Ser parte de un fenómeno como «Élite» le enseñó mucho. Sin embargo, Martina reconoce las consecuencias que este tipo de éxitos repentinos pueden llegar a acarrear. Por suerte -y, a día de hoy, por experiencia-, ella las caza al vuelo.

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MARTINA CARIDDI. Las apariencias engañan

Martina, en tu perfil de Instagram dices: «puedo parecer un poco loki pero en realidad no estoy tan loki». ¿Por qué crees que la gente puede llegar a tener esa impresión de ti? 

Es una frase que le dije a una amiga de vacaciones y nos hizo mucha gracia porque me siento totalmente identificada con ella. Quizás, no en persona, pero en redes sociales intento ser muy natural, no cortarme y enseñar las cosas tal y como son.

Al final Instagram es un filtro que nos ponemos ante nuestra imagen y, en este mundo que me rodea, en el que la gente tiene mucho cuidado con lo que enseña, yo soy todo lo contrario (risas). Sí que es cierto que tengo una energía muy alta, soy un poco dispersa, ¡pero es que soy aire!

¿A qué otras falsas apariencias estás acostumbrada que te juzguen? 

De primeras puedo parecer un poco tonta. Yo no lo creo así, pero siento que, sobre todo en el colegio y en la escuela de teatro me han juzgado de «guapita tonta»… En plan: «Ah, lo está consiguiendo porque es guapa». Juzgar la belleza, por desgracia, es algo que se suele hacer mucho…

En una sociedad que normalmente expresa conformidad, ¿cómo logras mantenerte fiel a ti misma? 

Es complicado. Aunque yo muestre en Instagram que todo me da igual, en realidad no es así. Las redes en general son un entorno muy competitivo. Con el tema de los likes y los seguidores, se han convertido en un escaparte que nos está haciendo competir, por lo que mantenerse fiel a uno mismo es complejo.

Es difícil no entrar dentro de esos juegos de quién es más guapa o quién va mejor vestida, así que lo más importante es protegerse teniendo en cuenta que lo que tú proyectas no es real, porque tu persona va mucho más allá de lo que muestras.

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A propósito, ¿qué te parece el revuelo que levanta tu no depilación en redes?

No le doy mucha importancia, la verdad. Empecé a depilarme como todas las mujeres, sin pensarlo, fruto de una sociedad patriarcal que nos hace sentir inseguras con bello. Así que fue algo que no medité. Sentía que tenía que hacerlo porque soy mujer y punto, como muchas cosas que hacemos sin darnos cuenta de por qué las hacemos. Sin embargo, yo sufría un montón con la cera, lo pasaba realmente mal.

De hecho, hace poco recibí un mensaje de la chica que me depilaba de pequeña. Me felicitaba por la serie y me decía algo así como: «Siempre supe que te iría bien en esto porque me montabas unos dramas…» ¡y es verdad! Entonces cuando me planteé que podía dejar de depilarme y que me estaba depilando por el simple hecho ser una mujer, dejé de hacerlo.

Para mí no fue una reivindicación hacia el exterior, sino más conmigo misma, como crecimiento personal, como sinónimo de superar inseguridades.

¿Ha afectado esta decisión personal a alguno de tus proyectos profesionales?

Cuando me cogieron en «Élite» estuve a punto de depilarme para hacer el personaje, pero se lo comenté al equipo y creyeron que a Mencía también le pegaba. A raíz de ahí fue cuando empecé a reivindicar la no depilación dentro de la industria, porque me parecía interesante darle visibilidad. 

Sin embargo, en uno de los primeros shootings que hice después de la serie me preguntaron si podían hacerme Photoshop en las piernas para quitarme el pelo y entré en una lucha, incluso con mi representantes. Una lucha contra el mundo. 

Se tiende a pensar que el bello no es higiénico, cuando, en realidad, es todo lo contrario. Además, cuando empecé a entrar más en detalle en temas feministas, descubrí de dónde viene la depilación y hay algo de la sexualización de la mujer a través de la infantilización que no tolero.

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En una entrevista dices que estás aprendiendo a conocerte y a quererte a pesar de pertenecer a una generación complicada… ¿Cuáles son las principales problemáticas que crees que recaen en la generación Z?

Claramente, las redes sociales. Los jóvenes estamos en un momento complicado porque ya no se valora nada más que el Instagram y la apariencia física.

Además, hay tanto nivel de información y tanta manipulación, que realmente no te enteras de lo que pasa. Puede estar ocurriendo una guerra en el mundo y tú estás en casa tranquilamente haciendo bailes de TikTok. Estamos muy desconectados de la realidad… 

Imagino que «Élite» también ha tenido para de culpa de este aprendizaje… ¿Qué lecciones vitales y profesionales has aprendido de la serie?

Soy una persona muy inocente y me he relacionado siempre desde la inocencia. Lo que pasa es que, a base de hostias, al final aprendes a protegerte. Siempre habrá algo en mí de inocencia, pero tristemente tengo muchos más filtros.

Con «Élite» he conocido muchas partes de la industria, he conocido todo lo que me gusta y lo que no de ella. Al final te metes en ritmos de vida muy rápidos y en bucles sociales de los que me he tenido que alejar parar estar conmigo. Eso ha hecho que aprenda a protegerme de ciertas partes del mundillo, a saber quién soy, quién merezco tener a mi alrededor… Me ha dado experiencias un poco complicadas pero, al mismo tiempo, mucho aprendizaje sobre mí y sobre la vida en general. 

