«Amigos míos, vengan y ayuden... Una mujer murió congelada esta noche, en la acera del boulevard de Sebastopol, manteniendo aferrada entre sus manos la notificación de desalojo que la había dejado en la calle el día anterior... Todas las noches, más de 2.000 personas soportan el frío, sin comida, sin pan, más de uno casi desnudo. Los albergues de emergencia no son suficientes para hacer frente a este horror. Escúchenme; tenemos que actuar ahora y abrir centros de ayuda para las personas sin hogar. No hay tiempo que perder». Abate Pierre, 1 de febrero de 1954, Radio Luxemburgo.

Tengo que decir que salgo del cine algo conmovido. Mi cuaderno está lleno de notas y todavía no sabría realmente por dónde empezar. Supongo que, al igual que la película, empezaré con lo que tengo escrito en la última página. ¿Cuál es el precio de la fraternidad? Para algunos unos euros para los sin techo en las bocas de los metros de Madrid. Para otros una donación trimestral a los bancos de sangre. Para Henri Grouès, también conocido como L'Abbé Pierre (el nombre de la película en su original francés), toda una vida.

Crítica de «El ángel de los pobres», de Fréderic Tellier

 

La séptima película del director francés Fréderic Tellier es el biopic del cura y símbolo contra la pobreza Abbé Pierre, un hombre con muchas vidas. Y es que como enseña la película, el sacerdote francés empezó su carrera formándose como monje capuchino, antes de ser expulsado por culpa de su pésima salud.

El voto de pobreza (un gran presagio para su vida) no funcionaba con su cuerpo constantemente enfermizo. Tenía que encontrar otra manera de ayudar a las personas. Pasando por militar durante la Segunda Guerra Mundial, miembro de la resistencia durante la rendición de los franceses ante Hitler y, más tarde, por fundador de uno de los movimientos de solidaridad más grandes del mundo.

Me encanta la manera en la que la película consigue meterte en la cabeza de un hombre desesperado por la etapa que le ha tocado vivir, sobre todo por la dicotomía que te enseña los fallos del humano que ayudaron al mito. Y es que desde el principio, no sabemos si todo lo que hace el personaje viene de un sentimiento verdadero para ayudar a las personas o si su motivación venía de algo mucho más egoísta...

La película constantemente cambia entre momentos de ayuda sin intereses y el retrato de un hombre que, desde joven, pensó que había nacido para la grandeza.

Como dice el mejor amigo de Abad al empezar la película (parafraseando): «no eres un santo. No puedes controlar el destino del mundo. ¿Qué quieres que te canonicen?» Esta necesidad de ser visto como un gran santo se ve reflejada, sub textualmente, a lo largo de toda la película.

Desde la manera en la que el sacerdote se corta su barba exactamente igual que San Francisco de Asís, hasta la manera en la que, poco a poco, se centró más en aparecer en los medios televisivos que en las tareas de su organización. Retratando como, por muy bueno que pueda ser alguien, siempre puede pecar de avaro...

Por supuesto, da igual. Sean cuales fueran las razones que tuviera (tanto en la vida real como en el filme), el mundo a día de hoy es un mejor mundo porque él existió. Y la película se esfuerza por compactar su vida de manera que todos los que la veamos lo sepamos. Y lo consigue.

Puntuación: 3/5

 

Andrés Sánchez

Imágenes: Fotogramas oficiales de la película

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