Julia de Castro es una de las mitades del dúo De La Puríssima, una banda de jazz que ha revivido el cuplé y que tiene una particular presencia en vivo. Un espectáculo que vale la pena.
“Vengo de Ávila, una sociedad muy cerrada”. De La Puríssima es una respuesta a una represión sexual muy fuerte. Luego llegué aquí a Madrid y dije: “Me voy a follar todo. Decidí no tener filtros y conocerme a mí misma. Liberarme de lo que yo pensaba, de mis límites. Fue un proceso muy doloroso a veces, pero muy satisfactorio. Y todos los hombres de los que escribo... yo adoro la masculinidad, no hay recriminación. Todos me han dado mucho, he aprendido un montón”. Así es Julia De Castro. Directa, encantadora y sin autocensura. Así son también las canciones de su disco “Virgen”, primero de De La Puríssima, su banda junto a Miguel Rodrigáñez, una extraña fusión de cuplé y jazz, una “mezcla explosiva”, como dice ella, que no deja indiferente al que la escucha.
¿Cómo empezó De La Puríssima? Soy violinista. Cuando terminé en la Real Escuela Superior de Arte Dramático llegó el abismo: ¿Qué hago? ¿Ahora qué pasa? Pasé un año en Londres, como parte de mi educación de la RESAD, y allí descubrí el cuplé por una casualidad, obviamente lo conocía… pero de repente en una obra de teatro nos pidieron a los españoles que estábamos allí que estuviésemos en la parte del bar en que se representaba un cuplé. Y comencé a rascar y me gustó mucho y cuando volví me junté con Miguel Rodrigáñez, que es la otra gran parte de De La Puríssima, y empezamos con música italiana, con versiones, y un día canté un cuplé y gustó un montón. Empecé a cantarlos más y luego empecé a componer yo misma. Por necesidad, siempre lo digo. Tuve una vida muy ajetreada a nivel sexual y quería procesarlo. Hace poco he leído a Otto Rank, es un psicoanalista desertor de la escuela de Freud que dice que una neurosis es una obra de arte mal entendida y una neurótica era una persona que no enfoca bien su imaginación. Yo creo que si no hubiese hecho el disco estaría completamente neurótica (se ríe).
¿Te sorprendió que funcionase este tipo de música en estos tiempos? Fue el público que venía a vernos, siempre fiel, el que lo pedía y pensé que efectivamente funcionaba. Hemos dado muchas vueltas. El otro día dimos un concierto histórico para mí, tocamos en La Elipa, en un centro cultural, y había mujeres mayores y yo soy muy bruta, defiendo la violencia en el sexo y cosas así, y aquello fue emotivísimo. Me decían -porque hablan mucho y les doy mucho pie- que les gustaba más mi material que los viejos cuplés. Si he pasado esa prueba puedo pasar cualquiera.
Escribes de cosas muy personales ¿No fue difícil salir por primera vez a cantarlas en público? Al contrario, era una necesidad. No me da vergüenza, sólo cuando se lo canto a gente que conozco mucho o con Miguel, al principio. Creo que cuando algo es auténtico de verdad conecta con la gente. Yo soy historiadora del arte. Hay ocasiones en que ves a gente que no tiene formación o referencias enfrentarse a una obra de arte y hay algo que los atraviesa directo y sale de adentro.
Eres violinista, historiadora del arte... y optaste por cantar cuplés Siempre había querido cantar y soy actriz. De La Puríssima es una mezcla, una coctelera en que se fusionan esos ingredientes… no saco el violín porque todavía no he tirado por ahí; pero la banda es una mezcla de todo lo que me gusta, es como muy yo.
¿Te meterías a tocar en una orquesta sinfónica? Nunca. El violín fue una cosa que empecé y terminé… y que me costó mucho terminar. Son diez años de estudios y yo quería dejarlo. Empecé tarde, como a los nueve y lo iba dilatando. Me vine a Madrid; hubo un momento en que estudiaba violín, en la RESAD y Historia del Arte. Lo terminé por esa cosa de madre de “tu puedes” y al final se lo he agradecido muchísimo porque hay una base musical brutal y una disciplina que está ahí. La soledad con un instrumento es durísima. He hecho cosas como violinista, me fui de gira con Loquillo y estuvo genial. Mientras no sea algo que requiera mucho estudio lo hago.
¿Estás componiendo ahora? “Virgen” cuenta todos los amantes que tuve durante dos años (no todos porque no entran). Cuenta mi historia con 12 amantes y sí que hay un recorrido y hay un final. Ahora estoy componiendo y es algo completamente diferente, tiene mucho más que ver con las mujeres que con los hombres. No tengo ninguna ansiedad, hay que aceptar dónde estás, saber verte y saber qué te pide el cuerpo. Aún no sé hacia dónde va… como pasó con “Virgen”. Compuse el primer tema, “Luca”, (del que hacemos un videoclip en verano con Eduardo Chapero Jackson) y no sabía a dónde iba. Ahora he compuesto dos temas y no sé tampoco.
¿Estás trabajando en otros proyectos?
Hay una realidad: De La Puríssima nace de una necesidad también como actriz, y eso ha derivado en muchas cosas, casi más en papeles en obras de teatro, supongo que por el formato. Yo estoy loca por hacer cine. Hace poco estrenamos una obra buenísima, de María Folguera, que se llama “La guerra según Santa Teresa”. Yo soy súper de Ávila, aunque reniegue un montón, y a esta amiga mía le encanta la figura de Santa Teresa y desde hace dos años lo teníamos en mente y se materializó. Después de verano queremos mostrarla a programadores a ver si se monta en otros sitios.
El mundo de la música y el mundo del teatro ¿Son muy diferentes? La música tiene más dinero. El teatro es más complicado, hay gente mucho más motivada, tal vez por eso. En el teatro todos somos unos kamikazes. Creo que la música es más seria en el aspecto de que tu trabajo se paga, en el teatro es “ya veremos cómo va”. Mola porque son dos mundos que conviven en De La Puríssima. Son mundos muy distintos.
“Virgen”, el primer disco de De La Puríssima, sale a la venta en septiembre.
Por Nerea Dolara Fotografía Álvaro Delgado Realización Enrique Jimeno Maquillaje y peluquería Pedro Cedeño para Chanel y GHD