Te incorporaste en el elenco en su cuarta temporada y, por entonces, tenías apenas 18 años. Viéndolo con perspectiva, ¿cómo es interpretar una adolescencia ajena cuando todavía estás definiendo la tuya?

Justo lo hablábamos el otro día en un curso de teatro que estoy haciendo. No sé si es más fácil hacer cosas cercanas a ti o muy lejanas porque, cuando haces cosas muy lejanas, es más fácil salir de ti. En cambio, cuando tienes que hacer algo muy cercano a ti, entras un poco en conflicto y en colapso, sobre todo en la adolescencia, ¡porque no sabes ni quién eres!

Al principio pensaba que Mencía y yo éramos muy parecidas, pero ahora me he dado cuenta de que no. Quizás ambas hemos vivido la adolescencia desde la rebeldía, pero no tenemos nada que ver.

Se nota que la salud física, mental y emocional es algo que te preocupa… ¿Qué ha pasado con «Picadito», el podcast que hacías junto a Cristina Barrous?

Durante las vacaciones decidimos hacerlo online, pero técnicamente hablando no funcionó. A raíz de ahí me di cuenta de que necesitaba tiempo y espacio para meditar si realmente el podcast era algo que quería hacer porque, por mucho que me apeteciera hablar y visibilizar temas de salud mental, se me vino un poco encima a nivel exposición.

Una cosa es que te expongas físicamente y otra es que, de manera tan íntima, des tu opinión sobre temas algo conflictivos…

Retrocediendo hasta tus inicios encontramos proyectos como «El Guardián Invisible» o «Cuéntame cómo pasó». A pesar de ser pequeños papeles, ¿qué te enseñaron? Precisamente Álvaro Mel, que también aparece en este número, me contaba que hay un amigo que siempre le dice que no hay papel pequeño…

¡Qué bonito y qué cierto! De hecho, uno de los recuerdos más felices que tengo fue cuando me dijeron que me había cogido en «El Guardián Invisible». Fue mi primer proyecto y, con él, se cumplía el sueño de esa niña que siempre había querido ser actriz. 

Además, me acuerdo que lo hablaba con mi abuelo, que nos gusta mucho filosofear, y yo le decía: «te juro que lo voy a conseguir» y él me decía: «estoy seguro». Y lo conseguí. A nivel personal me dio mucha fuerza para ver que todo por lo que luchara, podía llegar a ocurrir.

Te declaras fan de la industria cinematográfica española. Sin embargo, ¿crees que se da suficiente espacio al talento emergente?

Hay un problema con eso porque hay mucho cine independiente, pero de muy bajo presupuesto. Es algo a nivel global, pero en España pasa mucho. Se invierte mucho dinero en el cine comercial y se da la oportunidad de hacer ficciones muy guays, como «Avatar», pero al cine independiente no se le da esa oportunidad económica. 

Es una pena, porque hay mucha gente buena que escribe y se merece poder contar sus historias.  

¿Tú te lo has planteado alguna vez? 

Este año hice un curso de escritura de guión y aprendí un montón, pero también me di cuenta de que es complicadísimo. Siempre he querido dirigir y escribir, pero confiar en lo que uno escribe, luchar entre tu talento y tus ganas de contar algo, exponer tu libertad y tu propio juicio… es algo muy íntimo. 

Estoy en ello, pero todavía es un boceto. ¡Ojalá me veáis dirigiendo en un futuro!

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Hablando de emergencia y mainstream, una de tus últimas apariciones ha sido en el viral videoclip «Columbia», de Quevedo. Cuéntame, ¿cómo fue el proceso?

Me llamaron y me dijeron: «Quevedo te quiere para un videoclip». Me hizo muchísima ilusión, porque soy fan de su música y me daba buena vibra él.

Yo no le conocía de nada, pero fue un súper match. Desde el minuto uno nos llevamos súper bien. Imagínate que tengo hiperhidrosis y la primera escena que rodamos es la que estamos caminando por la playa de la mano... Y, como estaba un poco nerviosa, me sudaban mucho, pero él fue super majo (risas). Muy cercano, humilde, súper buen tío.

Tanto él como su equipo me cayeron genial. De hecho, he seguido quedando con ellos en Madrid. ¡Son divertidísimos!

¿Qué te depara 2024? He visto por allí que tienes pendiente el estreno de «Mientras cupido no está»…

Sí, no te puedo adelantar mucho, pero es una película de comedia mexicana. Tengo un papel pequeñito, pero reculo a lo que dijo Mel (risas). Últimamente, tanto en el videoclip de Quevedo como rodando esta película, estoy muy contenta, porque, más allá de la autoexigencia que nos autoimponemos, que a veces no nos deja disfrutar, me lo estoy pasando muy bien. 

¿Y qué le pides tu al año?

Le pido que vengan proyectos bonitos. Me gustaría mucho hacer algún personaje potente, que sea complicado de trabajar. Me apetece encerrarme a estudiar un personaje, a grabar, a ver un montón de películas, leer libros… Meterme un poco dentro de todo este mundo inmersivo.

También me apetece mucho hacer teatro. Además, estoy a full con ese proyecto que te comentaba, por lo que le pido seguridad y confianza en mí misma para romper barreras y atreverme a hacer cosas nuevas. 

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Texto: Anna Alarcón @_annalarcon

Fotografía: Mara Alonso @mara___alonso

Estilismo: Baptiste Lauron @baptistelauronstylist

Maquillaje y peluquería: Olga Holovanova @olgaholovanova_

Asistente de fotografía: Guillermo Tejedor @guillermotejedor

Agradecimientos: Espacio Nueva Carolina @espacionuevacarolina y Ángela Cariddi @angelacariddi

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