Han pasado ya la friolera de 26 años desde que Cranes se formaran en Portsmouth y 20 desde su punto álgido: aquella gira teloneando a The Cure que les puso en el primer plano mediático, y la posterior edición de "Forever", su obra más reconocida. Una banda con esta larga e intachable trayectoria, además de ese halo de grupo de culto que profiere un estilo tan personal, tanto en el tratamiento musical como en la reconocible voz de Allison Shaw, hacía presuponer un concierto “masivo”, dentro del poder de convocatoria que puede tener una música no excesivamente accesible como la de Cranes. Pero desgraciadamente no fue así, y ahí estuvo el mayor handicap al que tuvieron que enfrentarse en la noche del sábado 24 de noviembre en la Sala Cats de Madrid. Un recinto con aforo de 500 personas sólo ocupada por aproximadamente unas 125 quedaba como escenario desangelado, dando una sensación de tristeza y decadencia que en nada hacía justicia al recorrido de la banda inglesa. Es cierto que hace ya años la carrera de Cranes es errática y discontinua, con una última referencia editada en 2008 (el irregular y homónimo “Cranes”), y con pocas apariciones en directo (6 fechas en este 2012, ninguna en 2011, sólo dos en 2010), hechos que inevitablemente han afectado a la visibilidad del grupo. Aún así, la poca afluencia estaba formada por acérrimos y entregados fans que aportaban el calor necesario para llenar el vacío de la fría sala. Y mirando el lado bueno, todo un privilegio poder ver a la mítica banda en petit comité. Con una formación de quinteto que intercambiaba instrumentos con frecuencia, abrieron el concierto con “Light Song” de "Particles and Waves" para pronto arrancar los primeros gritos de la audiencia al afrontar sus clásicos “Shining Road” y “Loved”. Puede haber pasado el tiempo, pero ya desde el principio demostraron un excelente estado de forma y que la inconfundible voz de Allison es la de esa niña pequeña que sigue siendo, no sólo por su tono vocal,  sino también por su mirada y actitud tímida. Y así fueron desgranado durante dos horas su larga carrera. Sonaron entre otras “Pale Blue Sky”, “Far Away”, “Wires”, “Living and Breathing”, las oscurísimas “Clear”, “Lilies” y “Dada 331”, las melódicas “Beautiful Friend” y “Tangle Up”, y una recta final de concierto (a modo de bises y previo agradecimiento por el apoyo recibido durante todos estos años) que desató la locura del personal: “Reverie”, “Jewel” y “Adrift”. Se despidieron con “Everywhere”, su más famoso hit, y con la sensación de que cuando un grupo es especial, no importa el tiempo que pase, ni  condiciones adversas de sonido ni afluencia. Cranes están por encima de las modas y las circunstancias. Cranes forever. Juan R.

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