En agosto de 2010, de la mano del director Ryan Murphy, se estrenaba una de esas películas que no dejaría indiferente a ningún espectador. Aunque es cierto que en el libro de los gustos no hay nada escrito, ‘Come, Reza, Ama’ forma parte de ese grupo privilegiado de obras cinematográficas que, de una forma u otra, acaban marcándote. Basada en el libro homónimo de Elizabeth Gilbert, en el que la autora cuenta su propia experiencia viajando por el extranjero en busca de una reconexión consigo misma, esta película nos lleva de la mano de la misma Elizabeth (interpretada por Julia Roberts) a un viaje por Italia, India e Indonesia y, especialmente, por el desarrollo personal que ella misma experimenta en el proceso.
Tanto el libro como la película están cargados de un fuerte contenido espiritual, dejándonos lecciones que quedan rondando en nuestra cabeza durante y después del visionado o lectura de la obra. Pero lo que tiene de particular este periplo espiritual es que, más allá de lo celestial, la protagonista experimenta su crecimiento a través de algo tan terrenal como los grandes placeres de la vida. La comida, la fe y el amor, son los verdaderos protagonistas de esta película, las verdaderas paradas de este viaje que se materializan en las diferentes ciudades por las que Elizabeth pasó tanto en la ficción como en la vida real.
El cine es un reflejo fidedigno de la vida y, aunque tal vez no todos tengamos la predisposición o la necesidad de realizar el viaje de nuestra protagonista, en Vanidad queremos rendir homenaje a la década de vida de esta película a través de distintas películas que, de una forma u otra, también nos muestran cómo comer, rezar y amar pueden resultar siendo los ingredientes necesarios para enriquecer el alma.
Come
La gastronomía es un tema bastante recurrente en el cine, y es que comida y placer son un binomio inseparable. La gastronomía es goce, es arte y es, en muchas ocasiones, una vía de escape o, por el contrario, de conexión. Además, si nos paramos a pensar, la cocina y la vida en sí esconden grandes paralelismos. Entre todas las películas que evidencian esto, te presentamos dos de ellas que comparten (además de la comida como tema principal) una estética preciosa que te asegurará, también, el placer visual:
1. Julie & Julia (2009)
Basada en las historias reales de dos mujeres que, a pesar de no coincidir en época, tienen dos elementos en común: su amor por la cocina y la necesidad de sentirse completas dando rienda suelta a su pasión. En la París de los años 50, Julia Child (Meryl Streep) descubre su afición por la cocina y decide recoger en un libro de recetas todos los platos franceses que ha cocinado orientado a todos aquellos “americanos sin criados”. Décadas más tarde, Julie Powell (Amy Adams), una aburrida telefonista del neoyorkino barrio de Queens, decide marcarse el reto de cocinar las 524 recetas del libro de Julia en 365 días, mientras que cuenta todo el proceso en un blog. Las historias de estas dos mujeres se entrelazan contando con la cocina como hilo conductor de una historia de superación y realización personal.
2. Un toque de canela (2003)
Fanis es un reputado astrónomo cuya vida ha estado íntimamente ligada a la cocina. Natural de Estambul pero con raíces griegas, se ve obligado a abandonar su ciudad en un momento conflictivo entre Turquía y Grecia. Cada etapa de su vida es narrada como si fuese parte de un menú, siendo el amor de la familia y las raíces los ingredientes secretos que hacen de esta película, un bocado de lo más selecto. En ella son constantes las referencias entre los diferentes elementos gastronómicos y las distintas etapas de la vida: los postres y hasta los mejillones tienen algo que enseñarnos sobre el complejo arte de vivir. Un toque de canela es un plato gourmet que, más que al estómago, te llegará directo al corazón.
Reza
La fe va mucho más allá de si creemos o no en la existencia de alguien (o algo) ahí fuera. La fe es el motor de la vida, la conexión con nosotros mismos y lo que nos rodea, además de la esperanza y confianza, que son alimentos para el alma. La espiritualidad forma parte intrínseca de las personas, nos ayuda a querer encontrar la mejor versión de uno mismo y nos hace sentir parte de un mundo que, a veces, puede resultar un poco hostil. El cine ha sabido captar esa idea en numerosas ocasiones y, aunque es cierto que se suele hacer una asociación casi automática de fe con religión, existen algunos filmes cuyo mensaje traspasa esa idea y reivindica la fe como alimento primero de la vida.
