La moda, su escenario, el retrato, su expresión artística por excelencia, la naturaleza muerta, su devoción.
Irving Penn se configura como uno de los mejores fotógrafos de todos los tiempos. Ahora es posible recorrer sus más de sesenta años de trabajo a lo largo de cien piezas en el
Moderna Museet de Malmö.
Hasta el 2 de septiembre fotografías como la realizada para Vogue en 1943 y decenas de retratos a modelos e incluso verduras y tribus pueden ser admiradas bajo el comisariado de Andreas Nilsson y John Peter Nilsson.
Penn ha recibido grandes elogios a lo largo de su carrera (tanto en el MoMA como en el Metropolitan) y tras su muerte en 2009 dejó una huella que incluso hoy en día permanece inalterable, profunda, intensa en la mente de la sociedad.
Cada fotografía, cada pieza, cada obra al fin y acabo, nacía en el interior de su taller. Pocos escenarios diferentes aparecen en las imágenes, quizás por eso el estilo del Penn sea tan claro, tan definido. La personalidad de su estudio, el juego de contrastes de las luces y la capacidad de atrapar al observador hacen de este artista un claro ejemplo de la maestría absoluta.
Quizás esta sea una de las pocas ocasiones que se nos presenten en la vida para poder recorrer su prolífica carrera desde principio a fin. Nosotros vamos a verla.
Por
Laura Rizo
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