavía no hemos puesto en práctica. ¿Sí o no? Es normal, a ver. La Navidad no acaba hasta el día 7; no oficialmente; y cualquier excusa es buena para tirarse a la bartola hasta que los villancicos aflojen del todo.

Fotograma de “El diario de Bridget Jones” (2001)
Que nuestro entusiasmo haya perdido fuelle no significa que no vayamos a bajar de peso, o a aprender nuevos idiomas, o a leer más libros, antes o después, este 2018; significa -quizá- que sabemos que el que mucho corre, pronto para; y que los cambios positivos siempre son bienvenidos, sea lunes -“el lunes dejo de fumar”, “el lunes me apunto al gimnasio”- o viernes, enero o diciembre.

Pensar nuevos propósitos es algo bueno. El hecho de que las personas continuemos fijándonos metas, incluso aunque no siempre las cumplamos, significa que tenemos esperanza y un cierto nivel de creencia en nuestra capacidad para cambiar y mejorar. El estreno de calendario puede ser el punto de inflexión en el marcado de objetivos o no. Cada uno verá cuando es la ocasión idónea.

Conscientes de ello, lo primero que debemos hacer es delimitar bien los desafíos a lograr. Siendo realistas, por supuesto. El tener las expectativas demasiado altas muchas veces nos genera una gran frustración. Una vez tengamos claras las metas, es importante planificar la manera de llevarlas a cabo. Resultará fundamental ser honestos con nosotros mismos. Sólo terminará funcionando aquello de lo que realmente estemos convencidos.

Definir los retos de la forma más concreta posible e incluirlos en nuestra agenda es esencial. De nada vale apuntar: “Hacer más deporte”. Lo recomendable es anotar: “Ir al gimnasio tres días a la semana -lunes, miércoles y viernes-, de 19:00 a 20:00h”, por ejemplo. Los objetivos generales, sin acotar, están condenados al fracaso.

Es vital tener en cuenta que los propósitos pueden verse alterados por obligaciones o necesidades. Esto significa que si, a partir de un momento dado, en lugar de tres días realmente solo podemos hacer deporte dos, debemos readaptar el plan, nada más. No estaríamos en absoluto fracasando. 

Uno cambia actitudes o costumbres y se fija metas con la intención de ser más feliz. No obstante, hay que tener claro que no es más afortunado el que consigue alcanzar todos y cada uno de sus sueños, pues la felicidad, según los expertos, es una elección de actitud ante los acontecimientos que vivimos y no una reacción ante los logros.

Así es que tolerar los errores propios y saber digerir cualquier clase de revés es primordial.

Fotograma de “El gran Gatsby” (2013)

Empecemos el año dándonos algo de tregua a nosotros mismos, y terminémoslo igual. Eso sí, habiendo cumplido algunos buenos deseos.

 

Alejandro Bernad - @alejandrobernad

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