3. Más allá de los sueños (1998)
Una de las mayores preguntas del ser humano que no tienen respuestas y que suele ser donde la espiritualidad juega un papel más importante es saber qué ocurre después de la muerte. De eso versa este film protagonizado por Robin Williams y Annabella Sciora, en el que se nos muestran distintos aspectos de la vida que nos espera después de fallecer, exponiendo diversos tipos de espiritualidades y dejando a la libre interpretación de las creencias de cada espectador. Una película donde la ciencia ficción trata de materializar una de las grandes dudas existenciales, no apta para corazones sensibles que posiblemente acaben dejando escapar alguna que otra lágrima...
4. La llamada (2017)
Susana y María son las integrantes de SUMA Latina, un grupo de electrolatino. Ambas pasan un verano en un campamento de monjas, cuando sus vidas cambian radicalmente. A María se le presenta un señor con traje de lentejuelas que canta por Whitney Houston y dice ser Dios. Susana, por su lado, descubre la verdad de su orientación sexual. Un argumento cuanto menos bizarro de una película que fue todo un éxito y que aún sigue triunfando en su formato original, el teatro musical. Aunque contenga claras referencias a la religión católica, el mensaje va más allá, pues de lo que habla La llamada es de la fe entendida como motor de vida, como la gasolina necesaria para impulsarnos a ser quienes verdaderamente somos y a perseguir nuestra identidad y convicciones tal y como nos dicta el corazón. Esta película es, desde la risa y la canción, toda una lección de esperanza.
Ama
Es el tema universal. Está donde quieras que mires, explicado de mil formas diferentes, con tantas formas de amar y entender el amor como personas hay en el mundo. Si la fe es el motor de la vida, el amor es la razón de ser. Amar y sentirse amado, esa es, según dicen, la clave de la felicidad. Y el cine, como buen reflejo de la vida que es, ha explotado a más no poder este tema... No es en absoluto complicado encontrar películas que hablen de amor, de hecho, casi todas las películas que se nos puedan venir a la mente esconden un trasfondo romántico en alguna de sus vertientes (y, siendo honestos, a veces puede resultar un tópico incluso tedioso). Pero, como casi todos los temas del cine y la vida, hay formas y formas de contarlo, y hay quien sabe hablar de amor con la sensibilidad e importancia que este sustento requiere. Estas son una pequeña (muy, muy pequeña) muestra de películas que enseñan el amor de la forma más bella y gustosa que podamos imaginar.
5. El rayo verde (1986)
La soledad es tan traicionera que puede atacar, incluso, cuando más acompañados estamos. Esta es la premisa que define el verano de Delphine, la protagonista de esta película, a quien, tras una reciente ruptura, se le cancelan las vacaciones de verano a última hora y trata de buscar remedio a la angustia que acarrea el sentirse sola rodeada de gente. Una película francesa con referencias a la obra homónima del escritor Julio Verne, que nos habla en primera persona de lo que supone sentirse sola y no saber (o no querer) ponerle solución. A través del largometraje sentiremos en nuestra propia piel esta cara amarga del amor (o, más bien, de la falta de este) y si prestamos atención a sus maravillosos diálogos, encontraremos también la clave para ponerle solución a esta situación emocional de una forma natural, bella e intimista.
6. La reconquista (2016)
Un pasado común todavía latente, un futuro repleto de incertidumbre, palabras cuyo peso trasciende el presente... El reencuentro de un primer amor cuyas cenizas aún echan humo en una noche de invierno en Madrid donde el amor presente cobra el papel protagonista. De la mano del director Jonás Trueba, nos sumergimos en la historia de Manuela y Olmo, dos chicos que compartieron la experiencia del primer amor y que, años más tarde, se reencuentran para sacar a relucir todo lo que vivieron (y, en cierto modo, aún viven). Una historia de tiempo y palabras, de reflexiones sobre la vida en pareja y la soledad, una vuelta al pasado que sigue siendo presente y que, quién sabe, también será futuro. Una historia que llega al corazón, que sana y escuece, que habla al amor de tú a tú. Una película que, sin duda, hace mella en el corazón del espectador.