De primeras es algo que suena extraño, ¿verdad? Sabemos que el sentido del olfato es una parte fundamental en la creación de perfumes, pero, aunque si bien no es poco importante, gran parte del trabajo preliminar al desarrollar una nueva fragancia se realiza mediante el análisis de datos, y eso es algo para lo que la Inteligencia Artificial está plenamente cualificada. De hecho, es capaz de acortar los tiempos drásticamente ya que por lo general esta fase puede durar de seis meses hasta cuatro años.

Lo interesante de estos análisis es la capacidad de la tecnología para sugerir nuevas fórmulas no consideradas con anterioridad y es que efectivamente, cómo habréis podido deducir leyendo esta pequeña descripción, el aspecto más crítico a la hora de crear una fragancia no es el sentido del olfato; es entender la composición del perfume. 

Symrise 

 

Como era de esperar, las reacciones ante la incorporación de este “ayudante” en la industria han sido bastante diversas. “Las máquinas no pueden sentir”, dicen unos. Y es que a lo largo de la historia los científicos han demostrado en numerosas ocasiones como el sentido del olfato es el más poderoso por su capacidad para desencadenar recuerdos, emociones y estados de ánimo. Siendo así una experiencia altamente emotiva, una experiencia altamente humana podemos llegar a decir, parece muy difícil que las máquinas puedan llegar a comprender una industria que es calificada por muchos como “arte”. Aquellos que estudian este arte deben entrenarse durante años como “narices” antes de poder desarrollar fragancias que sean capaces de evocar emociones a través de los aromas.

Symrise  

 

La Inteligencia Artificial puede entender que diferentes perfumes atraigan a diferentes personas, pero ¿puede entender la razón detrás de esta preferencia? El aprendizaje de esta Inteligencia en el arte de la perfumería se basa en el mismo mecanismo que el proceso por el cual un aprendiz aprende de su maestro las combinaciones de ingredientes que funcionan bien, y acabará por crear una nueva fragancia basada en la fórmula que funcione mejor. Margaux Caron, analista de belleza en Mintel, describe cómo “la tecnología y la ciencia a veces se representan y se perciben como frías y racionales, pero la categoría de fragancias muestra un enfoque cálido, emocional y humano. La asociación entre AI y los perfumistas se basa en esta filosofía”. Y es precisamente esta asociación en la que empresas como Symrise, Carto, ScenTronix o Maison 21g se basan en su proyecto.

 Carto 

 

La primera de ellas, trabajando en conjunto con IBM, fue la primera en comercializar una fragancia desarrollada por la IA basándose en una base de datos de 1,7 millones de fórmulas. Procesa la información junto a la popularidad de aromas por grupos de edad o países y aplican un algoritmo de aprendizaje para predecir futuras combinaciones que vayan a funcionar bien para el grupo seleccionado en ese momento. De la misma forma, Carto permite a los perfumistas acceder a una gran biblioteca digital donde se procesan nuevas combinaciones sugeridas ahorrando a estos tanto tiempo como esfuerzos manuales. Por otro lado, ScenTronix y Maison 21g proponen una “tienda algorítmica” donde se pide a los consumidores que completen una encuesta sobre su personalidad y estilo de vida. Una máquina de inteligencia artificial crea una variedad de aromas en función de sus respuestas a la encuesta y aprende de sus comentarios permitiendo al mismo tiempo que los clientes exploren su imaginación y desarrollen un producto personalizado.

ScenTronix Living Lab 

 

De esta forma podemos afirmar que el desarrollo de perfumes es un arte y una ciencia al mismo tiempo. Los perfumistas tienen la ventaja emocional sobre la Inteligencia Artificial, pero está adquiriendo un papel esencial en el proceso de investigación para el desarrollo de nuevos productos tanto innovadores como personalizados, acelerando además significativamente todo este proceso. Aunque el debate está servido y actualmente la tecnología no está capacitada para reemplazar el papel del perfumista, quizás, sin embargo, la IA puede verse mejor como un socio del perfumista, en lugar de su reemplazo. ¿A vosotros qué os parece?

 

Ana González @anaaaaglez

Imágenes: Cortesía de los laboratorios

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